ASTROLOGÍA ESOTÉRICA

Tomo III del TRATADO SOBRE LOS SIETE RAYOS

ALICE A. BAILEY

 

 

 


CAPÍTULO PRIMERO

EL ZODÍACO Y LOS RAYOS

MIS primeras palabras sobre este tema serán de índole enteramente preliminar. Trataré de sentar las bases para encarar, en forma algo distinta -y bastante más esotérica- la ciencia de la astrología. Me referiré a algunas cosas que probablemente podrán ser calificadas por los astrólogos académicos y sin inspiración, como revolucionarias y erróneas, improbables o indemostrables. Sin embargo, la astrología no ha demostrado todavía realmente su valor al mundo del pensamiento y de la ciencia, a pesar de los muchos éxitos definidamente demostrables. Por lo tanto, pediré a quienes leen y estudian esta parte del Tratado sobre los Siete Rayos, que tengan en cuenta el comentario anterior y estén dispuestos a considerarlo como hipótesis, esforzándose por analizar la teoría o sugerencia, y por comprobar las conclusiones a que se ha llegado en pocos años. Si pueden hacerlo, sobrevendrá un despertar de la intuición que convertirá a la astrología moderna en algo de mucha importancia y significación para el mundo. La astrología intuitiva reemplazará eventualmente a lo que hoy se llama astrología, retornando de este modo al conocimiento de esa antigua ciencia que relacionó las constelaciones y nuestro sistema solar, atrajo la atención sobre la naturaleza del zodíaco e informó a la humanidad sobre las interrelaciones básicas que rigen y controlan los mundos fenoménico y subjetivo.

1. Tres Afirmaciones Básicas.

La afirmación hecha frecuentemente de que la astrología es una ciencia exacta, a pesar de las muchas computaciones matemáticas, está lejos de serlo. Lo curioso es que está basada en la ilusión, y como bien saben, el zodíaco sólo es el recorrido imaginario del sol a través de los cielos, desde el punto de vista de nuestro insignificante planeta. El sol no está en ningún signo del zodíaco, sino simplemente parece estarlo al pasar entre nuestra pequeña esfera -la Tierra- y las constelaciones, en cualquier estación o tiempo determinado.

Antiguamente se creía que la Tierra era el centro del sistema solar, y que alrededor de ella giraban el sol y los demás planetas. Ésta era la posición y conocimiento exotérico, no la comprensión esotérica. Posteriormente, cuando nuevos descubrimientos trajeron mayor luz a la mente humana, nuestro planeta fue descentralizado y la verdad fue vista con mayor claridad, aunque todavía queda mucho por descubrir, lo cual podría ser hasta de naturaleza revolucionaria. Desde ciertos ángulos astrológicos debe tener lugar un proceso similar de descentralización y el sistema solar ya no debe considerarse un punto alrededor del cual gira el zodíaco, o a través del cual el sol pasa durante su gran ciclo de aproximadamente 25.000 años. Los astrólogos que poseen visión interna podrán negar que ésta sea la actitud comúnmente adoptada, sin embargo -a fin de esclarecerla y en conexión con el público en general- la inferencia es permitida y aceptada por los ignorantes. Sobre esta teoría, concerniente al zodíaco, se apoya ampliamente lo que denominamos la Gran Ilusión. Quisiera que recuerden esto al estudiar juntos las nuevas formas de encarar la más grande y antigua de todas las ciencias. La astrología es una ciencia que debe volver a su original belleza y verdad, para que el mundo pueda obtener una perspectiva más veraz y una apreciación más justa y exacta del Plan divino, tal como es expresado en la actualidad por medio de la Sabiduría de las Edades.

La segunda afirmación que quisiera hacer es que en la actualidad la astrología es esencialmente la más pura presentación de la verdad esotérica en el mundo, porque es la ciencia que trata de las fuerzas y energías que condicionan, rigen y actúan a través del espacio, y sobre él y todo lo que en éste se encuentra. Cuando sea captado este hecho, cuando el origen de esas energías sea mejor comprendido y la naturaleza del espacio correctamente captada, tendremos un horizonte más amplio y más íntimamente relacionado; las relaciones entre entidades individuales y planetarias, del sistema y del cosmos, serán entonces conocidas y comenzaremos a vivir científicamente, vivir científico que es el propósito inmediato de la astrología.

Aquél que cree actualmente en la astrología adopta por lo común la posición de que él es un individuo importante -por lo menos para él-, que vive sobre ese importante planeta, la Tierra (importante para la humanidad), y que por medio de la astrología puede descubrir su destino y saber lo que debe hacer.

