DE BELÉN AL CALVARIO

 

 

 

De Belén al Calvario (Extracto)

Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul

(Alice A. Bailey)


Dedicado a
M. VÍCTOR FOX
como afectuoso reconocimiento
por su compañerismo en el
servicio prestado y por su
comprensivo corazón.

Prefacio

ESTE libro sale a la luz con el ferviente deseo de que sus efectos sean totalmente constructivos y lleven a una profundización de nuestra creencia en Cristo y a un reconocimiento más amplio de la obra que vino a iniciar. Muchos años de trabajo como evangelista y como maestra en el campo de los principios cristianos, y un ciclo difícil en el cual tuve que encarar el problema de mi propia relación con Cristo y el cristianismo, me llevaron a dos reconocimientos definidamente claros y precisos: reconocer, primero, la realidad de la Individualidad de Cristo y Su misión y, segundo, que el desarrollo de la conciencia y naturaleza crísticas, en el hombre como individuo y en la raza como un todo, contienen en sí la solución de nuestros problemas mundiales. De todo corazón me remito a las palabras de Arthur Weigall: (1)

"Sin embargo, el Jesús de la historia, distinto del Jesús de la teología, sigue siendo 'el camino, la verdad y la vida', y estoy convencido de que si nos concentramos sobre la figura histórica de Nuestro Señor y sus enseñanzas, sólo ello bastaría para inspirar en este siglo XX la ferviente adhesión y servicio que en siglos anteriores demostraba el hombre común, mediante la exposición de los dogmas teológicos, la amenaza del Infierno y la celebración de complicados ritos y ceremonias".

El reino de Dios se halla hoy en proceso de rápida formación, como pueden atestiguarlo quienes poseen una visión del futuro y la percepción de la belleza y de la divinidad del hombre, que emergen rápidamente. Estamos pasando por un período de transición entre la antigua y la nueva era, y la verdadera misión de Cristo, tan profunda y frecuentemente oscurecida por las disputas e implicancias teológicas, encierra en sí la revelación futura. El desarrollo de la humanidad garantiza el reconocimiento de Cristo y Su trabajo y la participación consciente en el reino de Dios. Este punto está maravillosamente tratado por Karl Pfleger en el siguiente párrafo:(2)

"Las fuerzas creadoras de todos los hombres deben cristianizarse mediante el redescubrimiento de la naturaleza crística del hombre, que se ha perdido de vista hace tanto tiempo. Debemos decirle al hombre, despojado de su divinidad y habiendo caído víctima de un humanismo puramente natural, toda la verdad sobre sí mismo y revelarle el misterio humano divino de su origen, historia y vocación. Entonces los hombres comprenderán por fin, que no son nada ni tienen un verdadero ser, si no son cristianos ni aceptan tener su ser en Cristo mismo; que donde Cristo se aparta, empieza el infierno, porque, excepto en su eterna humanidad divina, la vida del hombre no tiene significado ni justificación; que ese cielo una vez captado en lo más recóndito de su ser, les permite, conjuntamente con la innúmera legión de seres humanos que pululan por el planeta, al girar en el silencio del espacio infinito, encontrar por primera vez su morada en lo eterno del corazón humano divino. En sus profundidades metafísicas, el hombre y el mundo constituyen el cuerpo místico de Cristo. En circunferencias de tiempo y espacio deben convertirse en el cuerpo místico de Cristo. Ésta es la vocación histórica de la humanidad y no otra".

La evocación consciente de la vida crística en el corazón humano y nuestra rápida integración en el reino de Dios, es la tarea inmediata que nos espera, incluyendo nuestra responsabilidad, oportunidad y destino.

Quiero aclarar que en las numerosas citas que empleo en este libro, trato de demostrar cuánto se ha extendido este reconocimiento. Los libros mencionados me trajeron mucha luz e inspiración. No obstante, debo aclarar enfáticamente, que ninguno de los autores citados deben considerarse en modo alguno solidarios con mi punto de vista.

Para terminar, deseo agradecer a los señores William Cumings y Alan Murray, por la ayuda voluntaria e inteligente que me han prestado, posibilitando la aparición de este libro.

(1) The Paganism in Our Christianity, pág. 16.
(2) WrestIers with Christ, pág. 293.


De Belén al Calvario

De todos los que buscaron mi cuna en Belén
escuchando una voz y siguiendo una estrella,
¿Cuántos me acompañaron al Calvario?
Estaba demasiado lejos.

La gloria rodeaba al niño del establo,
y también la esperanza de los hombres que luchaban
Mas esa esperanza colmada, les llegó por lo perdido.
en mi corona de espinas y a través de mi cruz.

La verdad fue mi espada y el dolor mi respaldo,
que conferí a quienes continuaron mi senda.
Un jumento enjaezado fue el corcel
que elegí para cabalgar.

Así pasó la gloria de Belén,
y los dones de los Reyes y los Magos de Oriente;
así pasaron las multitudes y sólo doce
estuvieron en el festín.

De humilde pan servido en el aposento alto,
donde el triste cáliz pasó de mano en mano
en prueba de mi amor por el género humano
que puebla la tierra.

Cuando en Getsemaní oré en soledad
pidiendo se apartara el cáliz más amargo,
no pudieron velar conmigo una sola hora
hasta el alba.

Muchos buscaron mi cuna en Belén
escuchando una voz y siguiendo una estrella,
pero sólo Simón me siguió hasta el Calvario.
Estaba demasiado lejos.

H. Le Gallienne.
Reproducido con el permiso de
The New York Times y del autor.


CAPÍTULO 1

NOTAS PRELIMINARES SOBRE LA INICIACIÓN


PENSAMIENTO CLAVE

"Existe una humana apetencia de Dios, pero también hay apetencia divina por el hombre. Dios es la idea suprema, la preocupación y el deseo supremo del hombre. El hombre es la idea suprema, la preocupación y el deseo supremo de Dios. El problema de Dios es un problema humano. El problema del hombre es un problema divino... El hombre es la contraparte de Dios y de Su bienamado, del cual espera amor recíproco. El hombre es la otra persona del divino misterio. Dios necesita al hombre. Su voluntad no sólo es que Él exista, sino que exista también el hombre, el Amante y el amado".

Wrestlers with Christ, por KARL PFLEGER, pág. 236.


1

Estamos en el proceso de pasar de una era religiosa a otra. Las actuales tendencias espirituales se van definiendo cada vez más. Los corazones de los hombres nunca han estado más abiertos que ahora a la impresión espiritual, y la puerta hacia el propio centro de la realidad está abierta de par en par. Sin embargo, paralelamente, este significativo desarrollo ha dado un giro en dirección contraria y las filosofías materialistas y las doctrinas negativistas prevalecen cada vez más. Para muchos, toda la cuestión de la validez de la religión cristiana debe aún determinarse. Se sostiene que el cristianismo ha fracasado y que el hombre no necesita el relato del Evangelio con sus implicancias de divinidad y su incitación al servicio y al sacrificio.

El Evangelio ¿es históricamente verdad? ¿Se trata de una narración mística de gran belleza y de verdadero valor educativo, que sin embargo no es de importancia vital para los hombres y mujeres inteligentes que se enorgullecen hoy de sus poderes de razonar, de su independencia de los antiguos impedimentos mentales y de las viejas y polvorientas tradiciones? Acerca de la descripción sobre la perfección del carácter de Cristo no existe duda alguna. Los enemigos del cristianismo admiten Su excepcionalidad, Su básica profundidad, Su comprensión de los corazones de los hombres. Reconocen lo inteligente de Sus ideas y las apoyan en sus propias filosofías. Los desarrollos que el Carpintero de Nazareth causó en la trama de la vida humana, Sus ideales sociales y económicos y la belleza de la civilización que podría fundarse sobre las enseñanzas éticas del Sermón de la Montaña, son destacados con frecuencia por la mayoría de quienes rehúsan reconocer Su misión como expresión de la divinidad. Desde el punto de vista racional, la cuestión de la autenticidad histórica del relato de Su vida permanece aún sin resolverse, aunque Su enseñanza sobre la Paternidad de Dios y la hermandad del hombre, está respaldada por las mentalidades más sobresalientes de la raza. Los que se mueven en el mundo de las ideas, de la fe y de la experiencia viviente, dan testimonio de Su divinidad y de nuestro posible acercamiento a Él. Pero tal testimonio es considerado a menudo con ligereza, como místico, fútil y carente de pruebas. La creencia individual, después de todo, no es de valor para nadie, excepto para el propio creyente, o en lo que tiende a acrecentar el testimonio hasta asumir tales proporciones que con el tiempo se convierta en una prueba. Respaldarse en un "tipo de creencia", puede indicar una experiencia viviente y constituir una especie de autohipnotismo y una "vía de escape" de las dificultades y problemas de la vida cotidiana. El esfuerzo por comprender, adquirir experiencia, experimentar y expresar lo que se conoce y cree, es frecuentemente demasiado difícil, para la mayoría, por eso se respaldan en una creencia basada en el testimonio de quienes inspiran confianza, como la forma más fácil de salir del paso.

Los problemas de la religión y los del cristianismo ortodoxo, no son una ni la misma cosa. H. Fielding (1) aclara bien esta diferencia, diciendo:

"Lo que llaman religión, yo lo llamo solamente razonamiento acerca de la religión. Los dogmas y los credos no constituyen la religión. Son síntesis de las razones que dan los hombres para explicar los hechos de la vida que constituyen la religión, así como las filosofías son síntesis de las teorías que expresan los hombres para explicar otros hechos. Tanto los credos como las filosofías surgen de la razón. Son especulaciones, no hechos. Son términos pesimistas del cerebro. La religión es algo distinta, es una serie de hechos".

Gran parte de la crítica e incredulidad que nos circunda, así como también la negación a lo que llamamos verdades, se basa en el hecho de que la religión ha sido reemplazada en gran parte por un credo, y la doctrina ha tomado el lugar de la experiencia viviente, que es la nota clave de este libro.

Quizás otra razón por la cual la humanidad cree actualmente tan poco, o duda tan lamentablemente sobre lo que se cree, sea el hecho de que los teólogos trataron de sacar al cristianismo del lugar que ocupa en el esquema de las cosas y pasaron por alto su posición en la gran continuidad de la revelación divina. Trataron de acentuar su excepcionalidad, considerándola totalmente una independiente y aislada expresión de la religión espiritual. Con ello destruyen su raigambre, sacuden sus cimientos y hacen que resulte difícil, para la mente humana que se va desarrollando constantemente, aceptar su presentación. Sin embargo, San Agustín dice que "la denominada religión cristiana existió entre los antiguos, y no desde el comienzo de la raza humana hasta que Cristo encarnó, en esa época la verdadera religión que ya existía comenzó a llamarse cristianismo". (2) La sabiduría que expresa relación con Dios, las reglas del sendero, que guían nuestros errantes pasos de retorno al hogar del Padre, y las enseñanzas que trae la revelación, siempre han sido las mismas a través de las edades, e idénticas a las que Cristo enseñó. Este conjunto de verdades internas y esta riqueza de conocimiento divino han existido desde tiempo inmemorial. Tal es la verdad que Cristo reveló, pero hizo algo más. Reveló en Sí Mismo y a través de Su vida, lo que estos conocimientos y sabiduría podrían hacer por el hombre. Demostró la total expresión de la divinidad en Sí Mismo y ordenó a sus discípulos hacer lo propio.

En la continuidad de la revelación, el cristianismo entra en su ciclo de expresión bajo la misma ley divina que rige a toda manifestación –la Ley de la Aparición Cíclica. La revelación pasa primero por todos las fases de la manifestación o apariencia de la forma, luego por el crecimiento y desarrollo y, finalmente (cuando el ciclo se aproxima a su fin), la cristalización, y un gradual pero constante énfasis puesto sobre la letra y la forma, hasta que la muerte de la forma sea inevitable y oportuna. Pero el espíritu sigue viviendo y toma nuevas formas. El Espíritu de Cristo es inmortal, y así como Él vive eternamente, lo que Él encarnó para demostrarlo, también debe vivir. La célula en la matriz, la etapa de lo diminuto, el desarrollo del niño, hasta convertirse en hombre, a todo esto se sometió el Cristo, pasando por todos los procesos que configuran el destino de cada hijo de Dios. Debido a esta sumisión y a que "porque padeció, aprendió la obediencia”, (3) se confió en que Él podía revelar a Dios al hombre y (si puede decirse) lo divino en el hombre a Dios. Los Evangelios demuestran que Cristo continuamente proclamaba este reconocimiento del Padre.

Esta gran continuidad de la revelación es nuestra posesión más preciada, y en ella encaja y debe encajar la religión de Cristo. Dios nunca ha quedado sin testigos y nunca quedará. Con frecuencia olvidamos el lugar que ocupa el cristianismo como realización del pasado y como peldaño hacia el futuro, siendo quizás ésta una de las razones de por qué la gente habla de un cristianismo decadente y espera esa revelación espiritual que parece ser tan necesaria. De no hacer hincapié sobre esta continuidad y del lugar que ocupa en ella la fe cristiana, puede llegar la revelación y no ser reconocida.

"Se dice que antiguamente todo país que poseía una civilización, tenía una doctrina esotérica, un sistema denominado SABIDURIA, y a quienes se dedicaban a su divulgación se los denominaba al principio eruditos o sabios... Pitágoras denominó a este sistema... Gnosis o Conocimiento de las cosas existentes. De acuerdo a la noble designación de SABIDURIA, los antiguos maestros, los sabios de la India, los magos de Persia y de Babilonia, los videntes y profetas de Israel, los hierofantes de Egipto y de Arabia y los filósofos de Grecia y de Occidente, abarcaron todo el conocimiento, que consideraron esencialmente divino, clasificándolo en parte como esotérico y el resto como externo". (4)

Conocemos mucho sobre enseñanza exotérica. El cristianismo ortodoxo y teológico se funda en ella, como toda formulación ortodoxa de las grandes religiones. Sin embargo, cuando se olvida la enseñanza sobre la sabiduría interna y se ignora el aspecto esotérico, desaparecen el espíritu y la experiencia experimental viviente. Nos ocupamos de los detalles, de la forma externa de la fe y olvidamos lamentablemente el significado interno que proporciona vida y salvación al individuo y a la humanidad. Batallamos arduamente por lo no esencial de las interpretaciones tradicionales y no enseñamos el secreto y la técnica de la vida cristiana. Recalcamos preferentemente los aspectos doctrinales y dogmáticos y deificamos la letra, mientras tanto el alma del hombre clama por el espíritu de la vida, velado por la letra. Nos apasionamos por el aspecto histórico de la narración evangélica, el elemento tiempo, la exactitud de las numerosas traducciones, pero no percibimos la magnificencia verdadera de la realización de Cristo y la significativa enseñanza que encierra para el hombre y la raza. El drama de Su vida y su aplicación práctica a las vidas de Sus seguidores, se ha perdido de vista por la indebida importancia dada a ciertas frases que se Le atribuyen, mientras que lo que expresó con Su vida y las relaciones que recalcó y consideró implícitas en Su revelación, fueron totalmente ignoradas. Puede decirse que:

"El cristianismo posee un contenido característico, independiente de todos los elementos contenidos en él. Este contenido simple es únicamente Cristo. En el cristianismo como tal, encontramos a Cristo y sólo a Él. Esta verdad fue enunciada repetidamente, pero se ha asimilado muy poco. Lo nuevo, original y excepcional en el cristianismo no consiste en doctrinas generales, sino en hechos concretos; no es el contenido especulativo de Sus ideas, sino su encarnación en la viviente personalidad histórica de Quien pudo llamarse el camino, la verdad y la vida. Cristo es la síntesis viviente y personal de toda verdad religiosa revelada en el transcurso de los siglos. Y Él puede ser valorado y comprendido sólo a la luz de una síntesis religiosa y filosófica que 'abarque el contenido total de la evolución religiosa sin excluir ni un solo elemento positivo’ ". (5)

Defendemos al Cristo histórico y, en la lucha, perdemos de vista Su mensaje de amor a todos los seres. Los fanáticos discuten sobre Sus palabras y olvidan que fue "el Verbo hecho carne". Argumentarnos acerca del Nacimiento virginal del Cristo y olvidamos la verdad que la Encarnación está destinada a enseñarnos. Evelyn Underhill señala en su valiosa obra Mysticism, que "la Encarnación, que para el cristianismo popular es sinónimo del nacimiento histórico y la vida terrena del Cristo, para el místico no sólo es eso, sino un proceso perpetuo, cósmico y personal".

