CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN ALICE ANN BAILEY- MAESTRO TIBETANO Extractos del Tratado sobre los Siete Rayos (VOLUMEN II)
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CIENCIA DE LA RESPIRACIÓN
La Ciencia de la Respiración, ciencia del laya yoga o ciencia de los centros, tiene profunda importancia, y también constituye un serio peligro. En último análisis es la Ciencia de la Energía, y enseña el método para controlar la energía, dirigirla y utilizarla a fin de expandir la conciencia, establecer correctas relacciones entre el hombre y su medio ambiente y, ante todo (en lo que respecta a los miembros de la Gran Logia Blanca), practicar magia blanca. Esta energía pránica actúa a través del cuerpo vital y corre por los innumerable nadis que allí existen. Hay millones de ellos y son diminutos canales de fuerza que subyacen en todo el sistema nervioso del hombre.
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Constituyen la contraparte de ese sistema y son el factor animador, hacen posible la sensibilidad e inician la acción y la reacción que convierte el mecanismo de un hombre en un complicado receptor de energía y director de fuerza. Cada una de estas diminutas líneas de energía es de naturaleza quíntuple y se asemejan a cinco hilos o fibras de fuerza, compactamente tejidos dentro de una envoltura de distinta fuerza, las cuales están en forma trasversal ligadas entre sí. Además se ha de observar que estos cinco tipos de energía forma cada uno una unidad compactamente tejida, constituyendo en su totalidad la envoltura etérica. A través de estos cinco canales fluyen cinco pranas principales energetizando, activando y controlando todo el organismo humano. No existe parte del cuerpo físico donde no se encuentre ni subsita esta red de energía la cual constituye la verdadera forma o sustancia. Cuando las líneas de fuerza se cruzan y entercruzan, a medida que repiten en el microcosmos los arcos involutivo y evolutivo del macrocosmos, se forman cinco zonas a lo largo de la columna vertebral y dos en la cabeza, donde las energías son más podeross que en otra parte, porque allí están más concentradas. Así aparecen los centros mayores. Por todo el cuerpo se cruzan y entrecruzan y así viene a la existencia el equipo de los centros de energía.
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1. Donde las líneas se cruzan veintiuna vez, se hallará un centro mayor, de los cuales hay siete. 2. Donde se cruzan catorce veces, aparecen los centros menores, a los cuales ya me referí anteriormente. 3. Donde se cruzan siete veces, tenemos centros diminutos, de los cuales hay centenares. |
Algún día se harán diagramas del cuerpo etérico y entonces se podrá ver la dirección general de dichas líneas de fuerza. El gran impulso de estas energías será evidente y se establecerá con mayor facilidad el grado de evolución, indicando infaliblemente el estado psíquico. La complejidad del tema es sin embargo muy grande, debido justamente a esta diferencia del desarrollo evolutivo de los vehículos, al nivel alcanzado por la expansión de la conciencia y a la receptividad del estímulo que posee el ser humano. La Ciencia de la Meditación con el tiempo absorberá a la ciencia del laya-yoga, pero sólo en la forma más elevada de esta yoga. La meta de la meditación es producir la libre acción de todas las fuerzas entrantes a fin de que no haya impedimentos para la afluyente energía del alma, ni obstáculo o congestión alguna ni se carezca de poder -físico, psíquico, mental y espiritual- en parte alguna del cuerpo. Esto significa que no sólo habrá buena salud y que se podrán utilizar plena y libremente todas las facultades, superiores e inferiores, sino que habrá contacto directo con el alma. Se renovará constantemente el cuerpo, característica de la expresión de la vida del iniciado y del maestro, lo mismo que del discípulo, solo que en menor grado. Producirá una expresión rítmica de la vida divina en la forma. Originará, de acuerdo a lo que el adepto clarividente ve cuando observa al aspirante discípulo: 1. La manifestación rítmica, causa de la aparición y desaparición de la forma. Al observar el cuerpo, el adepto puede decir cuánto tiempo ha estado encarnado y cuántas veces más encarnará. El estado en que se encuentran los canales pránicos revelan esto con toda exactitud, especialmente los que están debajo del diafragna. Eso lo revela el centro en la base de la columna vertebral, donde está asentada la voluntad de vivir (que rige la simiente del principio vida en el corazón). 