No me refiero en este comentario a esos pocos astrólogos que poseen un verdadero conocimiento esotérico, siendo en realidad muy pocos, y sólo un puñado de ellos lo practican actualmente. Al investigador moderno le agrada creer que sobre y a través de él hacen impacto y fluyen esas energías que provienen del signo en el cual está el sol en el momento de su nacimiento: considera que él responde a las fuerzas de los distintos planetas, a medida que rigen las casas de su horóscopo, y cree que las tendencias y circunstancias de su vida están determinadas así. Esto le hace creer que él es un factor importante aislado. Las interpretaciones modernas no recalcan la importancia del signo naciente (el ascendente), lo cual se debe a que muy pocos están preparados para actuar como almas y tampoco tienen en cuenta las energías que actúan constantemente sobre nuestro planeta, procedentes de otras constelaciones o de muchos planeas “ocultos”. En la Sabiduría Eterna se dice que existen alrededor de setenta de estos planetas en nuestro sistema solar.

Quisiera presentar un cuadro más verdadero y exacto. Esto es posible ahora porque la percepción, la relación y la integridad grupales, comienzan a ocupar un lugar prominente en la conciencia humana. A medida que esto sucede, la personalidad, que es individualista, separatista y autocentrada, retrocederá acrecentadamente a segundo término, y el alma que posee conciencia grupal y es incluyente y no separatista, irá destacándose cada vez más. En consecuencia, desaparecerá gradualmente el interés por el horóscopo individual, y el cuadro planetario universal y del sistema ocupará un lugar prominente en la conciencia del individuo. El hombre se considerará a sí mismo como parte integrante de un todo mucho más importante, y se interesará más por el grupo mundial, que de sí mismo, como individuo.

Por lo tanto no me ocuparé del tema de la astrología esotérica desde el punto de vista del horóscopo. Las relaciones universales, la interacción de energías, la naturaleza de lo que se halla detrás de la Gran Ilusión, la engañosa “apariencia de las cosas tal como son” y el destino de nuestro planeta, de los reinos de la naturaleza y de la humanidad como un todo, constituyen las partes más importantes de nuestro tema.

No me preocupa si los astrólogos modernos aceptan o rechazan las ideas que expongo. Trataré de presentarles ciertos hechos tal como los reconoce la Jerarquía e indicarles, si puedo, las realidades subjetivas, de las cuales la ilusión externa es sólo la apariencia fenoménica, condicionada por los pensamientos del hombre a través de las épocas; recalcaré la realidad de la vivencia de las Fuentes de las cuales fluyen y emanan todas las fuerzas y energías que actúan en nuestro planeta. Ante todo me esforzaré por demostrarles esa unidad omnipenetrante y esa síntesis subyacente, base de todas las religiones y de las innumerables fuerzas trasmitidas, y trataré de apartarlos, como individuos, del centro de su propio escenario y conciencia -sin privarlos de su propia individualidad e identidad- y sin embargo les demostraré que son parte de un todo mayor, que podrán percibirlo conscientemente cuando puedan actuar como almas, de lo cual hoy son inconscientes o sólo registran y sienten la realidad interna en la cual viven, se mueven y tienen su ser.

Esto me lleva a la tercera afirmación, la cual es tan básica y fundamental que les pediría se detengan a considerarla, aunque no capten plenamente todas sus implicaciones. La Sabiduría Antigua enseña que “el espacio es una entidad”. La astrología esotérica se ocupa de la vida de esta entidad y de las fuerzas y energías, los impulsos y los ritmos, los ciclos, el tiempo y las estaciones. Esto lo afirmó H.P.B. en La Doctrina Secreta. Recuerden que existe una clave astrológica para La Doctrina Secreta, la cual no puede todavía ser revelada en su totalidad. Sin embargo, puedo insinuarles y sugerirles algunas líneas de acercamiento que, si se mantienen en la conciencia de los astrólogos iluminados, permitirá que algunos de ellos, en fecha posterior, descubran la llave que -haciéndola girar en bien de la humanidad- revelará el cuarto gran fundamento de la Sabiduría Eterna, de los cuales tres ya han sido dados en el proemio de La Doctrina Secreta.

El espacio es una entidad y la “bóveda celeste” -como poéticamente se la denomina- es la apariencia fenoménica de esa entidad. Observarán que no digo apariencia material, sino fenoménica. Conjeturar sobre la naturaleza, la historia y la identidad de esa entidad, sería inútil y de ningún valor. Tendremos una idea vaga, que proporcionará una analogía, aunque eluda las especificaciones, si nos esforzamos por considerar a la familia humana, el cuarto reino de la naturaleza, como una entidad que forma una sola unidad y se expresa a través de las innumerables y diversificadas formas del hombre. Cada uno de ustedes, como individuos, son parte integrante de la humanidad, no obstante cada uno lleva su propia vida, reacciona a sus propias impresiones, responde a las influencias e impactos externos, y a su vez emana influencias, envía irradiaciones temperamentales y expresa alguna cualidad o cualidades, afectando así, en cierta medida, a su medio ambiente y a aquellos con quienes entran en contacto. Sin embargo, durante todo el tiempo, forman parte de la entidad fenoménica denominada humanidad. Podríamos ampliar esta idea hasta abarcar una entidad fenoménica mayor, el sistema solar. Esta entidad es en sí misma parte integrante de una vida aún mayor, la cual se expresa a través de siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno. Si pueden captar esta idea surgirá en la conciencia una vaga imagen de una gran verdad esotérica subyacente. Consideraremos brevemente la vida y las influencias, las radiaciones y emanaciones de esta entidad y el efecto unido que producen sobre nuestra vida planetaria, en los reinos de la naturaleza y en las civilizaciones humanas en desarrollo.