Los estudiosos dedican su vida a probar que toda la historia es únicamente un mito. Debería tenerse en cuenta, no obstante, que un mito es una creencia sintetizada y un conocimiento del pasado, trasmitido para guiarnos y formar los cimientos de una nueva revelación y un peldaño para la siguiente verdad. Un mito es una verdad probada y válida que sirve de puente para salvar el abismo entre el conocimiento adquirido en el pasado y la verdad formulada en el presente, con infinitas y divinas posibilidades para el futuro. Los antiguos mitos y misterios proporcionan una presentación correlativa del mensaje divino tal como surgió de Dios, en respuesta a las necesidades del hombre, a través de las edades. La verdad de una era se convierte en el mito de la siguiente, pero su significación y realidad permanecen intocables y requieren sólo una nueva interpretación en el presente. Esto está bellamente expresado en los párrafos dados a continuación y merecen un cuidadoso estudio: (6)

“...hecho y mito son en última instancia, indisolubles; que el uno pueda ser los muchos y los muchos uno, es la excepcional y suprema paradoja de la verdad, irreductible para el hombre.

"Pero el hombre llega a ser el amo de su destino, y cuanto más lealmente se aplique a los hechos, tanto más fiel será su reverencia por el mito.

"Pues en realidad es el reflejo del sentido común en el alma del hombre término medio, en su experimento y experiencia con la naturaleza de la Naturaleza y con la suya propia; los mitos constituyen la dinámica espiritual que, inspira a cada hombre en su momento más elevado, en el del más elevado de los hombres (el Amante verdadero), el precursor y el protagonista, el poeta y el artista, el maestro y el predicador, el filósofo y el estadista, el sacerdote y el profeta, el héroe y el santo.

"Esas miríadas de formas de la realidad, el mito evolucionante, santifica el espíritu del tiempo en cada sucesiva civilización; la propia creación corporal del hombre es invisible, imperceptible y omnipotente, y brinda a cada individuo su oportunidad..., pero dentro de esa forma el hombre tiene libertad para elegir voluntariamente entre las innumerables facetas."

Así que somos libres de elegir y de rechazar; pero debemos elegir con los ojos que la sagacidad y la sabiduría nos han abierto, señal característica de quienes se internaron considerablemente en el sendero de retorno. Existen vida, verdad y vitalidad, en la historia del Evangelio, que deben ser aplicadas nuevamente por nosotros. En el mensaje de Jesús hay dinámica y divinidad.

El cristianismo es hoy, para nosotros, una religión culminante y la más grande de las últimas revelaciones divinas. Gran parte de ella, desde su origen, hace dos mil años, terminó por ser considerada corno un mito, y los claros delineamientos de la historia se han oscurecido hasta el punto de ser frecuentemente considerados simbólicos. Sin embargo, detrás del mito y del símbolo, se halla la realidad –una verdad esencial, dramática y práctica. Esto ha sido suscintamente expresado por Richard Rothschild: (7)

“...una realidad es siempre la encarnación de una idea, es decir, un significado, un valor, un símbolo... En verdad, el símbolo fija la idea misma. Sin palabras ningún pensamiento sería posible; sin las pinceladas, ningún cuadro tomaría forma ni aún en la mente del artista. Por eso, al referirnos a la religión, en la que el género humano trata de incorporar sus conceptos más generales, descubrimos que el simbolismo es esencial".

El símbolo y la forma externa acaparan nuestra atención, mientras que el significado permanece oscurecido y no afecta suficientemente nuestras vidas. En nuestro miope análisis de la letra, perdemos la significación de la Palabra misma. Debemos penetrar detrás del símbolo hasta lo que éste encarna, y apartar nuestra atención del mundo de las formas externas, hacia el de las realidades internas. Hermann Keyserling, (8) se refiere a esto, en las palabras siguientes:

"El proceso de trasladar los niveles de la letra al significado interno, en las actitudes espirituales, puede ser explicado claramente con una simple suposición. Consiste en ‘ver a través’ del fenómeno. Todo fenómeno viviente es antes y después de todo, un símbolo, porque la esencia de la vida es significado. Pero todo símbolo, que es la máxima expresión de un estado de conciencia, trasparenta en sí otra expresión más profunda, y así sucesivamente hasta la eternidad, porque todas las cosas en el sentido vinculador de la vida están internamente conectadas, y sus profundidades tienen sus raíces en Dios.

"Por consiguiente, ninguna forma espiritual puede ser la máxima expresión; todo significado, que ha sido penetrado, se convierte automáticamente en una mera expresión de la letra, de otra más profunda, y de allí que el antiguo fenómeno toma un nuevo y distinto significado. Así las religiones católica, protestante, católica griega, islámica y budista, pueden en principio continuar siendo lo que fueron en el plano de esta vida y, no obstante, significar algo totalmente nuevo."

La única excusa para la aparición de este libro es que constituye una tentativa para penetrar en ese significado más profundo que subyace en los grandes acontecimientos de la vida de Cristo y llevar renovada vida e interés a la aspiración debilitada del cristiano. Si se puede demostrar que la historia revelada en los Evangelios no sólo es aplicable al Personaje divino que vivió durante un tiempo entre los hombres, sino que tiene un significado y significación prácticos para el hombre civilizado de hoy, entonces se habrá logrado algún objetivo y prestado cierto servicio y ayuda. Posiblemente hoy –debido a nuestra evolución más avanzada y a la capacidad de expresarnos mediante graduaciones de conciencia sutilmente desarrolladas—, podamos captar la enseñanza con una visión más clara y aplicar más inteligentemente la lección indicada. Este gran Mito nos pertenece –seamos suficientemente valientes para emplear este término en su verdadero y correcto significado. Un mito puede transformarse en una realidad en la experiencia de un individuo, porque es una realidad que puede probarse. Nos apoyamos en los mitos, pero debemos tratar de volver a interpretarlos a la luz del presente. Por el experimento autoiniciado podemos probar su validez, por la experiencia podemos establecer que son fuerzas que rigen nuestras vidas, y por su expresión demostrar su verdad a los demás. Éste es el tema del presente libro, pues trata los hechos referidos en el Evangelio, ese quíntuple mito correlativo que enseña la revelación de la divinidad en la persona de Jesucristo, una verdad eterna en su sentido cósmico e histórico y en su aplicación práctica para el individuo. El mito se divide en cinco grandes episodios:

1. El Nacimiento en Belén.

2. El Bautismo en el Jordán.

3. La Transfiguración en el Monte Carmelo.

4. La Crucifixión en el Gólgota.

5. La Resurrección y la Ascensión.

Nuestra tarea consiste en develar su significado y reinterpretarlos en términos modernos.

La historia del hombre ha alcanzado un punto de crisis y de culminación debido a la influencia del cristianismo. Como miembros de la familia humana, el hombre ha llegado a un nivel de integración desconocido en el pasado, excepto en el caso de una selecta minoría en cada país. El hombre es, como dicen los psicólogos, un conjunto de organismos físicos, de fuerza vital, de estados psíquicos o condiciones emocionales, y de reacciones mentales o pensantes. El hombre está preparado para que se le indique su siguiente transición, desarrollo o desenvolvimiento. Espera esto y está alerta para aprovechar la oportunidad. La puerta hacia un mundo de existencia y conciencia superiores está abierta de par en par; el camino al reino de Dios está claramente marcado. Muchas entraron en ese reino en el pasado, despertaron y se encontraron en un mundo de existencia y comprensión, que para la mayoría el un misterio cerrado. La gloria del momento presente reside en que miles de seres se hallan ya preparados y (si se les da la instrucción necesaria) pueden ser iniciados en los misterios de Dios. Un nuevo desarrollo de la conciencia es hoy posible; una nueva meta ha surgido y rige las intenciones de la mayoría. Como raza, estamos definidamente encaminados hacia un nuevo conocimiento, nuevos reconocimientos y un mundo más profundo de valores. Lo que ocurre en el plano externo de la experiencia, es señal de un acontecimiento en un mundo más sutil de significados. Para ello debemos prepararnos.

Vimos que la revelación cristiana unifica las enseñanzas del pasado. Esto Lo indicó Cristo Mismo cuando dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir". (9) Cristo encarnó todo el pasado y reveló al hombre sus más altas posibilidades. Las palabras del Dr. Berdyaev (10) arrojan más luz sobre el tema:

"La revelación cristiana es universal, y todo la analogía que existe en otras religiones, es sencillamente una parte de esa revelación. El cristianismo no es una religión del mismo orden que otras; como ha dicho Schleiermacher, es la religión de las religiones. ¿Qué importancia tiene si dentro del cristianismo, que se supone es tan distinto de las otras creencias, no hay nada de original fuera de la venida de Cristo y de Su, Personalidad?, ¿no es precisamente sobre esto que se cumple la esperanza de todas las religiones?".

Cada gran período de tiempo y cada ciclo mundial tendrá –por la amorosa bondad de Dios— su religión de religiones que sintetiza todas las revelaciones pasadas e indica la esperanza futura. La actual expectativa: del mundo demuestra que estamos al borde de una nueva revelación, revelación que en modo alguno negará nuestra divina herencia espiritual, sino que, a la maravilla del pasado, agregará una clara visión del futuro. Expresará lo divino, algo hasta ahora no revelado. Por lo tanto, es posible que la comprensión de algunos de los significados más profundos de la historia del Evangelio, permita al buscador moderno captar una síntesis más amplia del tema.

Algunas de esas implicaciones más profundas se trataron en una obra publicada hace muchos años, titulada The Crisis of the Christ, escrita por un cristiano veterano, el Dr. Campbell Morgan. Tomó los cinco episodios principales de la vida del Salvador, en torno a los cuales se ha erigido todo el Evangelio, y los aplicó, amplia y generalmente, impartiéndonos la comprensión de que Cristo no sólo pasó por esas dramáticas experiencias, sino que nos dejó el definido mandato de "seguir Sus pasos". (11) ¿No es posible que esos grandes hechos en la experiencia de Cristo, esos cinco aspectos personificados del mito universal, puedan tener, para nosotros, como individuos, un interés más allá de lo histórico y lo personal? ¿No es posible que encarnen una experiencia o empresa iniciática por la cual podrán ahora muchos cristianos experimentar y así obedecer Su mandato de entrar en una nueva vida? ¿Acaso no debemos todos nacer de nuevo, ser bautizados en Espíritu y transfigurados en la cima de la montaña de la experiencia viviente? ¿No tiene acaso la mayoría la crucifixión por delante, que conduce a la resurrección y a la ascensión? ¿Y no habremos interpretado esas palabras en un sentido muy estrecho, con una implicancia demasiado sentimental y común, por cuanto pueden indicar, a quienes están preparados, un camino especial y un modo más rápido de seguir los pasos del Hijo de Dios? Éste es uno de los puntos que nos conciernen y que este libro tratará de desarrollar. Si puede descubrirse este significado, más intenso, si el drama del Evangelio puede llegar a ser, de alguna manera particular, el drama de las almas que ya están preparadas, entonces podremos ver la resurrección de las esencialidades del cristianismo y la revivificación de la forma que va cristalizándose con tanta rapidez. De este modo, "el credo y la teología serán nuevamente importantes para nosotros, se convertirán en los tesoros esenciales de la religión, porque en ellos la raza conserva edad tras edad, los factores determinantes de todo valor humano”. (12)

2

Resulta interesante recordar que otras enseñanzas además de las dadas por el cristianismo, han hecho hincapié en estas cinco importantes crisis que ocurren, si se desea, en la vida de los seres humanos que se respaldan en su esencial divinidad. Tanto las enseñanzas hindúes como las creencias budistas, las destacaron como crisis evolutivas, que no podremos finalmente evadir; la correcta comprensión de la interrelación de estas grandes religiones mundiales, puede traer con el tiempo una mejor comprensión de todas ellas. La religión de Buda, que precedió a la de Cristo, expresa las mismas verdades básicas, pero las establece en términos diferentes, que pueden, sin embargo, ayudarnos a alcanzar una interpretación más amplia del cristianismo.

"El budismo y el cristianismo originaron respectivamente de dos inspirados momentos de la historia: la vida de Buda y la vida de Cristo. Buda dio Su doctrina para iluminar al mundo; Cristo dio Su vida. Corresponde a los cristianos discernir la doctrina. Quizás, en última instancia, la parte más valiosa de la doctrina de Buda sea la interpretación de su vida”. (13)

Las enseñanzas de Lao Tzu pueden servir también para el mismo propósito. La religión eventualmente debe ser un compendio, extraído de muchas fuentes y formado por muchas verdades. Resulta por lo tanto lícito pensar que si en la actualidad debiéramos elegir un credo, podríamos escoger el cristianismo por esta razón específica: el problema central de la vida es aferrarnos a nuestra divinidad y ponerla de manifiesto. En la vida de Cristo tenemos la demostración más completa y perfecta y el ejemplo de una divinidad vivida exitosamente en la tierra, vivida como la mayoría de nosotros debe hacerlo, no en el retiro, sino en medio de las tormentas y las tensiones.

Representantes de todos los credos se reúnen hoy para tratar la posibilidad de encontrar una plataforma, de tal universalidad y verdad, que todos los hombres puedan unirse en torno a ella, y en la cual podría basarse la futura religión mundial. Tal vez esto pueda encontrar una interpretación y comprensión más clara de los cinco relevantes episodios, en su relación excepcional y práctica, no sólo con el individuo, sino con toda la humanidad. Este conocimiento nos atará más definidamente al pasado, nos introducirá en la verdad existente entonces, y señalará nuestro deber y meta inmediatos, que al ser comprendidos, nos permitirá vivir en forma más divina y servir más adecuadamente, logrando así que la voluntad de Dios fructifique en la tierra. Lo importante es el significado interno y nuestra relación individual con ello. Como cierto escritor dice:

"Por lo tanto, formas externas de una religión, proporcionan muy escasos indicios de su significado. Un autor señala, por ejemplo, que el cristianismo 'derivó sus prácticas fundamentales e incluso varios de sus sacramentos, de las creencias religiosas y de los ritos del hombre primitivo; su cosmogonía y filosofía histórica, de los judíos; su fondo mesiánico, de los egipcios y judíos; su teológica, de los griegos; su filosofía cósmica, escatología y otras mundanalidades, de los persas; su complejo de impureza de las corrientes ascéticas, del judaísmo, de los cultos del misterio oriental y del neoplatonismo; su firmeza en la fe y su credulidad contra toda razón y observación, del neoplatonismo; su ritual y liturgia –hasta el sacramento de la misa , de los cultos de los misterios paganos; sus métodos de predicación, de los retóricos paganos, y su organización, leyes y sistema financiero, del Imperio Romano’“. (14)

“Pero todo esto se refiere sólo a la parte externa de la religión, a su credo, prácticas y ritos, en otros términos, a su simbolismo. Lo que destacamos, por otra parte, es el hecho que esas exteriorizaciones, sea cual fuera su 'origen', debieran ser reinterpretadas por cada nueva cultura, asimiladas por esa cultura, digeridas por ella e integradas en su restante trasfondo de conceptos”. (15)

La comprensión de la unidad y a veces la uniformidad de la enseñanza impartida en Oriente y Occidente, nos otorga una valiosa adquisición y un enriquecimiento de nuestra conciencia. Por ejemplo, el cuarto acontecimiento de la vida de Cristo, la crucifixión, tiene su paralelo en la cuarta iniciación de la enseñanza oriental, denominada la Gran Renunciación. Tenemos una iniciación llamada, en terminología budista, "la entrada en la corriente”, y hay en la vida de Jesús un episodio que designamos como "el bautismo en el Jordán". La historia del nacimiento de Cristo en Belén tiene su paralelo prácticamente en cada detalle de la vida de los mensajeros de Dios que Le precedieron. Esos hechos probados deberían sin duda evocarnos el reconocimiento de que aunque haya muchos mensajeros, hay sólo un Mensaje; pero este reconocimiento en modo alguno niega la tarea señera de Cristo y la función singular que vino a realizar.