2. El ritmo de la vida psíquica, que es en realidad la revelación respecto a la ubicación del hombre en relación con la conciencia y sus contactos. Cuando el adepto desea informarse sobre este punto, primero, observa el centro plexo solar y, luego, los centros cardíaco y coronario, porque en estos centros y en su relativa "luz y radiante fulgor ", le es revelada toda la historia del individuo. El centro de la cabeza que se ha de observar en el hombre común e inferior, es el que se halla entre las cejas, el ajna. En caso del aspirante, del místico y del discípulo se observa el centro más elevado, el coronario. A medida que prosigue la evolución y las fuerzas vitales fluyen más libremente por los nadis a través de los centros -mayores, menores y diminutos- aumenta la rapidez ce la distribución, de la afluencia y de la consiguiente radiación del cuerpo. Las paredes divisorias dentro de la envoltura que cubre a los minúsculos canales de fuerza, eventualmente se desintegran (bajo el impacto de las fuerzas del alma) y desaparecen, y así los nadis del discípulo avanzado adquieren una nueva forma, lo cual indica que ya es, en consecuencia y esencialmente, doble y por lo tanto una personalidad integrada. Es alma y personalidad. La fuerza del alma puede fluir sin impedimentos por el canal central del "nadi" y las demás fuerzas pueden hacerlo libremente a su alrededor. Mientras se lleva a cabo este proceso y se fusionan las fuerzas dentro de los "nadis" formando así una sola energía, aparecen las enfermedades del místico, particularmente las que se relacionan con el corazón. Simultáneamente con la aparición de la dualidad en los "nadis", el discípulo es capaz de utilizar los dos canales -ida y pingala- que están ubicados a lo largo de la columna vertebral, a cada lado del canal central. Ya puede ascender y descender libremente la fuerza por estos dos "senderos de fuerzas" y pasar así externamente a los "nadis" empleando la zona alrededor de cualesquiera de los centros mayores como lugares de distribución, energetizando a voluntad para que entre en actividad cualquier parte del mecanismo, o para que todo el mecanismo inicie una actividad coordinada. El discípulo ha llegado a la etapa de desarrollo donde la trama etérica, que separa a los centros a lo largo de la columna vertebral, ha sido consumida por los fuegos de la vida. El "sushumna" o canal central, puede entonces, puede entonces utilizarse lentamente. Esto va a la par de ese período en que afluye libremente la fuerza proveniente del alma a través del canal central de los "nadis" que oportunamente entra en plena actividad. Todo esto lo puede ver el ojo clarividente del Maestro. He dilucidado el tema detalladamente porque la práctica de los ejercicios de respiración, activa definitivamente las fuerzas que fluyen a través de los "nadis" y las reorganiza, por lo general, prematuramente. Acelera el proceso de derribar las barreras que separan a cuatro fuerzas de la quinta energía, y permite quemar más rápidamente las tramas etéricas protectoras a lo largo de la columna vertebral. Si esto sucede mientras el énfasis de la vida está puesto debajo del diafragma, y el hombre ni siquiera es un aspirante o una persona inteligente, se estimulará excesivamente la vida sexual y también se abrirá el plano astral, por lo cual sobrevendrán numerosos desórdenes y enfermedades físicas. Ocultamente dicho "libera a los fuegos inferiores y el hombre será destruido por el fuego"; entonces no será (como está destinado a ser) "la zarza ardiente que arde eternamente y nunca puede ser destruida". Cuando tiene lugar la destrucción por el fuego, mediante un proceso forzado y no está correctamente dirigido, inevitablemente habrá dificultades. Cuando el hombre se halla en el Sendero de Purificación o Probación, o en las primeras etapas del discipulado, en que el énfasis de su intención está puesto arriba del diafragma, entonces existe el peligro de desarrollar excesivamente el egotismo, de sobreestimular el centro cardíaco (con la consiguiente aparición de las diversas dolencias cardíacas y las distintas formas de emotividad producidas por las condiciones grupales) y contraer enfermedades relacionadas con la glándula tiroides y el cerebro, y también dificultades vinculadas principalmente con el cuerpo pituitario.
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Situación de las glándulas pituitaria y pineal.