El tema es tan vasto, que he tenido que afrontar el problema de descubrir la mejor manera de tratarlo, decidiéndome por la brevedad y afirmación concisa de los hechos (hechos para los que trabajamos en el aspecto interno de la vida, pero razonablemente sólo hipótesis para ustedes), eludiendo el análisis detallado y los pormenores. Me esforzaré por hacerlo de lo universal a lo particular y de lo general a lo específico, pero siempre acentuando lo universal y lo general y no lo particular y específico. De los estudiantes de astrología dependerá la debida aplicación de la verdad a lo específico, pues en este aspecto es donde ha errado la astrología moderna, invirtiendo el procedimiento correcto y verdadero, poniendo el énfasis sobre lo específico y particular, el horóscopo personal y el destino individual y no sobre las grandes energías y sus Fuentes, las cuales son finalmente responsables de la manifestación de lo específico. Esta posición y presentación de la verdad debe ser alterada.

Por lo tanto, la astrología esotérica trata de la Vida y las Vidas, que animan los “puntos de luz” dentro de la Vida universal. Constelaciones, sistemas solares, planetas, reinos de la naturaleza y el hombre microscópico, son el resultado de la actividad y la manifestación de la energía de ciertas Vidas, cuyos ciclos de expresión y sus infinitos propósitos, están fuera de la comprensión de las mentes más avanzadas e iluminadas de nuestro planeta.

El próximo punto que deben captar, es que el éter del espacio constituye el campo en y a través del cual actúan las energías que provienen de innumerables Fuentes de origen. Por lo tanto, estamos relacionados con el cuerpo etérico del planeta, del sistema solar y de los siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno, y con el vasto y general cuerpo etérico del universo en el cual estamos localizados. Empleo deliberadamente la palabra “localizados” por las inferencias que puede tener. Este amplio campo como también los más reducidos y conocidos, proporcionan el medio de trasmitir las energías que actúan sobre y a través de nuestro sistema solar, esferas planetarias y todas las formas de vida que existen en esas esferas. Forma un ininterrumpido campo de actividad en constante e incesante movimiento -medio eterno para el intercambio y transmisión de energías.

En conexión con esto y a fin de comprenderlo mejor será útil estudiar al hombre individual. De esta manera podemos obtener una tenue comprensión de la verdad básica y subyacente. Los estudiantes deben recordar siempre que la Ley de Analogía es un medio de interpretación. El esoterismo enseña -y la ciencia moderno está llegando a la misma conclusión- que subyacente en el cuerpo físico y en su complejo e intrincado sistema de nervios, existe un cuerpo vital o etérico, contraparte y verdadera forma del aspecto fenoménico externo y tangible, siendo análogamente el medio para transmitir fuerza a todas las partes de la estructura humana y el agente de la conciencia y de la vida que mora internamente. Determina y condiciona al cuerpo físico, pues constituye en sí el receptáculo y el transmisor de energía proveniente de los diversos aspectos subjetivos del hombre y también del medio ambiente en el cual vive el hombre interno y el externo.

Agregaré aquí otros dos puntos. Primero: el cuerpo etérico individual no es un vehículo humano aislado y separado, sino que en forma curiosa es parte integrante del cuerpo etérico de esa entidad que denominamos familia humana. Este reino de la naturaleza, por medio de su cuerpo etérico, forma parte integrante del cuerpo etérico planetario, que no está separado de los cuerpos etéricos de otros planetas, sino todos ellos conjuntamente con el cuerpo etérico del sol, constituyen el cuerpo etérico del sistema solar, que está relacionado con los cuerpos etéricos de los seis sistemas solares, los cuales forman con el nuestro una unidad cósmica, afluyendo a ellos energías y fuerzas de ciertas grandes constelaciones. El espacio es etérico en su naturaleza, y su cuerpo vital está compuesto de la totalidad de los cuerpos etéricos de todas las constelaciones, sistemas solares y planetas que se encuentran en él. En todas partes de esta áurea red cósmica circulan constantemente energías y fuerzas, constituyendo la base científica de las teorías astrológicas. Así como las fuerzas del planeta y del hombre espiritual interno (para mencionar sólo un factor entre muchos) fluyen en el plano físico a través del cuerpo etérico del hombre individual y condicionan su expresión externa, actividad y cualidades, así también las variadas fuerzas del universo fluyen a través de cada parte del cuerpo etérico de esa entidad que llamamos espacio, y condiciona y determina la expresión externa, las actividades y las cualidades de cada una de las formas que se hallan dentro de la periferia cósmica.