Es interesante también recordar que estas dos descollantes Individualidades, el Buda y el Cristo, estamparon Su impronta en ambos hemisferios, siendo el Buda el Instructor de Oriente y el Cristo, el Salvador de Occidente. Cualesquiera sean nuestras conclusiones personales respecto a Sus relaciones con el Padre en los Cielos, o entre sí, el hecho subsiste por sobre toda controversia: Revelaron entre Sí la divinidad a sus respectivas civilizaciones y, de una manera harto significativa, trabajaron juntos para el beneficio eventual de la raza. Sus dos sistemas son interdependientes, y Buda preparó al mundo para el mensaje y la misión de Cristo.

Ambos encarnaron en Sí Mismos ciertos principios cósmicos, y por Sus obras y sacrificios, ciertos poderes divinos se derramaron a través de la humanidad y sobre ella. La tarea realizada por Buda y el mensaje que dio, estimularon la inteligencia para alcanzar la sabiduría. La sabiduría es un principio cósmico y una potencia divina. Esto es lo que encarnó Buda.

Pero el amor llegó al mundo por intermedio de Cristo, y Él, con su obra, trasmutó la emoción en Amor. Como "Dios es Amor”, la comprensión de que Cristo reveló el amor de Dios aclara la magnitud de la tarea que emprendió –tarea mucho más allá de los poderes de cualquier instructor o mensajero que Le precedió. Cuando Buda recibió la iluminación, "permitió entrar" una oleada de luz sobre la vida y sobre nuestros problemas mundiales, y esta inteligente comprensión de las causas de la angustia del mundo la formuló en las Cuatro Nobles Verdades, que como bien se sabe son:

1. La existencia en el universo fenoménico es inseparable del sufrimiento y la tristeza.

2. La causa del sufrimiento es el deseo de vivir en el mundo de los fenómenos.

3. El cese del sufrimiento se logra anulando todo deseo de vivir en este universo fenoménico.

4. El medio para lograr que cese el sufrimiento es hollar el Noble Óctuple Sendero, en el cual se expresan la recta creencia, las rectas intenciones, la recta palabra, las correctas acciones, el recto vivir, el recto esfuerzo, el recto pensar y la correcta concentración.

Buda proporcionó una estructura de la verdad, del dogma y de la doctrina, que capacitó, a muchos millares de individuos a través de los siglos, para ver la luz. Hoy Cristo y Sus discípulos llevan a cabo (como lo han hecho durante dos mil años) la misma tarea de llevar la iluminación y la salvación a los hombres. La ilusión del mundo ha recibido severos golpes y las mentes de los seres humanos están llegando masivamente a una creciente claridad mental. Por lo tanto, mediante el mensaje de Buda, el hombre puede, por primera vez, conocer la causa de su eterno descontento, de su constante desagrado e insatisfacción y de su incesante nostalgia. El hombre puede aprender del Buda que la forma de liberarse se halla en el desapego, el desapasionamiento y el discernimientos. Éstos son los primeros pasos en el camino hacia Cristo.

Mediante el mensaje de Cristo surgieron tres conceptos generales en la conciencia racial:

Primero, que el individuo, como tal, tiene valor. La doctrina oriental del renacimiento tendió en general a negar esta verdad, creyendo que había tiempo suficiente y que la oportunidad se ofrecería interminablemente y el proceso evolutivo realizaría su tarea. La humanidad puede ir a la deriva con la marea, y eventualmente todo se arreglará. De allí que la actitud general de Oriente no era destacar el valor supremo del individuo. Pero Cristo vino y destacó la acción del individuo, diciendo: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras". (16)

Segundo, se ofreció la oportunidad, a toda la raza, para dar un gran paso hacia adelante, pasar el "nuevo nacimiento", o recibir la primera iniciación. En el próximo capítulo trataremos este tema.

El tercer concepto que Cristo enseñó contiene la técnica de la nueva era, que se aplicará cuando la salvación individual y el nuevo nacimiento hayan sido correctamente comprendidos. Este fue el mensaje o mandato, "ama a tu prójimo como a ti mismo". (17) El esfuerzo individual, la oportunidad grupal y la identificación recíproca, fue el mensaje del Cristo.

En la enseñanza del Buda tenemos las tres maneras en que puede cambiarse la naturaleza inferior y prepararse para ser una expresión consciente de la divinidad. Mediante el desapego el hombre aprende a apartar su conciencia e interés de las cosas de los sentidos y a desoir los llamados de la naturaleza inferior. El desapego impone un nuevo ritmo al hombre. Mediante la lección del desapasionamiento se inmuniza del sufrimiento de la naturaleza inferior, a medida que aparta su interés de las cosas secundarias y de lo no esencial y lo centra en las realidades superiores. Mediante la práctica del discernimiento, la mente aprende a seleccionar lo bueno, lo bello y lo verdadero. Estas tres prácticas cambian la actitud hacia la vida y la realidad, y cuando se efectúan sensatamente proporcionan la regla de la sabiduría y preparan al discípulo para la vida crística.

A la enseñanza dada a la raza le sigue el trabajo de Cristo con la humanidad, dando por resultado la comprensión del valor del individuo y su esfuerzo autoiniciado por la liberación y la iluminación, teniendo como objetivo final el amor y el bien grupales. Aprendemos a perfeccionarnos de acuerdo al mandato de Cristo "Sed, pues, vosotros perfectos", (18) para tener algo con qué contribuir al bien del grupo y para servir a Cristo con perfección. De allí, esa realidad espiritual de que hablaba San Pablo, "Cristo en vosotros, esperanza es de gloria", (19) que se libera en el hombre y puede manifestarse en toda su expresión. Cuando un número suficiente de personas haya captado este ideal, la entera familia humana podrá ponerse por primera vez frente al portal que lleva al Sendero de Luz, y la vida crística florecerá en el reino humano. Entonces se desvanecerá la personalidad, oscurecida por la gloria del alma, que, como el sol naciente, disipa las tinieblas, revela la situación de la vida e ilumina la naturaleza inferior. Como consecuencia, se llega a la actividad grupal, y el yo, como se lo concibe generalmente, desaparece. Esto ya está ocurriendo. El resultado final de la tarea de Cristo está representado en Sus propias palabras en San Juan 17, que sería de valor leerlas.

Individualidad, Iniciación, Identificación, he aquí los términos en que puede expresarse el mensaje de Cristo. Esto Lo resumió, cuando estaba en la tierra, en la frase: "Yo y mi Padre somos uno". (20) Esa gran Individualidad, el Cristo, por el proceso de las cinco grandes Iniciaciones, nos mostró las etapas y métodos por los cuales puede llegarse a la identificación con Dios. Este párrafo proporciona la nota fundamental de todo el Evangelio y constituye el tema de este libro .
La interrelación entre el trabajo del pasado y del presente, tal como ha sido dada por el gran Instructor de Oriente y por el Salvador de Occidente, puede expresarse como:

El Buda ........El Método.................Desapego
Desapasionamiento
Discernimiento
El Cristo................El Resultado............Individualismo
Iniciación
Identificación

Cristo vivió Su vida en la pequeña pero significativa faja de tierra que llamamos Palestina, la Tierra Santa. Vino a probarnos la posibilidad del logro individual. Surgió (como parecen haberlo hecho todos los Instructores, a través de las edades) de Oriente, y trabajó en ese país que se alza como un puente entre los hemisferios oriental y occidental y que separa dos civilizaciones muy distintas. Los pensadores modernos harían bien en recordar que el cristianismo es una religión que sirve de puente, y en esto reside su gran importancia. El cristianismo es la religión del período transitivo que vincula la era de la existencia individualista autoconsciente con un futuro mundo unificado de conciencia grupal. Es en forma relevante una religión de separaciones, que demuestra al hombre su dualidad, sentando las bases para que realice su esfuerzo a fin de lograr la unidad o unificación. La comprensión de esta dualidad es una etapa imprescindible en el desenvolvimiento del hombre, y el propósito del cristianismo ha sido revelarlo, así como también señalar la lucha entre el hombre inferior y el superior, entre el hombre carnal y el espiritual, unidos en una sola persona, y afirmar la necesidad de que el hombre inferior sea salvado por el hombre superior. Esto lo dice San Pablo en términos familiares en: "...para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en él las enemistades". (21) Tal fue la divina misión de Cristo y ésta es la lección del relato del Evangelio. Por consiguiente, Cristo no sólo unificó en Sí Mismo “la ley y los profetas" del pasado, sino que también nos entregó una verdad que pudiera salvar el abismo existente entre el credo y la filosofía de Oriente y nuestro materialismo y conquistas científicas occidentales, siendo ambos, expresiones divinas de la realidad. Al mismo tiempo el Cristo demostró a los seres humanos la perfección de la tarea que cada hombre podía realizar dentro de sí mismo, uniendo esa esencial dualidad que es su naturaleza y produciendo la unificación de lo humano y lo divino, tarea a la cual deben ayudar todas las religiones. Cada uno de nosotros debe "crear de dos un solo y nuevo hombre, haciendo así la paz” porque paz es unidad y síntesis.

Pero la lección y el mensaje que Cristo trajo al hombre como individuo, también lo trajo para las naciones, presentándoles la esperanza de una futura unidad y paz mundiales. Vino al comienzo de la era astronómica denominada "era de Piscis” porque durante este periodo de aproximadamente dos mil años, nuestro sol pasa por el signo zodiacal de Piscis, los peces. De ahí las frecuentes referencias a los Peces y la aparición del símbolo del pez en la literatura cristiana, incluyendo el Nuevo Testamento. Esta era de Piscis cae entre la anterior dispensación judía (los dos mil años en que el sol pasó por el signo de Aries, el Carnero) y la era de Acuario, en la que nuestro sol está ahora transitando. Estos hechos son de carácter astronómico, pero aquí no voy a hablar de conclusiones astrológicas. En el período en que el sol estaba en Aries, encontramos frecuentes alusiones al carnero o víctima propiciatoria, en las enseñanzas del Antiguo Testamento y en la celebración de la festividad de la Pascua. En la era cristiana empleamos la simbología del pez, hasta el punto de comer pescado el Viernes Santo. El símbolo de la era de Acuario, según se establece en todos los antiguos zodíacos, es un hombre llevando un cántaro de agua. El mensaje de esta era es de unidad, comunión y relación entre hermanos, porque todos somos hijos de un mismo Padre. A esa era se refirió Cristo en las instrucciones que dio a Sus discípulos cuando los envió a la ciudad, diciéndoles: "He aquí, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle hasta la casa donde, entrare”. (22) Así lo hicieron, y más tarde se realizó en dicha casa la grande y sagrada fiesta de la comunión. Se refiere sin lugar a dudas, a un período futuro en que se entrará en la casa zodiacal llamada "el portador de agua” donde todos nos sentaremos a la misma mesa y tomaremos una recíproca comunión. La dispensación cristiana ocurre entre los dos grandes ciclos mundiales, y así como Cristo consumó en Sí Mismo el mensaje del pasado y dio la enseñanza para el presente, también señaló ese futuro de unidad y comprensión que constituye nuestra inevitable meta. Estamos hoy al final de la era pisceana, y entramos ya en el periodo de la unidad acuariana, que Él nos anticipó. El "aposento alto" es el símbolo del alto punto de realización hacia el que marchamos como raza, muy rápidamente. Algún día se celebrará la gran ceremonia de la Comunión, de la cual todo servicio de comunión es el anticipo. Estamos entrando lentamente en este nuevo signo. Durante más de dos mil años sus potencias y fuerzas actuarán sobre la raza y establecerán los nuevos tipos, fomentarán las nuevas expansiones de conciencia y conducirán al hombre a una realización práctica de la hermandad.

En un artículo titulado This Vibrant Clod, George Gray (23) dice que ha llegado el momento en que debemos despertar al impacto de los nuevos rayos, las vibraciones cósmicas y las renovadas energías que empiezan a actuar en nuestro planeta. Establece que la ciencia tiene plena conciencia de que esas nuevas fuerzas están produciendo sus efectos sobre la tierra, y en consecuencia pregunta, ¿por qué si esto es así, la humanidad debe considerarse inmune a esos efectos? y agrega,

“...el origen de los rayos cósmicos está envuelto en el misterio, aunque las autoridades en la materia creen que llegan del espacio; de la realidad de estos bombardeos desde lo externo no cabe ninguna duda. Aunque no son perceptibles para los sentidos del hombre y pueden captarse sólo indirectamente por medio de aparatos, son superlativos portadores de la energía del mundo... Parece improbable que la tierra esté expuesta a ese continuo bombardeo por dichas fuerzas sin ser afectada, y se han hecho muchas especulaciones sobre dichos efectos".

Más adelante agrega:

"Tales son algunas de las fuerzas que inciden sobre la tierra y sobre los mortales. Si, como sugiere el profesor Lewis, algunas de ellas pueden trasmutar los metales en rocas, ¿qué no le harán al protoplasma? Si algunas de esas radiaciones trasforman nuestra atmósfera en ionosfera y la distienden y alzan en montañas aéreas, llevándola de un lado a otro como una carpa circense bajo un huracán, ¿no será que alguna de esas influencias desempeña una función activadora en los átomos vivos de la corriente sanguínea, o en los átomos pensantes del cerebro?...

"Después de todo, el supremo problema de la investigación, desde el punto de vista humano, es el planteado a la cuestión de la causa y el efecto. ¿Cuáles son las consecuencias terrenales conjuntas de estas radiaciones, empujes, arrastres y adherencias, a que está sometido el planeta continuamente? Es un gran interrogante, pero aunque sea el comienzo de una respuesta tendría mucho valor para el género humano."

Es interesante observar, a la luz de lo expuesto, que las energías que actuaron sobre nuestro planeta cuando el sol estaba en Aries, el carnero, produjeron en la simbología religiosa el énfasis de la cabra o carnero, y que en nuestra era actual de Piscis, los Peces, su influencia ha matizado nuestra simbología cristiana al Punto de que el pez ocupa el lugar preponderante en el Nuevo Testamento y en nuestra simbología escatológica. Los nuevos rayos, energía e influencias entrantes, deben con toda seguridad estar destinados a producir iguales efectos, no sólo en el campo de los fenómenos físicos, sino también en el mundo de los valores espirituales. Los átomos del cerebro humano están despertando como nunca, y los millones de células que, según se dice, están inactivas y adormecidas en el cerebro humano, pueden ser puestas en actividad funcionante, trayendo esa percepción intuitiva que podrá reconocer la futura revelación espiritual.

Hoy el mundo se está reorientando hacia las nuevas influencias, y en los procesos de reajuste es inevitable un caos temporario. El cristianismo no será reemplazado, sino trascendido; su trabajo preparatorio será realizado exitosamente, y el Cristo nos dará otra vez la siguiente revelación de la divinidad. Si lo que sabemos ahora de Dios es todo lo que puede saberse, la divinidad de Dios sería algo limitado. ¿Quién puede decir cuál será la nueva formulación de la verdad? Pero la luz está penetrando lentamente en los corazones y las mentes de los hombres, y a la luz de esta radiación iluminada ellos visualizarán las nuevas verdades y lograrán una nueva enunciación de la sabiduría antigua. Mediante la lupa de la mente iluminada, el hombre verá muy pronto aspectos de la divinidad hasta ahora desconocidos. ¿No existirán cualidades y características de la naturaleza divina que permanecieron hasta hoy totalmente desconocidos y son irreconocibles? ¿No puede haber revelaciones de Dios sin precedente alguno, para las que no tenemos palabras o medios de expresión adecuados? Los antiguos misterios, que muy pronto serán restaurados, deben volver a interpretarse a la luz del cristianismo, readaptándose para cubrir las modernas necesidades, porque ahora podemos penetrar en el Lugar Sagrado como hombres y mujeres inteligentes y no como niños, como espectadores de las historias y sucesos dramáticos en los cuales, en calidad de individuos, no tomamos parte conscientemente. Cristo desempeñó para nosotros el drama de las cinco iniciaciones, incitándonos a seguir Sus pasos. La era pasada nos preparó para esto, y ahora podemos entrar inteligentemente en el reino de Dios por el proceso de la iniciación. El hecho de que el Cristo histórico haya existido y caminado sobre la tierra, es la garantía de nuestra propia divinidad y de nuestro logro final. El hecho del Cristo mítico, que aparece una y otra vez a través de las edades, prueba que Dios nunca ha quedado sin testigos y que siempre han existido. quienes alcanzaron la realización. El hecho del Cristo cósmico, manifestado como el anhelo hacia la perfección en todos los reinos de la naturaleza, prueba la realidad de Dios y es nuestra eterna esperanza. La humanidad se encuentra ante los portales de la iniciación.