Podría proporcionarles ciertos ejercicios de respiración que serían útiles para algunas personas, al tratar de reorganizar el cuerpo vital y por consiguiente el etérico, pero debido a los peligros que involucran para la mayoría de mis lectores, no es conveniente darlos. La antigua regla de que los aspirantes han de encontrar su camino a una escuela esotérica o de misterios, todavía es aplicable. Lo que puedo hacer -como ya lo he hecho- es proporcionarles ciertas directivas y enseñarles ciertas reglas seguras y generalmente muy conocidas, que sentarán las bases para realizar el trabajo más avanzado que debe llevarse a cabo bajo una cuidadosa supervisión personal. Por esta razón, una vez que haya pasado la actual crisis mundial, se deberán sentar las bases para las verdaderas escuelas esotéricas. Dichas escuelas todavía No existen (1920). Hoy los aspirantes y discípulos trabajan en las escuelas esotéricas modernas (como la Escuela Arcana y la Sección Esotérica de la Sociedad Teosófica - para mencionar sólo dos de las más importantes) y allí aprenden algunas de las verdades fundamentales del esoterismo; comienzan a controlar la naturaleza emocional y de la mente; aprenden a purificar el cuerpo y a captar los postulados básicos de la Sabiduría Eterna. Entonces estarán bajo la dirección subjetiva de algún discípulo avanzado que conoce cuál es la próxima verdad necesaria y ha desarrollado en sí "el sentido de contacto" y el poder de la percepción intiuitiva. Pocas personas, unas aquí, otras allá, trabajan definidamente dirigidas por uno de los Maestros. Sólo cuando hay dirección, conocimiento de los rayos que rigen al hombre y comprensión de las indicaciones astrológicas sobre el "sendero de la vida del hombre", pueden darse algunas reglas verdaderas, pero peligrosas, que conducirán a: 1. Distribuir correctamente la energía. 2. Enfocar las fuerzas en los centros. 3. Quemar las paredes que separan y las tramas etéricas que dividen. 4. Elevar en el cuerpo las energías cada vez más arriba, mediante el poder de la voluntad dirigida. Gran parte de las dificultades de los místicos y ocultistas en la actualidad se deben a que literalmente "están jugando con fuego" y no se dan cuenta de ello; tampoco mantienen la correcta u ordenada secuencia de desarrollo, como ha sido delineada anteriormente; llevan a cabo prácticas para las cuales no están todavía preparados, que no han sido modificadas de acuerdo al tipo occidental, y las siguen ciegamente sin comprender el proceso ni sus resulados. A no ser que se capte la regla fundamental de que "la energía sigue al pensamiento", son inevitables los desastrosos resultados. Por ejemplo, el místico cuyo pensamiento está enfocado en el Cristo, considerando que Él se halla en alguna parte del cielo, pero fuera de sí mismo, cuya aspiración hace del Cristo el objetivo de todos sus deseos, frecuentemente se debilita y está físicamente enfermo. ¿Por qué sucede esto? Porque la energía que trata de penetrar en él y compenetrar todo su organismo, sólo llega hasta el centro cardíaco, siendo allí rechazada constantemente y expulsada del cuerpo físico por el poder rector de su pensamiento místico. Para él, el Cristo está en otra parte. Su pensamiento está fuera de sí mismo y en consecuencia la energía se escurre de su cuerpo. Entre los iniciados de hoy se discute mucho el problema de si la condición generalmente débil de la raza humana no se debe en parte al hecho de que la aspiración y los pensamientos del género humano han sido dirigidos constantemente a una meta externa y no (como debería haberse hecho) al centro de la vida y del amor, dentro de cada ser humano, lo cual ha agotado gran parte de la energía necesaria del hombre. A pesar de que se le ha enseñado durante siglos que el reino de Dios está adentro, los pueblos de Occidente no lo han aceptado ni han actuado sobre la premisa presentada, sino que se han buscado la realidad en lo externo y han puesto su atención sobre la Personalidad de Aquel que les ha enseñado una verdad mayor. En ningún momento Él deseó ni buscó su devoción. El precio de esta distorsión de la verdad ha sido pagado repetidas veces con un cuerpo desvitalizado y con la incapacidad del místico común de vivir una vida concreta y, sin embargo, divina sobre la tierra. Muy poco más puedo decir respecto a los problemas y a las dificultades que acarrean los poderes psíquicos a medida que se desarrollan en la humanidad y en una vuelta más elevada de la espiral que en el pasado. A medida que prosigue la evolución, las facultades psíquicas humanas y animales están disponibles para el discípulo. La humanidad ha elegido seguir adelante mediante el método de "prueba y error", y por muchas razones es una elección sensata, pero muy lenta, y conduce a períodos de crisis y momentos de dificultades insoportables en la historia de la raza. En el caso del místico y del discípulo que tratan de controlar esos instintos innatos, el problema se agranda debido a que la vitalidad física de la raza es tan baja, muy poco comprendida y se cuida tan poco el cuerpo, que su poca salud libera los poderes inferiores más fácilmente que en el caso contrario. Por consiguiente se desarrollan prematuramente, antes de conocerse su función o naturaleza y de captarse las leyes que rigen su control. Sería iluminador si se admitiera esta afirmación; se progresaría mucho si se aceptaran las distintas premisas que he formulado como hipótesis valederas y se actuara de acuerdo a ellas. Como resultado se abriría la puerta a una nueva comprensión de las facultades psíquicas, y con ello se enriquecería la psicología y la medicina.
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