Segundo, en el cuerpo etérico humano hay siete centros principales de fuerza, agentes distribuidores y acumuladores de electricidad, que proporcionan al hombre fuerza dinámica y energía cualitativa, produciendo efectos definidos sobre su manifestación física externa. Por medio de su constante actividad aparecen en el hombre sus cualidades y comienzan a emerger las tendencias de sus rayos, indicando claramente su etapa de evolución.

Este “control de la forma por medio de un septenario de energías” (como lo define El Antiguo Comentario) constituye una regla inalterable del gobierno interno de nuestro universo y de nuestro particular sistema solar como en el caso del hombre individual. Existen, por ejemplo, en nuestro sistema solar, siete planetas sagrados, que corresponden a los siete centros de fuerza individuales del hombre. Los siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno, a su vez son los siete centros de energía de Aquel a quien me he referido en otros libros como “Aquel del Cual Nada Puede Decirse

Mucho se ha expuesto en los libros ocultistas, pero el astrólogo común es profundamente ignorante. Es esencial que aprenda a pensar en Totalidades más grandes y que se preocupe más agudamente de las Fuentes emanantes y de las Causas que persisten eternamente, en vez de ocuparse de los efectos que producen dichas Fuentes sobre esa creación efímera, el ser humano y su existencia temporaria, en un insignificante planeta. Al hacerlo, descubrirá por sí mismo los signos de la divinidad esencial del hombre -divinidad que se observa en la captación infinita de su conciencia cuando está iluminada por la luz del alma y en su poder para proyectar su pensamiento en la conciencia de esas múltiples Vidas, cuyos “movimientos energéticos” debe forzosamente compartir, debido a que su pequeña porción de energía es parte integrante de la de Ellas.

Un aspecto de la energía, no tenido muy en cuenta por los astrólogos modernos, y sin embargo de primordial importancia, es la energía que irradia o emana de la Tierra. Como todos los seres humanos viven en su superficie y están por lo tanto proyectados dentro del cuerpo etérico del planeta (razón por la cual el hombre camina erecto), el cuerpo del hombre está siempre bañado por las emanaciones y radiaciones de nuestra Tierra y por la cualidad integrante de nuestro Logos planetario, a medida que envía y transmite energía dentro de Su medio ambiente planetario. Los astrólogos siempre han recalcado las influencias y energías entrantes a medida que hacen impacto y actúan a través de nuestro pequeño planeta, pero no han considerado adecuadamente las cualidades y fuerzas emanantes, contribución del cuerpo etérico de nuestra Tierra al todo mayor. Esto lo consideraremos más adelante, pero he sentido la necesidad de llamarles la atención sobre ello.

Otro punto que deben observar es que la influencia de la Luna es de naturaleza y efecto puramente simbólicos, siendo simplemente el resultado de antiguas ideas y enseñanzas (heredadas desde la época lemuriana) y no se basa sobre ninguna verdadera radiación o influencia. En esas épocas remotas y hasta mucho antes de la época lemuriana, que en esos días constituía una antigua tradición, la Luna era considerada como una viviente entidad vital. Pero quiero que tengan en cuenta que la Luna no es hoy otra cosa que una forma muerta. No tiene radiación ni emanación de ninguna especie y, en consecuencia, no produce efecto alguno. Desde el punto de vista del conocedor esotérico, la Luna es simplemente un obstáculo en el espacio -una forma indeseable que debe desaparecer algún día. La astrología esotérica considera que el efecto producido por la Luna es mental y el resultado de una poderosa y muy antigua forma mental; no obstante, la Luna no posee cualidad propia ni puede transmitir nada a la Tierra. Permítanme repetir: la Luna es una forma muerta. No tiene en absoluto emanación alguna. Por eso se dice en la Antigua Enseñanza que la Luna “oculta a Vulcano o a Urano”. Esta insinuación o inferencia siempre ha existido y los astrólogos harán bien en experimentar la sugerencia dada sobre La Luna, y en vez de trabajar con ella que trabajen con Vulcano, cuando se trata del hombre común y no evolucionado y con Urano cuando consideran al hombre muy evolucionado, y obtendrán resultados interesantes y convincentes.

Los estudiantes deberían recordar que las doce constelaciones que constituyen nuestro zodíaco particular son receptores de innumerables corrientes de energía que llegan de muchas fuentes. Éstas se mezclan y fusionan con la energía de cualquier constelación determinada y -transmutada y “refinida esotéricamente”.- oportunamente hallan su camino hacia nuestro sistema solar.