3

Siempre han existido templos, misterios y lugares sagrados, donde el verdadero aspirante podía hallar lo que buscaba, y la necesaria instrucción sobre el camino que debía seguir. Un viejo profeta dijo:

“ ... y habrá allí calzada y camino y será llamado Camino de Santidad; el inmundo no pasará por él, sino que estará con ellos; el que anduviere por este camino, por torpe que sea, no se extraviará". (24)

Es un camino que va de afuera adentro. Revela, paso a paso, la vida oculta velada por cada forma y símbolo. Asigna al aspirante ciertas tareas que lo llevan a la comprensión, produciendo una inclusividad y sabiduría que llenan las necesidades más sentidas. El aspirante pasa la etapa de la búsqueda, o lo que los tibetanos llaman "el conocimiento directo". En ese sendero, la visión y la esperanza dan lugar al conocimiento. Se recibe una iniciación tras otra, llevando cada una al iniciado, más cerca de la meta de la total unidad. Quienes trabajaron, sufrieron y realizaron esto en el pasado, constituyen una larga cadena que se extiende desde el pasado más remoto al presente, porque los iniciados están todavía con nosotros y la puerta aún permanece abierta de par en par. Por intermedio de esta jerarquía de realización los hombres son ascendidos paso a paso por la larga escala que va de la tierra al cielo, para permanecer oportunamente ante el Iniciador y en ese momento trascendental descubrir que Cristo Mismo es quien Les da la bienvenida, el Amigo familiar que habiéndolos preparado con el ejemplo y el precepto, los introduce en la presencia de Dios. Tal ha sido la experiencia, la experiencia uniforme a través de las edades, de todos los buscadores. Rebelándose en Oriente contra la rueda del renacimiento, con su constante y reiterado sufrimiento y dolor, o en Occidente contra la aparente y monstruosa injusticia de una vida dolorosa que el cristiano se adjudica, por eso los hombres se han dirigido internamente para descubrir la luz, la paz y la liberación, tan ardientemente deseadas. Kenneth Saunders dice: (25)

"En Grecia y en Asia Menor, como en la India, la conciencia y el corazón humanos protestaron contra la monstruosa pesadilla del renacimiento, y las religiones de los misterios son, como las religiones de la India, una promesa de salvación. Enseñan que el iniciado 'se salva' 'nace de nuevo a la vida eterna', se 'ilumina' o ‘glorifica', porque el Logos o Divina Razón penetra en él, dándole poder sobre la naturaleza, volviéndolo a crear, de modo que ya no es más un muñeco impotente a merced de demonios caprichosos y del inexorable destino, sino que en cierto sentido es Dios. Grandes e imponentes sacramentos... simbolizaban este nuevo nacimiento a la Vida Eterna y 'los hombres estaban sedientos de creencia y adoración' ".

La misma verdad e idéntica meta surgen de los postulados cristianos, con la diferencia de que Cristo nos da un cuadro definido de todo el proceso en la propia historia de Su vida, construida sobre las iniciaciones mayores que constituyen nuestra herencia universal y gloria y, para muchos, la oportunidad inmediata. Esas iniciaciones son:

1. El Nacimiento en Belén, del cual Cristo dijo a Nicodemo: "el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios". (26)

2. El Bautismo en el Jordán. Éste es el bautismo a que se refería Juan, el Bautista, agregando que el Bautismo del Espíritu Santo y del fuego debía sernos administrado por Cristo. (27)

3. La Transfiguración. Allí por primera vez se manifiesta la perfección, y se le comunica a los discípulos la divina posibilidad de tal perfección. Surge el mandato: "Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. (28)

4. La Crucifixión. En Oriente se la designa como la Gran Renunciación, con su lección del sacrificio y su llamamiento a la muerte de la naturaleza inferior. "Cada día muero”, (29) decía el apóstol, porque sólo en la práctica de sobrellevar la muerte de cada día puede enfrentarse y resistirse a la Muerte final.

5. La Resurrección y Ascensión, el triunfo final que capacita al iniciado cuando enuncia y sabe el significado de las palabras: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?, ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?”. (30)


Tales son los cinco grandes y dramáticos acontecimientos de los misterios. Tales son las iniciaciones por las que todos los hombres deberán pasar algún día. La humanidad se encuentra hoy en el sendero de probación. El camino de la purificación es hollado por las masas, y estamos en proceso de purificarnos del mal y del materialismo. Cuando se haya completado este proceso, muchos estarán preparados para recibir la primera de las iniciaciones y pasar por el nuevo Nacimiento. Los discípulos del mundo se están preparando para la segunda iniciación, el Bautismo, y para esto debe purificarse la naturaleza emocional de deseos y dedicarla a la vida del alma. Los iniciados del mundo enfrentan la iniciación de la Transfiguración. El control de la mente y la correcta orientación hacia el alma, con la completa transmutación de la personalidad integrada, es lo que les espera.

Se dicen muchas tonterías hoy respeto a la iniciación, y en el mundo hay muchas personas que pretenden ser iniciados. Olvidan que ningún iniciado hace tal proclamación o habla de si mismo. Quienes proclaman ser iniciados lo niegan al proclamarlo. A los discípulos e iniciados se les enseña a ser incluyentes en sus pensamientos y no separatistas en sus actitudes. Nunca se apartan del resto de la humanidad, afirmando su condición, poniéndose automáticamente sobre un pedestal. Tampoco los requisitos, como se establece en muchos libros esotéricos, son tan sencillos como los presentan. Por su lectura podría creerse que mientras el aspirante logra cierta tolerancia, bondad, devoción, simpatía, idealismo, paciencia, perseverancia, ha llenado los requisitos principales. Estas cosas en realidad son las esencialidades primordiales, pero a esas cualidades debe añadirse una comprensión inteligente y un desarrollo mental que lleve a una sensata e inteligente colaboración con los planes destinados a la humanidad. Lo que se requiere es el equilibrio de la cabeza y del corazón; el intelecto debe tener su complemento y expresión en el amor y por intermedio de éste. Esto requiere una proclamación sumamente cuidadosa. Amor, sentimiento y devoción, se los confunde a menudo. El amor puro es un atributo del alma y es omnincluyente, y precisamente en este amor puro reside nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes. "Porque el amor de Dios es más amplio que la mente del hombre, y el corazón del Eterno maravillosamente bondadoso", dice el antiguo himno –y así se expresa ese amor que es atributo de la Deidad y también el atributo oculto de todo hijo de Dios. El sentimiento es emocional e inestable, la devoción puede ser fanática y cruel, pero el amor fusiona y mezcla, comprende e interpreta y sintetiza toda forma y expresión, todas las causas y las razas, en un ardiente corazón amoroso, que no sabe de separaciones, divisiones ni desarmonías. La realización de esta divina expresión en nuestra vida cotidiana exige lo máximo de nosotros. Ser un iniciado exige todo el poder de cada uno de los aspectos de nuestra naturaleza. No es una tarea fácil. Afrontar las pruebas inevitables que enfrentaremos al hollar el sendero que Cristo recorrió, requiere un excepcional valor. Para colaborar sabia y sensatamente con el Plan de Dios y fusionar nuestra voluntad con la Voluntad divina, debemos poner en actividad no sólo el más profundo amor de nuestro corazón, sino también las más agudas decisiones de la mente.

La iniciación debe contemplarse como un gran experimento. Hubo una época, quizás cuando se instituyó este proceso de desenvolvimiento, que fue posible restablecer en la tierra ciertos procesos internos, conocidos entonces sólo por unos pocos. Luego, lo interno podía presentarse en forma simbólica para enseñar a "los pequeños”, más adelante lo mismo pudo ser realizado abiertamente y expresado en la tierra por el Hijo de Dios, el Cristo. La iniciación es un proceso viviente, y mediante él todos quienes se disciplinan debidamente y cumplen voluntariamente, pueden ser aceptados, analizados y ayudados por ese grupo de iniciados y conocedores que son los guías de la raza, conocidos por muchos y diversos nombres en diferentes partes del mundo y en distintas épocas. En Occidente se Los llama Cristo y Su Iglesia, los Hermanos Mayores de la Humanidad. La iniciación es, por lo tanto, una realidad y no una hermosa visión fácilmente lograda, como parecieran establecerlo tantos libros esotéricos y ocultistas. La iniciación no es un proceso que alcanza un individuo cuando ingresa en ciertas organizaciones y que sólo puede comprenderse ingresando en tales grupos. La iniciación no tiene nada que ver con sociedades, escuelas esotéricas u organizaciones. Todo lo que pueden hacer es enseñar al aspirante ciertas bien conocidas y fundamentales "reglas del camino", y dejarlo que comprenda o no, según se lo permitan su ansia y desarrollo, y que atraviese el portal, si su equipo y su destino se lo permiten. Los Instructores de la raza y el Cristo, "el Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres", no se interesan por estas organizaciones ni por ningún otro movimiento en el mundo, que lleve actualmente iluminación y verdad a los hombres. Los iniciados del mundo se encuentran en toda nación, iglesia y grupo, donde haya hombres de buena voluntad activos y donde se preste un servicio mundial. Los grupos esotéricos modernos no son los custodios de las enseñanzas de la iniciación ni es su prerrogativa preparar al individuo para este desarrollo. La mejor enseñanza sólo puede preparar a los hombres para la etapa del proceso evolutivo denominado discipulado. La razón por la cual lamentablemente es así, y por qué la iniciación parece estar alejada de los miembros de la mayoría de los grupos, que afirman poseer una visión interna de los procesos iniciáticos, se debe a que estos grupos no han puesto el énfasis necesario en la iluminación mental, que forzosamente ilumina el camino hacia el portal que conduce al "Lugar Secreto del Altísimo". En cambio hicieron hincapié en la devoción personal a los Maestros de Sabiduría y a los conductores de su propia organización; recalcaron la adhesión a la enseñanza autoritaria y a ciertas reglas de vida, y no dieron impulso fundamental de adhesión a la todavía pequeña voz del alma. El camino al lugar de la iniciación y al Centro donde se encuentra Cristo, es el camino del alma, el camino solitario del propio desenvolvimiento, desapercibimiento y disciplina. Es el camino de la iluminación mental y de la percepción intuitiva. Esto fue bien explicado en una revista publicada hace muchos años y decía:

"Sin embargo, la verdad es que el hombre inteligente hace del mundo su propia cámara de iniciación, y de la vida misma el umbral de los misterios. Si un hombre puede manejarse a sí mismo con perfección, puede manejar todo lo demás. Posee la fuerza. El modo exacto de emplearla es una mera cuestión de detalle. Debemos hacer uso de cada oportunidad que se nos presenta, y cuando nada ocurre tratemos de proporcionarnos nuestra propia oportunidad.

"Los que aspiran a un verdadero progreso deben considerar todo lo que les sucede en la vida como una prueba iniciática, y ser, por así decirlo, sus propios iniciadores". (31)

La iniciación es la revelación del amor, el segundo gran aspecto de la divinidad que se expresa en la sabiduría. Esta expresión se encuentra en toda su plenitud, en la vida de Cristo, que nos reveló la naturaleza del amor esencial y nos dijo que amáramos. Demostró lo que es la divinidad y, luego, expresó que viviéramos divinamente. El Nuevo Testamento, presenta de tres maneras, cada vez más progresivas en su definición de la experiencia, esta vida en desenvolvimiento del viviente amor divino, dándonos la secuencia de la revelación de Cristo en el corazón humano. Tenemos ante todo la frase "Cristo en nosotros esperanza es de gloria”. (32) Ésta es la etapa que precede y sigue al nuevo nacimiento, el Nacimiento en Belén, etapa hacia la cual se dirige lenta, pero constantemente, la masa constituyendo hoy la meta inmediata de la mayoría de los aspirantes del mundo. En segundo término tenemos la etapa denominada del hombre maduro en Cristo, con lo que se indica la acrecentada experiencia de la vida divina y un desenvolvimiento más profundo de la conciencia crística en el ser humano. Hacia este fin están ahora orientados los discípulos del mundo. Luego tenemos la etapa de la realización a que se refiere San Pablo en los siguientes términos:

"Hasta que todos lleguemos, a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. (33)

La iniciación es por lo tanto una serie graduada y positiva de expansiones de conciencia una creciente y constante percepción de la divinidad y todas sus implicancias. Muchos de los llamados iniciados de hoy creen haber alcanzado este estado, porque algún guía esotérico o vidente psíquico, les dijo que es así; pero en su fuero interno nada saben del proceso mediante el cual podrán pasar (como lo enseñó la masonería) por esa puerta misteriosa, entre dos grandes pilares, en su búsqueda de la luz; ellos tienen un conocimiento consciente del programa autoiniciado que debe seguirse en plena conciencia vigílica, siendo conocido simultáneamente por el alma divina inmanente y por la mente y el cerebro del hombre en la vida física. Estas expansiones de conciencia revelan progresivamente al hombre la calidad de su naturaleza superior e inferior; este conocimiento señala a San Pablo, como uno de los primeros iniciados que logró esa condición bajo la dispensación cristiana. Leamos lo que dice acerca de esta revelación de su dualidad:

"Y yo sé que en mí esto es, en mi carne no mora el bien, porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.

"Porque no hago el bien que quiero, mas el mal que no quiero, eso hago.

"Porque según el hombre interno, me deleito en la ley de Dios.

"Pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

"Miserable de mí ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

"Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro." (34)

Únicamente mediante la revelación del Cristo interno, en cada ser humano, puede realizarse esta unificación. Sólo mediante el nuevo nacimiento, el bautismo del espíritu y del fuego y la transfiguración de la naturaleza, puede hallarse la liberación y llegarse a la unidad con Dios. Sólo mediante el sacrificio de la humanidad, que es la esencia de la crucifixión, puede cumplirse la resurrección.