Quisiera llamarles la atención aquí sobre algunos comentarios que hice en el Tratado sobre Fuego Cósmico, pues son oportunos y valiosos. Los resumiré en algunas frases:

“La astrología se ocupa del efecto que producen en la sustancia de las envolturas las influencias, vibraciones, etc., de los distintos planetas. Constituyen esotéricamente las influencias de los centros solares... Las fuerzas que emanan de ellos actúan sobre los centros planetarios..., todo lo cual está oculto en el karma del Hombre celestial. Se impartirá mucho sobre esto cuando exista la verdadera astrología esotérica... Los estudiantes de astrología están aprendiendo recientemente el abecé de este estupendo tema, y apenas si tocan los bordes exotéricos de ese gran velo que ha sido sabiamente tendido sobre la ciencia planetaria”.
Tratado sobre Fuego Cósmico, págs. 826-27.

A continuación se enumeran -en forma incompleta pero adecuada para nuestro propósito- las influencias principales que provienen de Fuentes muy distantes, llegan a nuestra vida planetaria y producen efectos definidos sobre el hombre y la humanidad como un todo:

1. La constelación de la Osa Mayor.
2. Las Siete Hermanas de las Pléyades.
3. Sirio, la Estrella del Perro.

1. Los siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno.
2. Los siete planetas sagrados, de los cuales el nuestro no es uno.
3. Los cinco planetas no sagrados o planetas “ocultos”.

1. Los siete centros planetarios.
2. Los siete centros de fuerza en el cuerpo etérico humano.

1. Las doce constelaciones zodiacales.

Tenemos así un nónuple impacto de energía. Esta clasificación es importante, pero debe recordarse que existen también otros impactos, relativamente insignificantes.

A éstas deben agregarse otras corrientes de energía, las cuales actúan definidamente sobre nuestra vida planetaria y la afectan, tales como las que provienen de la gran estrella Betelgeuse o de Antares, y de otros grandiosos soles y sistemas solares relacionados con las constelaciones del zodíaco, cuyas fuerzas nos llegan a través de esas constelaciones y no en forma directa.

Además de las enumeradas, debería recordarse que técnicamente debe agregarse a esto la irradiante influencia que llega directamente del planeta en el cual vivimos. Sólo entonces podrán hacer un análisis cabal y un cuadro completo de las energías a las cuales el cuerpo etérico del hombre (condicionando al cuerpo físico, preeminentemente automático y negativo en sus reacciones) debe responder y siempre responde. La comprensión de esa respuesta y el control consciente e inteligente de las reacciones individuales, son sumamente necesarios para el hombre, pero sólo llega a ser posible en una etapa avanzada de evolución y cuando él (técnicamente comprendido) se acerca al Sendero. El hombre aprende ante todo a controlar sus reacciones hacia los planetas, a medida que rige y dirige los asuntos de su personalidad, desde las diversas “estaciones” en las doce casas de su horóscopo. Hay dos maneras de hacerlo:

Primero: Confeccionando debidamente el horóscopo y dando los pasos necesarios para determinar lo que debe hacerse y así rechazar las influencias planetarias donde se considere deseable a fin de controlar las reacciones de la personalidad. Esto debe hacerse aplicando el poder del pensamiento. Requiere plena confianza en la comprensión e interpretación del astrólogo y el conocimiento exacto de la hora del nacimiento. A veces uno se pregunta si es posible saber la hora exacta del nacimiento y si realmente habrá un astrólogo verdaderamente sabio.

Segundo: Asumiendo conscientemente la posición del Observador espiritual y cultivando el poder de responder al alma. Entonces, desde el ángulo de esa alma, el hombre tiene que aprender a controlar las circunstancias y la serie de reacciones de la personalidad.

Deben ser consideradas también las siguientes actitudes y posiciones, adoptadas por el astrólogo esotérico:

1. Las influencias planetarias indican la tendencia de las circunstancias externas de la vida. Cuando se interpretan correctamente tanto para el hombre común como para el no evolucionado, pueden señalar y lo hacen, el destino y el futuro de la personalidad, pero condicionan y controlan totalmente al hombre que no ha tenido experiencia consciente del alma. En cuanto el hombre llega a ser consciente de su propia alma y se esfuerza por controlar su “sendero de la vida”, las influencias de los planetas de por sí se debilitan definitivamente y van aminorando; el horóscopo de la personalidad es indeciso y muchas veces inexacto: la fuerza que fluye a través de los planetas y no la fuerza de los planetas rigen y controlan. Entonces el hombre llega a ser receptivo a las energías más elevadas y sutiles del sistema solar y de las doce constelaciones regentes.

2. El signo del Sol -como se lo denomina- indica la naturaleza física, mental y espiritual del hombre. Contiene el secreto del rayo de la personalidad y de la respuesta o no del hombre al Alma, el verdadero hombre. Indica también la integración ya lograda y la actual etapa de desarrollo de las cualidades del alma, del equipo actualmente disponible, de la cualidad de la vida presente y las posibles relaciones grupales inmediatas. Desde el ángulo de la Sabiduría Eterna, indica sólo esto y nada más, constituyendo lo opuesto de la usual posición astrológica. Expongo esto porque la humanidad ha evolucionado bastante como para que, dentro del menor tiempo posible, la astrología del alma sea una posibilidad, constituyendo -desde muchos puntos de vista- lo opuesto al procedimiento normal. Esto es prudente, necesario y también inevitable. Los astrólogos se dividirán eventualmente en dos tipos: los astrólogos exotéricos, que se ocuparán de los horóscopos de la personalidad, y los esotéricos, que se ocuparan de los propósitos del alma.

3. El signo ascendente indica las posibilidades más remotas, la meta espiritual y el propósito de la encarnación inmediata y de las sucesivas. Este signo se ocupa de la lucha que libra el hombre espiritual para “continuar” desde la etapa avanzada, de modo que cuando la energía de la vida se haya agotado temporariamente y tenga lugar “la muerte de la personalidad”, se encuentre “más próximo al centro de su vida, más cerca del centro de su grupo y se aproxime al centro de la Vida divina”, según lo expresa la Sabiduría Eterna. La frase: “muerte de la personalidad” tiene dos significados definidos:

a. Puede significar la muerte del cuerpo físico -que inevitablemente es seguida por dos etapas, la de la muerte del vehículo emocional y la subsiguiente disipación de la temporaria y siempre cambiante forma, asumida durante la encarnación por la cuota asignada de energía mental.

b. La subjetiva y mística “muerte de la personalidad”. Esta frase indica la trasferencia del foco de distribución de energía, desde la personalidad (un centro definido de fuerza) al alma (otro centro definido de fuerza).

Comprendo que estos conceptos no están de acuerdo con los postulados de la astrología usual. Sin embargo, la astrología no perdería tiempo si experimentara estas ideas durante un tiempo y los astrólogos descubrirían algunos problemas más interesantes y atrayentes y quizás llegarían a una exactitud desconocida en la actualidad. Probablemente sería de utilidad que me extendiera sobre este punto.

En conexión con el signo del Sol, con el signo ascendente y el efecto de la forma mental relacionada con la Luna, la posición de la astrología esotérica es:

1. El signo del Sol. - Indica el actual problema del hombre; fija el paso o ritmo establecido de su vida personal; se relaciona con la cualidad, temperamento y tendencias de la vida, que tratan de expresarse durante esta particular encarnación y sugiere el aspecto rajásico o actividad del hombre nonato. Fundamentalmente las fuerzas de este signo indican la línea de menor resistencia.

2. El ascendente o signo naciente. - Indica la vida futura y el inmediato propósito del alma para esta encarnación. Mantiene el secreto del futuro y presenta la fuerza que, correctamente empleada, conducirá al hombre al éxito. Representa el aspecto sátvico o armónico de la vida, y puede producir correctas relaciones entre el alma y la personalidad en una encarnación dada, señalando así el camino para reconocer la fuerza del alma.

3. La Luna. - Este tipo de fuerza (procedente de ciertos planetas y no de la Luna) indica el pasado. En consecuencia, resume las limitaciones y los obstáculos presentes. Rige el cuerpo físico y muestra dónde se halla la prisión del alma.

La siguiente declaración que quisiera hacer, que deriva de las anteriores, es que las energías del zodíaco, del planeta y del sistema, actúan como fuerzas obstaculizadoras o estimulantes, según el tipo de vehículo o cuerpo sobre el cual actúan. La naturaleza de estos vehículos y su capacidad para atraer, responder, rechazar, absorber y trasmutar, dependen totalmente del grado de evolución obtenido y también de la condición general planetaria y sicológica en que se encuentra la familia humana en determinado momento. Un ejemplo de esto puede verse actualmente en el mundo, donde las fuerzas hacen impacto, casi violentamente, sobre nuestra vida planetaria con una nueva medida y compás, evocando una respuesta muy intensificada de los pensadores del mundo, estimulándolos a realizar un esfuerzo sobre líneas ideológicas y, al mismo tiempo, producir en las masas y en las personas poco evolucionadas el terror, el miserable fatalismo, el agotamiento físico general y muchas otras reacciones indeseables de la naturaleza-forma. La comprensión de estos efectos obstaculizadores o estimulantes, puede ser fácilmente lograda por quienes son capaces de captar la naturaleza de las actividades del planeta Saturno, el cual condiciona principalmente el grado de evolución, donde es posible hacer una elección definida y aceptar o rechazar conscientemente la oportunidad, y también donde la responsabilidad personal llega a ser un hecho reconocido en una vida planeada y ordenada. Este punto del proceso evolutivo humano está descrito en El Antiguo Comentario con frases simbólicas:

“En medio de las arremolinantes fuerzas permanezco confuso. No las conozco, pues durante todo mi pasado me impulsaron de aquí para allá en el lugar donde actuaba ciego e inconsciente. Me impelieron de un lugar a otro, de un punto a otro, de arriba abajo de esta tierra, y no hallé lugar donde reposar.
“Ahora las conozco y aquí permanezco y no me moverá hasta conocer la Ley que rige este ir y venir en la Tierra. Puedo girar y volver mi rostro hacia los distintos caminos, enfrentar amplios horizontes y sin embargo todavía permanezco
“Yo mismo determinaré el camino a seguir. Entonces avanzaré. No viajaré de aquí para allá en la Tierra ni giraré en el espacio. Pero avanzare.