Lo que es verdad para el individuo lo es finalmente para toda la familia humana. El plan para la humanidad concierne al desarrollo consciente del hombre. A medida que el género humano acrecienta su sabiduría y conocimiento y las civilizaciones vienen y van, traen cada una la lección y el punto elevado de realización, y los hombres, como grupo, se acercan al portal que conduce a la vida. Todo descubrimiento moderno, todo estudio y conocimiento psicológico, toda actividad grupal y toda realización científica, así como todo verdadero conocimiento ocultista, son de naturaleza espiritual, sirven de ayuda para esa expansión de conciencia que convertirá al género humano en el gran Iniciador. Cuando los seres humanos puedan captar en una gran síntesis la necesidad de entrar más definidamente en el mundo de los verdaderos significados y valores, los misterios serán universalmente reconocidos. Se verán los nuevos valores y las nuevas técnicas y métodos de vida se desarrollarán como resultado de esa percepción. Hay signos de que ya está ocurriendo, que la destrucción efectuada a nuestro alrededor y el derrumbe de las antiguas instituciones, políticas, religiosas y sociales, son sólo preliminares de esta empresa. Estamos en camino de llegar a "lo que está adentro" y muchas voces lo proclaman hoy. A este respecto dice el Dr. Nicholas Berdyaev: (35)

"La vida, ante todo, debe ser contemplada interna y espiritualmente (no externa o políticamente como lo hacen los revolucionarios y los contrarrevolucionarios) y vivirse con todo esfuerzo espiritual y disciplina moral. Es erróneo suponer que las formas políticas son en sí eficaces; solamente el espíritu otorga la salud y crea nuevas formas propias. "El vino nuevo debe ponerse en odres nuevos". Lo subrayado me pertenece, A.A.B

Estamos en el sendero de transición (¿podríamos denominarlo el Sendero del Discipulado?) que nos llevará hacia una nueva dimensión, hacia el mundo interno de la realidad y de la correcta energía, mundo en el cual sólo el cuerpo espiritual puede actuar y únicamente el ojo del espíritu puede ver. No lo pueden percibir quienes aún no han despertado su percepción interna y su intuición está dormida. Cuando el cuerpo espiritual empieza a organizarse y a crecer, y cuando el ojo de la sabiduría se abre lentamente y se prepara para ver realmente, entonces se tendrán los indicios de que el Cristo latente en cada hijo de Dios, está empezando a controlar y a guiar al hombre al mundo del ser espiritual, del verdadero significado y de los valores esenciales. Este mundo es el reino de Dios, el mundo de las almas, y cuando se manifiesta, constituye esa expresión de vida divina que llamamos el quinto reino de la naturaleza. Pero no puede ser todavía percibido por todos. Mediante los procesos de la iniciación este mundo es revelado. Se ha dicho que:

"Los Antiguos Misterios, la iniciación moderna y toda ocupación mística se apoya en la doctrina de que el hombre nunca puede aprender por los Sentidos corporales los secretos de la vida y el problema del universo. El ojo, el oído y los demás órganos del cuerpo, sólo son vías de percepción del burdo mundo físico que nos rodea. Mecánicamente adaptados a nuestro medio externo, no tienen otra función más elevada que registrar sus impresiones sobre nuestra parte inferior, construida de materia y destinada a disolverse en sus elementos, tarde o temprano. La razón es la que analiza y sintetiza esas impresiones. Entre ella y el máximo conocimiento hay innumerables velos... Mientras nuestras percepciones estén restringidas a meras experiencias sensorias, nuestro conocimiento será proporcionalmente pequeño; para ser verdaderamente sabios, debemos romper las ataduras de la ilusión, desgarrar los velos de maya, romper las cadenas de la pasión y conocer el verdadero yo, poniéndolo al frente de nuestra conciencia y acciones”. (36)

Antes de poder recibir la iniciación, debe captarse la significación de las ideas que se acaban de exponer, suponiendo que habrán logrado necesariamente ciertos grandes desenvolvimientos. Estos requisitos pueden verse actuando hoy en la vida de cada discípulo y quienes tienen ojos para ver, observarán que aquéllos efectúan activos cambios en la raza.

La aspiración es un requisito fundamental para el individuo y para la raza. Hoy la humanidad aspira a grandes alturas y tal aspiración es responsable de los grandes movimientos nacionales que se ven en tantos países. Al mismo tiempo los discípulos individuales están esforzándose nuevamente por lograr la iluminación, incitados por su deseo de llenar las necesidades del mundo. El egoísmo espiritual, característica de los aspirantes del pasado, debe ser trascendido y trasmutado en amor al semejante y en "participación de sus padecimientos". (37) El yo debe perderse de vista en el servicio. El servicio se está convirtiendo rápidamente en la nota clave de la época y en uno de los incentivos del esfuerzo racial. Enfrentar el desastre y sufrir el doloroso experimento, siempre ha sido el sino del discípulo individual. Evidentemente al discípulo mundial, la humanidad, se lo considera digno de tal prueba. Esta universalidad de las dificultades en todo sector de la vida humana, sin excluir grupo alguno, indica que la entera humanidad está preparándose para la iniciación. Hay un propósito subyacente en todo lo que ocurre. Los dolores de parto, del Cristo dentro de la raza, han comenzado y el Cristo nacerá en "La Casa del Pan" (significado de la palabra "Belén"). Las implicancias de los actuales dolores y sufrimientos mundiales son tan evidentes que es innecesario dar mayores explicaciones. Hay un propósito subyacente en todos los acontecimientos mundiales en la actualidad y una recompensa al final del camino. Algún día, más pronto de lo que muchos creen, se abrirán ampliamente, ante el sufriente discípulo mundial, los portales de la iniciación (como se abrieron en el pasado para el individuo), la humanidad entrará en un nuevo reino y permanecerá ante la misteriosa Presencia, Cuya luz y sabiduría alumbraron al mundo por medio de la Persona de Cristo, y Cuya voz Se oyó en cada una de las cinco crisis por las que pasó Cristo. Entonces el género humano penetrará en el mundo de las causas y del conocimiento. Habitaremos en el mundo interno de la realidad, y la apariencia externa de la vida física se conocerá como símbolo de las condiciones y acontecimientos internos. Entonces comenzaremos a trabajar y a vivir como los iniciados de los misterios, y nuestras vidas se regularán desde el reino de la realidad donde Cristo y Sus Discípulos, de todos los tiempos (la Iglesia invisible), guían y controlan los acontecimientos humanos.

La meta que Ellos tienen en vista y el fin hacia el que trabajan, ha sido sintetizado en un comentario referido a una antigua escritura tibetana. El texto es el siguiente:

"Todo lo bello, todo lo bueno, todo lo que promueve la erradicación del dolor y de la ignorancia en la tierra, debe dedicarse a la Gran Consumación. Entonces, cuando los Señores de Compasión hayan civilizado espiritualmente la tierra y hecho de ella un Cielo, se revelará a los Peregrinos el Sendero Infinito que llega hasta el corazón del universo. El hombre ya no será hombre, habrá trascendido la naturaleza, e impersonalmente, aunque consciente, se unificará con todos los Seres iluminados, y ayudará a cumplir la Ley de la Evolución Superior, de la cual el Nirvana sólo es el comienzo”. (38)

Tal es nuestra meta. Es nuestro glorioso objetivo. ¿Cómo avanzar hacia su consumación? ¿Cuál es el primer paso que debemos dar? Según las palabras de un poeta desconocido:

"Cuando no puedas ver
debajo de la apariencia externa
la causa que inicia a todos los efectos,
cuando no puedas sentir el amor de Dios,
como cálida afluencia de la luz del sol
circundando la entera tierra,
entonces conócete iniciado en los Misterios,
que los sabios siempre consideraron de gran valor".


1 Heartír of Men.
2 Extraído por W. Kingsland de Religion in the Light of Theosophy.
3 He. 5:8.
4 La Doctrina Secreta, de H. P. Blavatsky, T. V, pág. 64 (2da. ed. arg., Editorial Kier).
5 Wrestlers with Christ, de Karl Pfleger, pág. 248.
6 Eros and Psyche, de Benchara Branford, pág. 82.
7 Reality and Ilusion, pág. 233.
8 The Recovery of Truth, págs. 91, 92.
9 Mt. 5:17.
10 Freedom and the Spirit, págs. 88, 89.
11 1 P. 2:21.
12 The Meaning of God in Human Experience, de W. E. Hocking, p. 139.
13 Religion in the Making, de A. N. Whitehead, pág. 55.
14 The Twilight of Christianity, de Harry Elmer Barnes, pág. 414.
15 Reality and Ilusion, de Richard Rothschild, págs. 241, 242.
18 Mt. 5:48.
19 CoL 1:27.
20 Jn. 10:30.
21 Ef. 2:15, 16.
22 Lc. 22:7, 10
23 Extraído de Harpers Magazine, abril de 1935.
24 Is. 35:8.
25 The Gospel for Asia, pág. 62.
26 Jn. 3:3.
27 Mt. 3:2.
28 Mt. 5:48.
29 1 Co. 15:31.
30 1 Co. 15 : 55.
31 The Theosophist, T. IX, pág. 364.
32 Co. 1:27.
33 Ef. 4:13.
34 Ro. 7:18, 25.
35 The End of Our Time, pág. 163.
36 The Theosophist, T. IX, pág. 243.
37 Fil. 3: 10.
38 Tibetan Yogas and Serret Doctrine, de W. Y. Evans Wentz, pág. 12.


CAPÍTULO II

LA PRIMERA INICIACIÓN... EL NACIMIENTO EN BELÉN

PENSAMIENTO CLAVE

"En la naturaleza existen tres maravillas perpetuas la magia de la materia, el milagro de la vida y el misterio de la humanidad. En todo hombre se encuentran y se unen estas tres maravillas".

Eros and Psyche, de Benchara Branford, pág. 76.
"El que no naciere de nuevo, no Puede ver el reino de Dios".

1

EN la dilucidación de las cinco iniciaciones mayores, trataremos de hacer tres cosas. Primero, comprender que el cristianismo es la flor y el fruto de las religiones del pasado, siendo la última que surgió, con excepción de la religión mahometana. Vimos que el énfasis de la religión cristiana se puso en la unidad de la familia Humana y en la misión singular del Cristo Mismo. Karl Pfleger (1) lo expresa en un magnífico párrafo:

"Grandes seres hicieron mucho para el mejoramiento de la humanidad. Pero el 'mayor y definitivo ideal del desarrollo del hombre, el de la raza humana que encarnó, de acuerdo a las leyes de nuestra historia', es Cristo. Y lo más importante es que además de desarrollarnos y elevarnos, nos desarrolla en Él Mismo. 'La abarcante naturaleza crística es asombrosa, porque es la naturaleza de Dios. Por lo tanto, Cristo es la semejanza de Dios en la tierra... Cristo ha penetrado totalmente en la humanidad y el hombre se esfuerza por trasformarse en su ideal, la Persona de Cristo'. Cristo es el ideal del hombre, porque representa la 'condición final de la naturaleza humana"'.

Cristo vino a enseñar el supremo valor del individuo, según se dijo en el capítulo anterior. (2)

Parecería que el énfasis puesto por los seguidores de Mahoma sobre la existencia de Dios, el Supremo, el Uno y el único, tuviera el carácter de un pronunciamiento equilibrador, surgiendo, como lo hizo en el siglo XV, a fin de proteger al hombre del olvido de Dios, a medida que se acercaba a su propia divinidad latente y esencial, como hijo del Padre. El estudio de las relaciones de las distintas creencias y la manera en que se preparan para ello y se complementan mutuamente, es de profundo interés. Esto lo olvidan a menudo nuestros teólogos occidentales. El cristianismo puede mantener en secreto, y así lo hace, la sagrada enseñanza, pero la heredó del pasado. Puede personalizarse mediante la instrumentación de los grandes Mensajeros divinos, pero el camino de cada Mensajero ha sido preparado de antemano, y Él Mismo fue precedido por otros grandes hijos de Dios. Su palabra puede ser la Palabra dadora de vida para nuestra civilización occidental, y personalizar la salvación que debía llegarnos, pero Oriente tenía sus propios maestros, y cada civilización pasada en nuestro planeta tuvo su Representante divino. Al considerar el mensaje del cristianismo y su contribución excepcional, no olvidemos el pasado, porque entonces jamás comprenderíamos nuestra propia fe.

Segundo, pensemos en términos de la totalidad y comprendamos que las grandes expansiones de conciencia a que nos referiremos constantemente tienen paralelos universales. Algunos de estos desarrollos residen en la historia del pasado racial. Otros están en el porvenir. Uno es posible en el presente inmediato. A medida que el equipo físico y mecánico del hombre se desarrolla a fin de enfrentar la expansión de su conciencia, es llevado gradualmente a una mayor experiencia de la Inmanencia divina, a una mejor percepción de la trascendencia divina y a registrar con creciente e iluminada percepción, la revelación que se le presenta correlativamente para su educación y desarrollo cultural. Este pensamiento sugiere una oportuna pregunta.

"¿No será que al desarrollarse la estructura del cerebro se acrecentó en tal forma su sensibilidad, que en determinado momento estableció contacto con lo divino, y entonces el hombre, el animal, se trasformó en el Hombre espiritual y se abrió un nuevo capítulo en la historia del Universo? El hombre al descubrir así a Dios se hizo divino". (3)

Ese gran acontecimiento marcó una iniciación definitiva en la vida de la raza. La simiente o germen de la vida crística fue implantada en la familia humana. Estamos ahora al borde del nacimiento del Cristo racial, y desde las tinieblas de la matriz de la materia, el Cristo Niño puede penetrar hasta la luz del reino de Dios. Nos espera otra crisis, y Cristo ha preparado ya a la raza para ello, porque cuando nació en Belén no fue simplemente el nacimiento de otro Instructor y Mensajero divino, constituyó la aparición de un Individuo que no sólo sintetizó en Sí Mismo las realizaciones pasadas de la raza, sino que fue el precursor del futuro, que encarnó en Sí todo lo que era posible realizar para la humanidad. La aparición de Cristo en la caverna de Belén marcó la inauguración de un nuevo ciclo de desarrollo espiritual para la raza y el individuo.

Consideraremos esos desarrollos desde el punto de vista del individuo y estudiaremos los episodios que se relatan en los Evangelios, que conciernen vitalmente al ser humano individual que, llegando al final del largo y fatigoso camino de la evolución, está preparado para representar nuevamente el mismo drama en su propia experiencia. Tiene la oportunidad de pasar de la etapa del nuevo nacimiento a la de la resurrección final, por el escarpado sendero del Monte Gólgota. En lo más recóndito de su ser debe aprender a comprender las palabras de Cristo: "Os es necesario nacer de nuevo". (4) También expresar la muerte en vida, que constituye el destacado mensaje de San Pablo. (5)

Cada uno de nosotros debe comprobar esto por sí mismo, tarde o temprano, porque, "vivir una experiencia religiosa es la única manera legítima de llegar a comprender el dogma". (6) Sólo siguiendo el ejemplo de los que ya han realizado, aprenderemos el significado de la realización. Únicamente viviendo divinamente podrá expresarse nuestra divinidad oculta. Esto implica una autoaplicación práctica que trae su propia recompensa, pero al principió debe llevarse a cabo ciegamente.


"La Presencia divina debe compenetrar a los individuos, estar presente en su propia esencia en todas las cosas individuales, aunque no es la esencia del individuo. La luz de la divinidad siempre ilumina nuestra alma y todas las cosas, pero sólo se convierte en nuestra luz, cuando estamos preparados". (7)

La historia de la Humanidad es, por lo tanto, la historia de esta búsqueda individual por la expresión de la luz divina y la realización final del nuevo nacimiento que libera al hombre a fin de prestar servicio en el reino de Dios. A través de las edades, los individuos de todo el mundo pasaron por esas cinco expansiones de conciencia y entraron en una profunda vida de servicio más rico y pleno. Gradualmente, su sentido de la divinidad ha ido aumentando y su percepción de la Vida divina, inmanente en la naturaleza, los ha llevado al reconocimiento de la paralela verdad de Dios trascendente. Dios en el individuo y Dios en Cristo, Dios en todas las formas y Dios en la vida animadora del cosmos, y un Dios que conscientemente anima siempre un universo y también a un hombre y al más diminuto átomo de sustancia. La evolución de este reconocimiento de la divinidad en el hombre ha sido lenta y gradual, pero en ciertas etapas de la historia racial (como en la historia del hombre individual) hubieron momentos críticos, surgieron crisis y se trascendieron, y cada iniciación definida otorgó a la raza una más amplia comprensión. El género humano está siendo preparado hoy para tal transición y para un nuevo enfoque de la conciencia humana, en una dimensión superior y en un campo de experiencia más rico. La humanidad está preparada para ascender otro peldaño en la escala evolutiva. Encontrándonos frente a una situación tan particular y poseyendo una experiencia sin paralelo, no debe sorprendernos la actual situación caótica. Temblamos ante la posibilidad de dar otro paso adelante; estamos preparados para otra iniciación, y a punto de ampliar nuestro horizonte y atravesar una puerta abierta para entrar en una habitación más grande. Todo lo que trascurre no indica fracaso, confusión insensible, ni ciego trastorno. Es más bien un proceso de destrucción temporaria para una mayor reconstrucción, constituyendo la analogía, en la vida racial, de las pruebas y experiencias que siempre le llegan al discípulo que se prepara para la iniciación. Para ello el cristianismo ha reparado un considerable número de seres de la raza. La nueva interpretación y la próxima revelación son inminentes. El Dr. Berdyaev (8) dice:

"La naturaleza humana posee una capacidad infinita de regeneración y recuperación. Sin embargo, no podemos imaginarnos un renacimiento espiritual del hombre y de su obra, sino por la profundización de su cristianismo, hasta llegar a una nueva manifestación de la semejanza de Cristo en el hombre, por lealtad a la revelación cristiana en la personalidad humana. En el cristianismo, el estudio del hombre no es aún total y completo; el contenido de su Revelación en lo que respecta al hombre, no ha sido ampliamente explorado ni se ha desarrollado toda su riqueza".