Hay otra idea revolucionaria que la ciencia astrológica esotérica incorpora a su aspecto moderno y exotérico. En el ciclo mayor de las muchas encarnaciones del hombre, éste -como es bien sabido- pasa a través del círculo zodiacal de Piscis a Aries, retrogradando a través de los signos al seguir la órbita o el sendero de la retrogradación del Sol. Esta frase siempre me ha confundido. Pero es que la aparente retrogradación, basada sobre la precesión de los equinoccios es parte integrante de la Gran Ilusión. En el momento en que el hombre empieza a salir de esa ilusión y no está sujeto al espejismo y al efecto del maya mundial, entonces el movimiento de la gran rueda de la Vida gira en dirección opuesta, y el hombre comienza (lenta y trabajosamente) a actuar en dirección contraria. Así pasa a través de los signos de Aries a Piscis, comenzando paciente y conscientemente a actuar como un alma que lucha por alcanzar la luz, hasta que al finalizar el sendero en Piscis, surge como un conquistador y salvador mundial. Entonces conoce el significado del triunfo sobre la muerte, porque ha superado y vencido el deseo.

Este camino opuesto, por el cual viaja el hombre a través de los signos zodiacales, requerirá un reajuste de los métodos empleados por los astrólogos cuando hacen el horóscopo a los aspirantes evolucionados, discípulos e iniciados.

Por lo tanto el astrólogo deberá interpretar el horóscopo de acuerdo al grado de evolución del individuo en el sendero o (en otras palabras) al lugar que ocupa el individuo en la rueda de la vida. Requerirá del astrólogo intuitivo trabajo y reflexión, lo cual dependerá del contacto con el alma y de la prolongada meditación para determinar el proceso de interpretación astrológica de quienes son ya almas vivientes y activas y están en las etapas finales del sendero. Tales dificultades no se presentarán al confeccionar el horóscopo del hombre común no evolucionado.

Podría agregarse que los signos del zodíaco conciernen principalmente a la expresión de la vida del Hombre Celestial –en lo que respecta a nuestro planeta- y, por lo tanto, al destino y la vida del Logos planetario. Además conciernen al gran hombre de los cielos, el Logos solar. En este caso me refiero al efecto que producen en todo el sistema solar, y actualmente pocos astrólogos están capacitados para ocuparse de tal efecto. Quisiera recordarles que para esas vidas que animan a esas grandes constelaciones, y cuya radiación -dinámica y magnética- llega hasta nuestra Tierra, tal efecto es incidental y pasa inadvertido. El principal efecto producido sobre nuestros Logos planetario nos llega por Su intermedio y afluye a través de ese gran centro planetario denominado Shamballa. Por lo tanto puede evocar mayor respuesta de las mónadas, las cuales se expresan por medio del reino de las almas y del reino humano, manifestándose por lo tanto a través de la Jerarquía y de toda la humanidad. Esto es algo muy importante y debe ser observado y vinculado a toda la enseñanza que poseen sobre el interesante tema de los tres centros planetarios mayores. El trabajo de las influencias zodiacales consiste en evocar el surgimiento del aspecto voluntad del Hombre Celestial y de todas las mónadas, almas y personalidades, que constituyen el cuerpo planetario de expresión. Esta afirmación significa ahora muy poco para ustedes, pero mucho para esos estudiantes que dentro de unas décadas estudien lo que aquí expongo. Correctamente comprendido, justifica gran parte de lo que está aconteciendo actualmente en el mundo.

Debido a que estas influencias afluyen a todo el planeta y de allí a los centros de fuerza del mismo, producen dos efectos:

Uno, sobre el hombre evolucionado, energetizando los centros que se hallan arriba del diafragma para que entren en actividad y él pueda responder a la radiación y actuación de la Jerarquía.

El otro, sobre el hombre no evolucionado, permitiéndole actuar como un ser humano común, no iluminado.