Esta revitalización futura de la naturaleza interna y esencial de la humanidad, con la consiguiente reorganización de los asuntos mundiales y de la vida humana, la presienten y esperan los pensadores de la raza y constantemente aíslan la actual oportunidad. La expectativa asume grandes proporciones. El diario "The New York Times" del 4 de abril de 1935, informó que el Dr. Isaías Bowman, presidente de la Universidad John Hopkins, dijo algo muy significativo relacionado con este tema. Subrayó la necesidad de que la humanidad descubra la verdad, puntualizando que los hombres deberían ante todo tratar de que se produzca ese estado mental que acepta la verdad cuando es descubierta y luego la ponga en práctica. Dijo también que en la actualidad ciertas premisas importantes deberían regir el pensamiento mundial. Señaló que una de ellas, podría describirse en términos del antiguo aforismo mejicano que dice: "Siempre habrá en el centro una nueva Palabra". Toda forma tiene su centro positivo de vida. Todo organismo está construido en torno a un núcleo central de fuerza. Hay un centro en nuestro universo, del cual surgió la Palabra, que trajo a la existencia a nuestro sistema solar organizado, tal como es hoy, y al planeta en que vivimos con sus miríadas de formas de vida.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios.
"Éste era en el principio con Dios.
"Todas las cosas por él fueron hechas y, sin él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
"En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres.
"En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho, pero el mundo no le conoció". (9)

Lo que es verdad del Todo lo es también de la parte. Cada civilización, como expresión de la conciencia humana, ha tenido su Verbo. Hace dos mil años un Verbo se "hizo carne" por nosotros, y en torno a ese centro dinámico de vida espiritual, gira nuestro mundo occidental. En lo que a los resultados concierne, no tiene importancia aceptar o dudar de este hecho o, como dice el Dr. Albert Schweitzer: (10)

"El fundamento histórico del cristianismo, tal como lo consideran el racionalismo, el liberalismo y la teología moderna, ya no existe, lo cual no significa, sin embargo, que el cristianismo haya perdido su fundamento histórico. El trabajo que la teología histórica creyó debía realizar y ahora ve que se derrumba en el instante próximo a su terminación, es sólo una capa externa de terracota, del verdadero fundamento histórico indestructible, independiente de cualquier conocimiento y comprobación histórica simplemente porque está allí, existe.

"Jesús representa algo para nuestro mundo, porque una poderosa corriente de influencia espiritual surgió de Él y penetró también en nuestra era. Este hecho no puede ser negado ni confirmado por el conocimiento histórico."

La Palabra siempre fue emitida para que la raza pueda ver y reconocer el próximo paso a dar. Cristo hizo que el hombre oyera esto en el pasado y Cristo hará que el hombre pueda oírlo nuevamente. Algún día, como bien saben los masones, estas palabras pronunciadas periódicamente, serán reemplazadas por una Palabra conocida por ellos como "la Palabra Perdida". Cuando finalmente se enuncie esa Palabra, la humanidad podrá ascender a la última cima de la realización humana. La divinidad oculta alumbrará entonces en toda su gloria, por medio de la raza. Quizás se haya: alcanzado la cúspide del logro material. Ahora nos llega la oportunidad de que el Yo sutil y divino se manifieste por medio de la experiencia que llamamos "el nuevo nacimiento", y que el cristianismo ha enseñado. El efecto de todo lo que está ocurriendo ahora en la tierra es traer a la superficie lo que está oculto en el corazón humano, y revelar ante nuestros ojos la nueva visión. Entonces podremos pasar, por el portal de la nueva era, a una comprensión más profunda de las realidades vitales y a una norma más real y superior de los valores. La Palabra debe emitirse nuevamente desde el centro, el Centro en los Cielos y el centro de todo corazón humano. Cada alma individual debe oírla por sí misma. Cada uno de nosotros tiene que pasar por esa experiencia, donde sabemos que somos el 'Verbo hecho carne", y hasta que la experiencia de Belén no sea parte de nuestra conciencia individual como almas, seguirá siendo un mito. Pero puede convertirse en una realidad la más grande realidad en la experiencia del alma.

No puedo detenerme para definir, la palabra "alma". Un resumen de un libro del Dr. B. Bosanquet, (11) expresa la idea en términos que la vinculan con la experiencia individual, no obstante conservando en toda su belleza las implicancias cósmicas. Es imposible aislar a un alma, dice el autor:

"El alma -empleo el término en su sentido más general para señalar el centro de experiencia que como microcosmos ha adquirido o está adquiriendo un carácter propio y una persistencia relativa no debe compararse a un agente independiente de exteriorización constitutiva por una parte, o de la vida de lo absoluto por la otra. Nuestra idea ha sido desde el principio... que el alma es cierta porción de la exteriorización que 'adquiere vida' al centrarse en la mente. Cuando hablamos del alma como voluntad que moldea las circunstancias en forma creadora, tenemos otra expresión del microcosmos, incluyendo el centro, circundado por las circunstancias, remodelándose y reformándose a sí mismo. Por otra parte, es un hilo o fibra de la vida absoluta..., una corriente u oleada dentro de ella, de longitud e intensidad variables, y separada de la gran masa líquida en la cual se mueve". Lo subrayado me pertenece A.A.B.

Lo que esta alma es, cuando se devela y manifiesta (aún por medio de las limitaciones de la carne), Cristo lo ha expresado en forma clara. Lo parcial en nosotros es lo completo en Él, una realidad en toda su expresión. Cristo nos ha unido a Él, por medio de Su humanidad perfeccionada; nos ha unido a Dios por medio de Su divinidad expresada. Cristo reveló a Dios, y Dios, según se dice en términos lúcidos, es

“ ... el elemento coaligador del mundo. La conciencia que en nosotros es individual, en Él es universal; el amor sólo parcial en nosotros, es omniabarcante en Él. Fuera de Él no podría haber mundo, porque no podría haber un ajuste de la individualidad. Su propósito en el mundo es la cualidad de la realización, y está siempre incorporado, en las ideas particulares relevantes, al actual estado del mundo. Así toda realización es inmortal en el sentido en que modela los actuales ideales de Dios en el mundo tal como existen ahora. Cada acto deja en el mundo una impresión de Dios más profunda o más débil...” (12)

Dos pensamientos deben tenerse en cuenta en estos momentos, si no queremos sumergirnos en el aparente caos mundial, perdiendo así nuestra perspectiva. Uno es que cada edad proporciona su propia salida. Esto es lo que quiso decir Cristo cuando expresó "Yo soy el camino la verdad y la vida". (13) Él sabía que sintetizaba en Sí Mismo el alma del pasado y el espíritu del futuro. El Dr. Bonsanquet dice que "los grandes hombres del mundo no nacen simplemente de sus padres terrenales. Edades enteras y también países están enfocados en ellos". Y lo que es cierto de Cristo, lo es también de Su enseñanza. El cristianismo abarca el pasado e incluye los mejores elementos religiosos.

“Parecería como que el cristianismo ocupara una posición central singular al presentar en sí una síntesis de los elementos más sutiles de las otras religiones superiores. Esta posición central no es el resultado de una componenda, sino de una síntesis y armonización creadora de lo más descollante y excelente de otras religiones. Intelectualmente, su concepto de Dios es un teísmo, síntesis del deísmo de los mahometanos y del panteísmo de los hindúes. Éticamente, está en el punto medio entre el ascetismo budista que 'renuncia al mundo', y la autorrealización 'mundana' de Confucio. Emocionalmente, fusiona las disciplinadas restricciones del estoicismo con el fervor del bakti hindú. Además, es la religión que ha tratado con mayor hondura el problema del mal sin sofocarlo (como hace el hinduismo), consignando el mundo de los hechos al reino de la ilusión, ni endiosándolo (como los zoroastrianos y los maniqueos), sino haciéndolo parte de la estructura esencial de la Realidad”. (14)

El alma del hombre se halla ante los portales de la revelación y debe aprender que élla vendrá perfeccionada a través de él. En su conocido poema “Paracelsus” expresa esto en las bien conocidas palabras:

"Mora así en todo,
desde el diminuto comienzo de la vida hasta finalizar
en el hombre la consumación de nuestro esquema
del Ser, la terminación de esta esfera
de la vida; cuyos atributos ya diseminados
por doquier sobre el mundo visible,
piden ser combinados como ínfimos fragmentos
destinados a unirse en un maravilloso todo,
cualidades imperfectas diseminadas por toda la creación,
sugiriendo una criatura aún increada,
algún punto donde estos rayos dispersos pueden unirse,
convergiendo en las facultades del hombre...
. . . . . . . . . . . . . . . . ..

Cuando la raza sea perfecta,
es decir, como hombre; todo lo dado al género humano,
y por el hombre producido, hasta ahora ha llegado a su fin:
pero en el hombre íntegro se inicia nuevamente
una tendencia hacia Dios. Las predicciones auguraron
el acercamiento del Hombre; en el yo del hombre surgen
augustas anticipaciones, símbolos, tipos
de tenue esplendor, siempre existentes
en ese eterno círculo perseguido por la vida.
Los hombres comienzan a cruzar los límites de la naturaleza,
descubriendo nuevas esperanzas y obligaciones, que rápidamente suplantan
sus propias alegrías y pesares; llegan a ser demasiado grandes
para los estrechos credos del mal y del bien, que se desvanecen
ante la inmensurable sed de bien; en tanto
surge en ellos la paz en forma creciente,
estos hombres se hallan ya en la tierra,
serenos en medio de las criaturas semiformadas que los rodean,
que deben ser salvados por ellos y unirse a ellos."

El hombre, el ser humano, alma encarnada, está en vísperas de dar ese paso hacia adelante que producirá el primero de los grandes desenvolvimientos, denominado "el nuevo nacimiento". Una vez experimentado esto, la vida del Cristo Niño se acrecentará y el impulso establecido lo llevará hacia adelante por el Camino que va de una cumbre elevada de realización a otra, hasta que él mismo se convierta en un iluminado portador de Luz, y pueda alumbrar el camino de los demás. Los iluminados siempre han llevado a la raza hacia adelante; los conocedores, los místicos y los santos, siempre han revelado las cumbres de las posibilidades individuales y raciales.

"Revelan a otros hombres lo que el hombre puede ser; reducen el cuerpo a átomos y producen una llama viviente en un cuerpo recién reconstruido; desentierran la oculta belleza de los seres humanos que pasaron al más allá como desecho de la humanidad, y enhebran en el hilo dorado del amor de Dios, virtudes cuya existencia era apenas conocida y su combinación parecía imposible: fervor y paciencia, humildad y poder, desapego y afecto, humilde esperanza y elevada humildad. Pero, por sobre todo, los santos poseen el secreto de la paz, así como el amante corresponde a los deseos de su corazón, y en esa realización algún gozo cantó internamente, al cual respondieron todas sus facultades. Los santos no son solitarios ni estoicos, conocen el dolor y comprenden la pena, pero dondequiera vayan, los acompaña la claridad solar de la primavera." (16)

El Camino que va desde el Nacimiento en Belén hasta el Monte de la Crucifixión, es duro y difícil, pero es hollado con regocijo por el Cristo y por quienes han sintonizado su conciencia con la Suya. El goce de la vida física se trasforma en el goce de la comprensión, y nuevos valores, nuevos deseos y un nuevo amor, reemplazan al antiguo. El Dr. Whitehead (17) lo aclara bellamente con las palabras:

"En cuanto se alcanza la conciencia superior, el goce de la existencia se entrelaza con el dolor, la frustración, la privación y la tragedia. En medio de tanta belleza, heroísmo y osadía transitorios, la Paz es la intuición de lo permanente. Conserva vívida la sensibilidad de la tragedia, y la ve como un ser viviente, persuadiendo al mundo para obtener lo sutil, más allá del desvanecido nivel de los hechos circundantes. Cada tragedia es la revelación de un ideal lo que debió haber sido no fue lo que pudo ser. La tragedia no ocurrió en vano. Este poder de sobrevivir de la fuerza motivadora, debido a la atracción de las reservas de la Belleza, marca la diferencia entre el mal trágico y el mal denso. El sentimiento interno que corresponde a esta captación del servicio que presta la tragedia, es la Paz la purificación de las emociones."

El Nacimiento en Belén marcó el comienzo del largo camino de la tragedia del Salvador. Hizo de Él "varón de dolores, experimentado en quebranto". (18) Fue el principio del fin, señalando Su iniciación en los estados superiores de conciencia. Está evidenciado en el Evangelio.

2

Antes de referirnos en forma definida a esas grandes iniciaciones, sería de valor tratar brevemente uno o dos puntos relacionados con el tema en general. Se da tanta enseñanza peculiar y sin fundamento sobre el tema, en la actualidad, y tan grande es el interés general, que se necesita con urgencia pensar con claridad y prestar atención a ciertos factores que con frecuencia se pasan por alto. Aquí cabría preguntarse "¿Quién es el iniciador? ¿Quién podría ser elegido para presentarse ante Él y recibir la iniciación”?

Nunca se acentúa con demasiada claridad que el primer iniciador que enfrenta el hombre es siempre su propia alma. Muchas escuelas esotéricas y maestros de esoterismo basan sus enseñanzas en las de algún gran Maestro y ponen a sus aspirantes bajo su tutela, que se supone los preparará para este paso, y sin cuya ayuda no hay progreso posible, olvidando que no hay Maestro que pueda hacer contacto con un ser humano, hasta que no haya establecido un claro y definido contacto con su propia alma. En el nivel de la percepción, el del alma, residen quienes pueden ayudarnos, y hasta no haber penetrado en ese nivel, como individuos, es imposible lograr un contacto inteligente con quienes actúan allí normalmente. La iniciación está relacionada con la conciencia y es simplemente una palabra que empleamos para expresar la transición que el hombre establece entre la conciencia del cuarto reino o humano, y el quinto o espiritual, el reino de Dios. Cristo vino para revelarnos el camino a ese reino y

"llamó a esa condición... el “Reino de los Cielos” que no era un lugar ni un mundo mejor, sino un estado de la mente o del alma, algo a que todos los hombres pueden tener acceso si siguen el camino. 'Esforzaos por tanto en conoceros a vosotros mismos y sabréis que sois hijos del Padre; sabréis que estáis (en la Ciudad de Dios), que vosotros sois la ciudad”. (19) Es evidente que esas palabras fueron dichas por quien descubrió ese Reino y que, por propia experiencia, adquirida en el camino hacia ese Reino, trató de enseñar a los demás. . . “ (20)

Esta alma iniciadora, denominada, como hemos visto, de diversos modos en El Nuevo Testamento y en las demás religiones, tiene una terminología adecuada a la época y al temperamento del aspirante. Donde el discípulo cristiano habla de que "Cristo en vosotros esperanza es de Gloria", (21) el discípulo oriental puede hablar del Yo o Atman. Las modernas escuelas de pensamiento hablan del ego, yo superior, hombre verdadero o entidad espiritual, mientras que en El Antiguo Testamento se hace referencia al "Ángel de la Presencia". Podría recopilarse una larga lista de sinónimos, pero para nuestros fines nos limitaremos a la palabra "alma" por su amplio empleo en Occidente.

El alma inmortal en el hombre, lo prepara para la primera iniciación, porque esta alma se manifiesta en la tierra como el "Cristo-Niño" que aparece en el hombre. Éste es el nuevo nacimiento. Lo que se ha estado gestando lentamente en el hombre llega a nacer por fin y el Cristo o alma nace conscientemente. Siempre ha estado presente el germen del Cristo viviente, aunque oculto en cada ser humano. Pero a su debido tiempo y período, el alma infante hace su aparición, siendo posible la primera de las cinco iniciaciones. La tarea prosigue y la vida crística se desarrolla y desenvuelve en el hombre hasta que tienen lugar las iniciaciones segunda y tercera. En esta etapa, como muchos creen, somos iniciados por medio del Cristo, y en plena conciencia vigílica el iniciado permanece ante Su Presencia y Lo ve cara a cara. Browning expresa esta verdad en su gran poema, diciendo:

“Oh, Saúl, será
un Rostro como mi rostro el que te reciba; a un Hombre como yo
amarás y por Él serás amado, siempre. Una Mano como ésta
¡te abrirá los portales de la nueva vida!
¡Mira al Cristo ante ti. !" (22)

Después de la tercera iniciación, la Trasfiguración, cuando la personalidad ha sido subordinada al alma o Cristo inmanente, y la gloria del Señor puede brillar a través de la carne, enfrentamos la suprema realización de la Crucifixión y la Resurrección. Después, se dice, ese Ser misterioso a que se refiere El Antiguo Testamento, denominándolo Melquisedek o el Anciano de los Días, desempeñará Su parte y nos iniciará en misterios aún más elevados. De este Personaje se dice que:

"Este Melquisedek, Rey de Salem, Sacerdote del Dios Altísimo... era, en primer término, como Su nombre lo indica, Rey de Justicia, y además Rey de Salem (es decir, Rey de la Paz). Sin padre ni madre ni genealogía, no tiene principio de días ni fin de vida..., permanece sacerdote para siempre”. (23)
Él es Quién recibe al iniciado y supervisa las transiciones superiores de conciencia que constituyen la recompensa a las pruebas pasadas triunfalmente. Es Aquél cuya "estrella alumbra" cuando el iniciado entra en la luz.

Hay, por lo tanto, tres iniciadores: primero, la propia alma del hombre; segundo, el Cristo de la historia y, finalmente, el Anciano de los Días, Aquél en Quien "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser". (24) Estas ideas interesan porque comprendemos que de las cinco iniciaciones, tres parecen ser, y en verdad son de suprema importancia. En la vida de Cristo hay episodios que representan grandes etapas de realización, culminando ciclos e iniciando otros nuevos, y son: la primera iniciación, el Nacimiento; la tercera iniciación, la Trasfiguración; la quinta iniciación, la Resurrección. Existe en la naturaleza un misterioso valor relacionado con las iniciaciones primera, tercera y quinta el comienzo, el punto medio y la consumación final. Como ya se dijo, "no sólo los intervalos entre la nota básica, la tercera mayor y la quinta perfecta, o los que distinguen la corchea de la semicorchea, son los que permiten componer una sinfonía o canción". Entre esos elevados puntos de cuyos intervalos da detalles el Evangelio, continúa la tarea que hace posibles las realizaciones posteriores. Consideramos especialmente en este libro, la técnica de la entrada en el reino de Dios. Tal reino existe, y nacer en él es tan ineludible como el nacimiento en la familia humana. El procedimiento correlativo desde la gestación, hasta que "en la plenitud del tiempo" nace el Cristo-Niño, el alma empieza a manifestarse en la tierra, comenzando la vida del discípulo y del iniciado. Pasa de una etapa a otra hasta que domina todas las leyes del reino espiritual. Por el nacimiento, el servicio y el sacrificio, el iniciado se hace ciudadano de ese reino, y esto constituye un proceso relacionado con su vida interna, tan natural como lo son los procesos físicos relacionados con su vida externa como ser humano. Ambos van juntos, pero la realidad interna eventualmente viene a la manifestación mediante el sacrificio de lo humano a lo divino. La siguiente cita aclara este concepto:

«Todos los grandes instructores han sabido que 'perder' esta vida debe ser el camino de todo el género humano, a fin de lograr un nuevo nacimiento, el Nirvana o reino de los Cielos; por lo tanto, al exigir a sus seguidores que pierdan su vida por Él y se nieguen a sí mismos, Jesús no les pidió nada excepcional. Si alguien quisiera seguir las enseñanzas de la Vedanta, del Buda o de Lao Tsé, debería también, implícitamente, perder al mundo entero y ganar sus propias almas. Tomando literalmente las palabras de Jesús, debemos alcanzar el mismo desapego de las cosas de este mundo como lo hacen los indúes al alcanzar el 'samadhi’. No niego, sin embargo, que el intento de poner en práctica Su lección resulta lo más difícil del mundo, pero, si se logra, el resultado sería ciertamente la liberación absoluta de las condiciones en que se ha desenvuelto la humanidad hasta el presente, y la entrada en un estado tan nuevo, como cualquier reino celestial imaginado: 'No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento desde donde quiere, sopla, y oyes su sonido; más ni sabes de dónde viene y adónde va: así es todo aquel que es nacido del Espíritu’ (25) ¿Puede alguien decir hoy, o alguien haber dicho alguna vez, dónde está el subconsciente o el alma? Se acepta que está fuera de toda designación de tiempo y espacio, y esa idea es quizá para nuestras mentes modernas la que más se acerca a un concepto de la naturaleza de aquello que 'volverá a nacer' del Espíritu, y aunque no volvamos a nacer de nuevo, esa naturaleza permanecerá siendo tan insondable como el viento”. (26)

El iniciado no es simplemente un hombre bueno. El mundo está lleno de hombres buenos que probablemente están muy lejos de ser iniciados, tampoco es un devoto bien intencionado. El iniciado es un hombre que ha agregado una sensata comprensión intelectual a las cualidades básicas de una sana devoción y carácter moral. Por medio de la disciplina ha coordinado su naturaleza inferior, la personalidad, por eso es "un recipiente útil para uso del amo” (27) siendo ese amo su propia alma. El iniciado sabe que deambula por un mundo de ilusión, pero se está instruyendo a sí mismo mientras camina a la luz de su alma, comprendiendo que al servir a sus semejantes y al olvidarse de sí mismo se prepara para presentarse ante el portal de la Iniciación. En ese sendero conoce a quienes como él, están aprendiendo a ser ciudadanos de ese reino. El mismo autor citado dice:

“, ... el vínculo de unión entre las personas que conocieron algo del reino aunque como individuos no se conozcan es el territorio del Reino de los Cielos, como Jesús quería que fuese, y cuando algunos de sus ciudadanos se conocen en cuerpo y mente, hay un reconocimiento instantáneo. Como ciudadanos del mundo pagan tributo al César, pero al mismo tiempo saben que el Reino de Dios 'no es de este mundo' y dan a Dios las cosas que son de Dios, comprobando que son también ciudadanos de ese Reino Interno, rodeándonos, invisible, intangible... está el Reino, a su debido tiempo entraremos allí. Cuando los hombres comprendan, es decir, acepten, que 'el reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: ¡hélo aquí o hélo allí!, porque he aquí el reino de Dios dentro de vosotros'; (28) entonces habrán dado el primer paso para conquistarlo." (29)

Éste ha sido el conocimiento y el mensaje de todos los verdaderos cristianos en el trascurso de los siglos, y su testimonio conjunto atestigua la realidad del reino, y el hecho de que quienes realmente lo buscan pueden hallarlo, y los que indagan acerca de su existencia, no serán defraudados. El camino hacia el reino se halla mediante preguntas y respuestas, buscando y encontrando, obedeciendo la voz interna, que sólo puede escucharse cuando las otras voces callan. El canónigo B. H. Streeter (30) lo aclara de este modo:

”Un intento sincero de cumplir la voluntad de Dios será poseer la condición preliminar de 'saber si la enseñanza es verdadera'. El camino para el conocimiento de Dios se hallará por la reorientación del propósito y el deseo, y la constante rededicación del yo a lo más elevado que conoce.

"Si así fuera, podrá esperarse que en determinado punto del desenvolvimiento espiritual, la personalidad llegará a ser suficientemente sensible a la influencia de lo divino, para lograr la percepción de la voluntad de Dios, que puede hallar expresión por medio de una voz interna."

Cuando oímos esa voz alcanzamos la conciencia de las posibilidades futuras y damos el paso inicial hacia la primera iniciación, que nos lleva a Belén y a descubrir y conocer a Cristo. Encontramos a Dios dentro de nosotros mismos. En la caverna del corazón puede sentirse el latido de la vida divina. El hombre descubre que es uno entre un vasto número de quienes pasaron por la misma experiencia, y mediante el proceso de la iniciación da nacimiento al Cristo. La "vida infantil” recién nacida en el reino de Dios, comienza con las luchas y las experiencias que lo llevarán gradualmente de una iniciación a otra, hasta obtener la realización. Entonces se convierte en un instructor y expresión de la divinidad y sigue las huellas del Salvador, sirviendo a la raza, emitiendo la nota necesaria y ayudando a otros a alcanzar el punto por él logrado. El sendero del servicio y la colaboración con la voluntad divina se convierten en el propósito de su vida.

No todos los iniciados pueden alcanzar la altitud lograda por Cristo. Su misión fue única y cósmica. Pero para los discípulos del mundo es posible la experiencia de cada una de las etapas de iluminación, según las describe el Evangelio. En consecuencia, al resumir las ideas concernientes al nuevo nacimiento en el reino, que tantos enfrentan en esta época, debe tenerse en cuenta que:

"En la primera gran Iniciación, el Cristo nace en el discípulo. Entonces percibe por primera vez en sí mismo la afluencia del Amor divino y experimenta el maravilloso cambio que lo hace sentirse uno con todo lo que vive. Éste es el 'Segundo Nacimiento', del que se regocijan todos los seres celestiales, porque nace en el Reino de los Cielos', como uno de los 'pequeños', como un 'infante', nombres que se aplican a los nuevos Iniciados. Tal es el significado de las palabras de Jesús, que sugieren que un hombre debe convertirse en un niño para entrar en el Reino." (31)

La misma autora, en otro pasaje de su libro, dice:

"El 'segundo nacimiento' es otro término muy conocido para designar la Iniciación; hasta en la India, se los llama 'dos veces nacidos' a los de las castas superiores, y la ceremonia que los convierte en dos veces nacidos es la de la Iniciación que en estos tiempos modernos es mera broza, pero son 'las figuras de las cosas celestiales’. (32) Cuando Jesús se dirige a Nicodemo, le dice: 'el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios', y se habla de este nacimiento como de 'agua y Espíritu'. (33) Ésta es la primera Iniciación; le sigue la 'del Espíritu Santo y la del fuego', (34) es decir, el bautismo del iniciado en su madurez, ya que el primero es el del nacimiento que da la bienvenida 'como a niños' que entran en el reino. (35) Que era enteramente familiar esta imagen entre los místicos judíos, se aprecia en la sorpresa que manifiesta Jesús cuando Nicodemo no entiende la fraseología mística de Su Interlocutor: '¿Eres tú, maestro de Israel y no sabes esto?’.” (36)

Los discípulos del mundo de esta época enfrentan estas posibles cumbres de realización. Así también se halla el fatigado discípulo mundial, la conjunta humanidad, agotada y aturdida, perpleja, e intranquila, aunque consciente de las divinas potencialidades y de los grandes sueños, visiones e ideales, que evocan una esperanza y rechazan una derrota, y son la garantía del éxito eventual. La voz de todos los Salvadores del mundo y el ejemplo de Cristo, indican a la humanidad el Camino que debe seguirse. Esto nos aparta de lo superficial y material y nos eleva del mundo irreal al mundo de la realidad. "El hombre está harto de una vida separada de su centro religioso y comenzará la búsqueda de un nuevo equilibrio religioso, de una profundización espiritual; ninguna actividad puede llevarla a cabo meramente en la superficie, llevando una vida puramente externa”. (37) Lo profundo llama a lo profundo y de las tinieblas de esas honduras, por el dolor y el sufrimiento, surgirá el Cristo Niño, y la humanidad en conjunto estará preparada para la gran transición hacia el reino de Dios. Herman Keyserling (38) dice lo mismo que el Dr. Berdyaev, señalando, además, que "la verdadera historia del género humano en realidad recién comienza; el hombre sólo ha alcanzado el grado de conciencia que le permitirá ser dueño de su destino". Puede entrar ahora en el reino y comenzar la historia espiritual. Hasta el presente, la historia ha sido preparatoria. Recién ahora, por primera vez, la raza está en condiciones de dar el gran paso en el sendero del discipulado y de la purificación, que precede al sendero de la iniciación. Los individuos siempre han surgido de la masa y ascendieron al pináculo de la realización, escalando la montaña de la iniciación. Actualmente, esto resulta posible para la mayoría. La voz de los que se realizaron, la clarinada de los que ya se han iniciado en los misterios del reino de Dios, posibilita el siguiente paso. El momento es único y urgente. El llamado es para el individuo, pero también, por primera vez en la historia, resuena en los oídos de la multitud, porque la masa está preparada para responder. El Dr. W. E. Hocking (39) dice al respecto:

"Las relaciones entre el hombre y Dios, en el trascurso de la historia religiosa, se hicieron más profundamente personales y apasionadas, con una profundización del sentido del mal y angustia espiritual. El alma encuentra por fin su compañero divino. Pero mientras la religión penetra en estratos más profundos y fértiles del conocimiento de Dios, se evidencia que el desarrollo de la religión cae progresivamente sobre los hombros de los individuos que, por su experiencia de Dios y su conocimiento, se convierten en autoridad para los demás. Vemos que la religión se universaliza y, al mismo tiempo, se hace peculiarmente personal."

Tal es la situación actual. Las voces de los individuos que penetraron en el reino, llaman a la multitud en términos claros, y esto es seguro, aunque a algunos la iniciación de la humanidad les parezca un proceso lento. Las antiguas verdades enunciadas por los Instructores y Salvadores mundiales están en proceso de ser interpretadas para satisfacer las antiguas necesidades en nuevos términos y en forma más vital. Los Conductores que moldean los espíritus de los hombres mantienen los portales abiertos de par en par, y el género humano se verá obligado a atravesarlos rápidamente si escucha el llamado, pero inevitablemente lo hará, lo oiga o no.

De esos inspirados Conductores, Voces y Conocedores de Dios el siguiente párrafo, extraído de un libro ya citado, resume lo que trato de expresar:

"De todos los grandes conductores de la humanidad, el tipo supremo del genio, por aceptación universal y para honra del género humano, ha sido: siempre el revelador de nuevas formas de esa noble vida abundante, siendo a la vez santo, sabio y artista, y sobre todo gran amante de la naturaleza y del hombre, un verdadero representante de la vida en su plenitud y unidad, que visualiza el magno drama de la vida del hombre en su totalidad y amplitud, movido a compasión por los sufrimientos y necesidades de sus semejantes, absorbe, para bien de ellos, con infinita paciencia, la cultura superior de su época y, después, basando sus descubrimientos supremos en la humilde aceptación de la experiencia y la investigación arriesgada, inyecta nueva vida a las grandes y antiguas religiones, fundando sobre ellas una síntesis nueva y más amplia, a la luz de la cual el arte poético cósmico, antiguo y perdurable, del género humano, se acrecienta, enriquece y purifica. Luego se abre una nueva era para todos los seres vivientes, humanos o no." (40)

Estas palabras expresan la misión de Cristo en el pasado y el mensaje que dará en el futuro.

Por lo tanto, nuestro tema surge gradualmente de nuestra conciencia y vemos que debe ser encarado desde dos ángulos principales. Ante todo estudiaremos esas cinco iniciaciones de Jesús, desde el ángulo del aspirante individual, para poner de manifiesto que como hijos de Dios podemos participar de lo que el Cristo realizó. Una de las cosas más interesantes que se presenta al estudiar la vida de Cristo, y percibir cómo el Plan divino para esa vida fue registrándose progresivamente en Su conciencia, es que al principio apenas pudo percibir lo que debía hacer. Las ideas se fueron desarrollando a medida que el Cristo crecía. Después de la primera iniciación, el Nacimiento en Belén, las palabras que dirigió a Su Madre fueron: "¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar?”. (41) Él sabía que se Le había ordenado trabajar y servir, pero las especificaciones de esa tarea se aclararon en Su mente recién más adelante. Simplemente reconoció un Plan, y a ese Plan Se dedicó. Esto es lo que deben hacer quienes siguen Sus pasos.

Luego tuvo lugar la segunda iniciación, la del Bautismo. Cristo había llegado a la adultez y esta realización fue seguida inmediatamente por un definido y consciente rechazo del mal. El reconocimiento del trabajo a emprenderse debe ser seguido por la purificación del que debe realizarlo y demostrar esa purificación y liberación del mal. Cristo lo demostró al triunfar sobre las tres tentaciones. Sólo después de esta evidente preparación leemos (42) que se dedicó a enseñar.

El reconocimiento y la preparación para participar en el Plan divino fueron seguidos por la dedicación a ese Plan. Después de la Trasfiguración, Cristo comprendió totalmente lo que tenía por delante y Lo definió claramente a Sus discípulos, cuando dijo:

“... que el Hijo del hombre padezca muchas cosas y sea rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y por los escribas, y sea muerto y resucite al tercer día.. . Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.” (43)

Más adelante, en el mismo capítulo leemos que "Él volvió su rostro para ir" al lugar del sufrimiento y del sacrificio.

Finalmente comprendió que había cumplido lo que de Él se esperaba. Cumplió el Plan, cumplió los asuntos de Su Padre y las “muchas cosas" emprendidas. Leemos que aún en la Cruz, el Plan absorbía Su atención y con Su "consumado es” (44), pasó por los portales de la muerte a una gozosa resurrección.

La revelación gradual del Plan y el servicio al mismo, siempre acompañan al proceso iniciático; el individuo aprende a subordinar su vida a la Voluntad del Padre y a trasformarse (como lo hizo Cristo) en el servidor de esa Voluntad. El proceso iniciático en sí es sólo una parte del Plan general para la raza, y los senderos del discipulado y de la iniciación sólo son las etapas finales en el sendero de la Evolución. Los primeros pasos en el sendero conciernen a la vida y la experiencia humanas, pero las etapas finales después del nuevo nacimiento, conciernen al desenvolvimiento del espíritu.

Lo que atañe al desarrollo del individuo también atañe a la raza. Todas esas etapas deben ser realizadas en la vida racial. Los que ven claramente esa visión, pueden percibir evidencias de este Plan en desenvolvimiento, en el constante surgimiento de las distintas ideas que hoy predominan en el mundo. Sin entrar en detalles o en extensas explicaciones del tema, el desarrollo del Plan y de la respuesta racial pueden percibirse con toda claridad en el desenvolvimiento de la idea de Dios. Primero, Dios fue una lejana Deidad antropomorfa, desconocida, no amada, vista con temor y recelo y adorada como una Deidad que se expresaba mediante las fuerzas de la naturaleza. A medida que trascurría el tiempo, este Dios distante se aproximó un poco más a Su pueblo, tomando un tinte más humano, hasta que en la dispensación judía, lo vemos muy parecido a nosotros, pero siendo todavía un Regente ético e iracundo, al cual se le obedecía y temía. A medida que trascurría el tiempo fue acercándose más, y antes del advenimiento del cristianismo, los hombres Lo reconocieron como el bienamado Krishna, de la fe hindú, y como el Buda. Luego llegó el Cristo para Occidente. Se vio a Dios Mismo encarnado entre los hombres. Lo lejano se convirtió en cercano, y Él, que había sido reverenciado con temor y asombro, podía ahora ser conocido y amado. Hoy Dios está aproximándose más aún, y la nueva era no sólo reconocerá la verdad de las revelaciones pasadas, atestiguando su validez y progresiva revelación de la divinidad, sino que a todo se sumará la revelación definitiva de la Presencia de Dios en el corazón humano, del Cristo que nace en el hombre, y cada ser humano se manifestará verdaderamente como hijo de Dios.

Si consideramos el desarrollo de la conciencia, vemos que aparece el mismo Plan divino. Aunque la raza en su infancia estaba dominada por el instinto, a medida que fue pasando el tiempo el intelecto empezó a manifestarse, y ahora continúa controlando los asuntos humanos y gubernamentales y las ideas. El intelecto correctamente empleado y comprendido está evolucionando hacia algo más sutil y revelador, y podemos progresivamente trazar el crecimiento de esta nueva fuerza, la intuición, en el inteligente hombre moderno. A su vez, esto trae iluminación, y así el hombre pasa de una gloria a otra, hasta que el omnisciente y cósmico hijo de Dios pueda verse expresándose a través de cada hijo del hombre.

El mismo desenvolvimiento puede observarse también racialmente en la transición efectuada en las diversas etapas que van desde el salvaje aislado hasta la familia y la tribu, luego desde la unificación de las tribus en naciones regidas por un solo gobierno, hasta que hoy vivimos en un mundo que comienza a responder a algo más grande que la nación la humanidad misma y a concebir su expresión por el desarrollo de una conciencia internacional. Por cualquier línea desde donde tracemos el desarrollo del Plan, venimos de un pasado distante, oscuro e ignorante, y vamos a la actual etapa donde surgen valores más reales. Empezamos a columbrar lo que es ese Plan y hacia dónde vamos. Entramos constantemente en un mundo de realidades espirituales, porque "hay un camino que se inicia en cada conjunto natural de hechos y va hacia cada realidad espiritual en el universo, y la naturaleza esencial de la mente obliga siempre en cierta medida, a recorrer este camino...” (45).

En este "fin de la era" el hombre enfrenta el portal de la oportunidad y, como está en proceso de descubrir su propia divinidad, penetrará en el ámbito de los valores reales y llegará a un mejor conocimiento de Dios. El misterio del nuevo nacimiento lo enfrenta y debe pasar por esa experiencia. Las siguientes palabras son iluminadoras:

"El misterio de la Encarnación no es de propiedad exclusiva de la Iglesia cristiana. Cada generación tiene su revelación encarnada. Pero aunque la manifestación de lo divino se actualiza en el hombre cuando encarna en los videntes, profetas y santos, la constante tarea de los pensadores ha sido definir y expresar en palabras la naturaleza del mundo espiritual. Con el término Dios o dioses, se ha descrito el contenido espiritual del Universo como un ser místico... , así Dios ha llegado a ser nuestro Padre en los Cielos, considerándolo como el poseedor de todas las bondades. La cualidad que se Le ha atribuido mayormente ha sido la de Su Amor... Por lo general se sostiene que Dios responde a los acercamientos humanos y colabora activamente con el hombre en su esfuerzo por ascender. La evidente encarnación de un elemento divino en el hombre, ha llevado, por un proceso a la inversa, al concepto de un Ser divino detrás del universo visible, y poseedor de todas las perfecciones”. (46)

La divinidad del hombre debe nacer tanto en el individuo como en la raza, así el reino de Dios vendrá a la existencia en la tierra. El Dr. Berdyaev (47) expresa lo mismo cuando dice que no son posibles "una sociedad y cultura perfectas sin esta verdadera vida espiritual, es decir, sin un renacimiento religioso. No debemos contentarnos con simbolizarla o simularla, sino aceptarla en su legítima forma."


3

Estas cinco iniciaciones tienen ciertos puntos básicos en común y semejanzas que en sí son de real significación. Existen factores afines a todas ellas. El Camino que conduce al reino es universal y el hombre es el símbolo y la realidad. El hombre observa todos los mitos y símbolos del mundo; lee y conoce la historia de los Salvadores del mundo, y al mismo tiempo debe volver a actualizar la misma historia y convertir el mito en una realidad en su propia experiencia personal; debe conocer a Cristo y también seguirlo, etapa tras etapa, a través de las grandes experiencias del proceso iniciático.

Toda iniciación está precedida de un viaje; cada etapa y acontecimiento dramático ocurre al finalizar un período de viaje. Es evidente este simbolismo. "Hollar el sendero" es el modo familiar de describir el acercamiento de un ser humano a los misterios. Es interesante observar que todo el mundo está en actividad. Emprenden viajes y peregrinaciones, proceso simbólico de una condición interna de búsqueda y acercamiento a una meta preordenada. Los viajes por tren, barco, avión, son comunes. Grandes grupos emigran de un lugar a otro, según las posibles condiciones económicas y el dictado del destino. Viajamos de aquí para allá. Caminamos, ampliamos nuestros horizontes. Nos preparamos también para expansiones de conciencia que nos permitirán vivir en dos reinos a la vez la vida que debe vivirse en la tierra y la que podemos vivir en el reino de Dios. La humanidad está en la primera etapa de su viaje al místico Belén, donde debe nacer el Cristo Niño, y la primera iniciación es, en estos momentos, un acontecimiento inminente para muchos.

"Ante cada hombre se abre
un camino, y caminos y un CAMlNO.
Y el alma superior asciende por el Camino superior
y el alma inferior va a tientas por el inferior;
y entre las brumosas planicies,
los demás van a la deriva, de aquí para allá.
Pero ante cada hombre se abre
un Camino superior y otro inferior,
y cada hombre decide
el Camino que debe seguir su alma." (48)

La enunciación de una Palabra de Poder señala una iniciación. El iniciado la oye, aunque el resto del mundo no pueda oírla. Cuando Cristo pasó por esas crisis, en cada una de ellas resonó una Voz, y el sonido emitido "abrió de nuevo los portales de la vida". Puerta tras puerta se abren ante la demanda del iniciado, como respuesta del Iniciador que está al otro lado del portal. Veremos lo que significó cada una de estas Palabras. La palabra siempre surge del centro. Repetidamente se dice en El Nuevo Testamento: "el que tenga oídos para oír, oiga”, (49) y un estudio de las palabras dirigidas a las siete Iglesias en las Revelaciones, arrojará mucha luz sobre el factor de la Palabra.

Grandes Palabras raciales fueron emitidas, produciendo los cambios requeridos y significando para los sensitivos un poder de verdadero valor espiritual.

La Palabra o sonido para la antigua Asia en el pasado fue Tao, o el Camino. Representaba el antiguo Camino que los Iniciados del Lejano Oriente hollaban y enseñaban. Para nuestra raza, la palabra es Aum, que ha de generado en el Amén de nuestro vernáculo occidental. Las antiguas escrituras de la India consideran a esta Palabra como indicando peculiarmente la divinidad, el espíritu de vida, el aliento de Dios. Cuál será la nueva Palabra que "surgirá del centro”, no lo sabemos, pues no será enunciada hasta que la raza esté preparada. Pero hay una Palabra común de Poder que será puesta bajo la custodia de nuestra raza si estamos a la altura de nuestra oportunidad, y por medio del nuevo nacimiento entraremos en el reino de Dios. Es la Palabra quedará vida al alma oculta en el hombre y lo energetizará en una actividad espiritual renovadora. A medida que la raza acreciente su sensibilidad y los aspirantes del mundo, de todas las religiones, cultiven la facultad (por medio de la meditación) de oír la Voz que puede acallar a las demás voces, y a medida que aprenda a registrar ese Sonido que apaga a todos los demás, podrán, como grupo, reconocer la nueva Palabra que se emitirá.

En cada iniciación de Jesús, como veremos, se dio un Signo, que se estampó en la conciencia de los no iniciados. Cada vez se vio un símbolo o forma que indicaba una revelación. Cristo Mismo dice que al final de los tiempos “la señal del Hijo del Hombre se verá en el Cielo." (50) Así como el Nacimiento en Belén fue anunciado por un signo, la Estrella, también el nacimiento hacia el cual se encamina apresuradamente la raza, será anunciado por un Signo celestial. La súplica que se eleva desde el corazón de todo verdadero aspirante a la iniciación está bellamente expresada en la siguiente plegaria:

“Hay una paz que a toda comprensión trasciende, es la que mora en el corazón de quienes viven en lo Eterno. Hay un poder que todas las cosas renueva, es el que vive y se mueve en quienes saben que el Yo es uno. Que esta paz se cierna sobre nosotros, que ese poder nos eleve, hasta llegar donde el único Iniciador es invocado, hasta ver el fulgor de Su estrella."

Cuando se vea ese Signo y se oiga la Palabra, el paso siguiente será registrar la Visión. El iniciado puede ver el Plan y la parte que debe desempeñar, entonces sabe lo que debe hacer. De esta Visión se habla como de la "visión de Dios” pero se expresa para el hombre en términos de la voluntad de Dios y la plenitud de lo que Dios intenta hacer. Estamos destinados a ser iniciados en los misterios de esa voluntad. La visión de Dios es la visión del Plan de Dios. Ningún hombre ha visto a Dios. La revelación de Dios viene por la revelación de Cristo.

“Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le respondió: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre'." (51)

Cristo reveló en Sí Mismo la voluntad de Dios y dio a la humanidad una visión del Plan de Dios para el mundo, y este Plan es la venida del reino. Cristo era Dios y la palabra de Dios surgía de Él. El Dr. A. N. Whitehead (52) aclara esta idea:

"Él es completo en el sentido de que su visión determina toda posibilidad de valor. Tal visión completa, coordina y ajusta cada detalle. De este modo no se agregan a su conocimiento las relaciones de las normas particulares de valores, ni lo perturba la comprensión en el mundo actual de lo que ya conceptualmente conoce en su mundo ideal. Este mundo ideal de armonización conceptual es sencillamente una descripción del propio Dios. Así, la naturaleza de Dios es el total conocimiento conceptual del ámbito de las formas ideales. El reino de los cielos es Dios...

"El reino de los cielos no es la separación del bien y del mal... Es la superación del mal por el bien. Esta trasmutación del mal se introduce en el mundo actual debido a que la inclusión de la naturaleza de Dios incluye la visión ideal de todo mal actual, tan pleno de novedosas consecuencias como para surgir y restaurar el bien...

"Todo acontecimiento, en su aspecto más sutil, introduce a Dios en el mundo. Por su intermedio otorga un fundamento a su visión ideal como realidad a la cual Dios proporciona el consiguiente ideal, y como factor que salva al mundo de la autodestrucción del mal. El poder por el cual Dios sostiene al mundo, es el poder de Sí mismo como ideal. Él se agrega al fundamento efectivo del cual surge todo acto creador. El mundo vive por la encarnación de Dios en Sí Mismo."

El hombre vive por la encarnación de Dios en el hombre. Pasando por el portal del nuevo nacimiento, el hombre puede redimir la carne en que esa divinidad está encerrada, entonces puede ayudar a redimir al mundo. También para la raza existe la crisis, la iniciación y la visión. Se dice: "donde no hay visión los pueblos perecen". (53) Pero esa visión no es la de todo el Plan. No es la experiencia terminante ni la consumación insondable. No estamos aún preparados para ello. Ni el propio Cristo proclamó la revelación final. Vio y proclamó el paso siguiente que debería dar la raza. Los acontecimientos inmediatos son presentidos para ser considerados más tarde inteligentemente; tenemos un momento de previsión, de predicción, de movimiento y actividad, de dificultad y servicio y del siguiente despliegue de gloria.

Después de la visión, como la que siguió a la iniciación, viene un renovado cielo de pruebas y dificultades. Las verdades reveladas y la revelación acordada, deben realizarse en la experiencia de la vida diaria. Momentos de asimilación y reflexión deben seguir a los de exaltación y visión. A no ser que se tenga una experiencia práctica de lo que se sabe, este saber quedará en la cima de la montaña de la revelación. Lo que se da a continuación aclarará el punto:

"Lo que un hombre conoce de la cualidad interina de la vida depende principalmente de tres cosas: primero, de la profundidad y alcance de su propia experiencia personal; segundo, de hasta dónde posee afinidad imaginativa para penetrar en la experiencia interna de otros y, tercero, de hasta dónde ha reflexionado sobre el material que se le ha presentado. De todo lo dicho, la experiencia personal es el primer requisito, pero eso solo no es bastante, porque para la “mayoría de las personas” se ha dicho que “son ignorantes a pesar de tener experiencia". La sabiduría y la percepción interna surgen, no del número de cosas hechas ni de la severidad de las cosas sentidas, sino de la profundidad y calidad de la posreflexión sobre ello." (54)

Por último, toda iniciación conduce a servir más ampliamente. Una forma práctica de vida espiritual debe seguir a los momentos pasados en la cima de la montaña. El yo y sus realizaciones deben olvidarse al servir a los demás. No hay escapatoria posible. Todo pináculo logrado es seguido invariablemente por un ciclo de prueba. Toda nueva revelación captada y apropiada debe adaptarse a las necesidades de una vida de servicio consecuente y tenaz, y la iniciación siempre requiere pruebas renovadas y acrecentado poder para servir.

 

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