Debemos observar aquí que todas las energías -zodiacales, del sistema y planetarias- tienen un efecto definido sobre la vida de las formas de todos los reinos de la naturaleza. Ninguno puede escapar a estas influencias irradiantes y magnéticas. La meta de la evolución de la humanidad es llegar a ser vital y conscientemente consciente de la naturaleza de dichas energías y empezar a conocerlas y utilizarlas. La Jerarquía ha hablado siempre sobre este campo del ocultismo. Podría decirse que el discípulo debe tener conciencia de las influencias planetarias y comenzar a utilizarlas, para así llevar a cabo el propósito del alma. El iniciado debe ser consciente de las influencias zodiacales que emanan desde afuera del sistema solar, que pueden ser reconocidas como:

1. La vibración registrada en uno de los siete centros.

2. La revelación de un tipo particular de luz, mostrándole un color específico al iniciado.

3. La nota peculiar.

4. Un sonido rector.

Toda la historia del zodíaco puede ser resumida en forma pintoresca, aunque exacta, en la siguiente afirmación: Existen tres libros en los cuales estudian y aprenden los tres tipos de seres humanos:

1. El Libro de la Vida-Iniciados-las doce constelaciones.

2. El Libro de la Sabiduría-Discípulos-los doce planetas.

3. El Libro de la Forma o de la Manifestación-la humanidad-las 12 Jerarquías Creadoras.

En resumen se podría decir que:

1. Los signos del zodíaco afectan principalmente al hombre que vive centrado debajo del diafragma. Éste es el hombre término medio. Estos signos condicionan así cuatro centros:

a. La base de la columna vertebral.
b. El centro sacro.
c. El centro plexo solar.
d. El bazo.

2. El grupo interno de los sistemas solares, que actúan en conjunción con los signos zodiacales, afectan principalmente a quienes viven arriba del diafragma, condicionando así a:

a. El centro cardíaco.
b. El centro laríngeo.
c. El centro ajna.
d. El centro coronario.

3. Tres energías actúan por medio del centro coronario, sólo después de la tercera iniciación.

También podría mencionar uno o dos puntos más a fin de ilustrarlos: De las innumerables energías que hacen impacto sobre nuestro planeta, lo atraviesan y producen efectos sobre él, la astrología esotérica subraya los cuatro tipos de fuerza que afectan a lo que podríamos llamar la personalidad de nuestra Tierra, y son:

1. La cualidad de nuestro sistema solar. Dios es un fuego consumidor, y también es amor. Esto constituye la enseñanza esotérica y exotérica de la verdad.

2. La cualidad del Logos de nuestro planeta a medida que afluye a través de las cadenas, rondas, razas y reinos de la naturaleza.

3. La cualidad del planeta complementario de la Tierra, su polo opuesto, considerado esotéricamente, el planeta Venus.

4. La cualidad de atracción de los tres planetas, lo cual produce un triángulo esotérico de fuerza.

En varias ocasiones he empleado la frase “pasar a través de” los centros y las formas. Este concepto debe dar la idea de centros de distribución, a los cuales llegan las energías entrantes y salen como irradiaciones. Podrían captar la idea si explicara la nueva proposición (nueva para ustedes, aunque vieja para los esotéricos) sobre los centros que hay en el cuerpo etérico humano. Los cuatro centros que se encuentran arriba del diafragma -cardíaco, laríngeo, ajna y coronario- son básicos y principalmente centros receptivos. Los centros que se encuentran debajo del diafragma -el centro que está en la base de la columna vertebral, más el sacro, el plexo solar y el bazo- son energetizados por los cuatro centros receptores superiores para que entren en actividad. Producido esto, se manifiesta como personalidad, magnetismo e influencia física, hasta el momento en que recorre a la inversa -como alma- el zodíaco. Ello está simbolizado por la revolución del Sol alrededor del zodíaco, de Aries a Piscis, en vez del movimiento inverso de Aries a Tauro. Esto se repite en la estructura humana y, oportunamente, los cuatro centros inferiores devuelven lo que han recibido. Así invierten el proceso normalmente seguido, y los centros que se encuentran arriba del diafragma se convierten en radiactivos, dinámicos y magnéticos. Es un intrincado estudio ocultista y concierne al modo en que responde el cuerpo etérico a las energías entrantes. Finalmente relaciona el centro inferior de la base de la columna vertebral, con el centro superior, el coronario. Ésta es la analogía de la relación que existe entre la Tierra y el Sol. Reflexionen sobre ello.

A medida que desarrollamos y estudiamos estos tópicos recordemos siempre que estamos considerando los siete rayos y sus interrelaciones en el proceso cósmico. Esotéricamente nos conciernen:

1. Los siete rayos y los doce signos del zodíaco.
2. Los siete rayos y las doce Jerarquías Creadoras.
3. Los siete rayos y los planetas, conforme van rigiendo las doce casas de expresión.

A medida que pensamos, reflexionamos y correlacionamos los diversos aspectos de la enseñanza, descubriremos que surgen tres proposiciones, que rigen la afluencia de vida al planeta y al hombre individual, las cuales han sido anteriormente descritas en el Tratado sobre los Siete Rayos y seria de valor exponerlas.

1ra. Proposición: Cada vida de rayo es una expresión de la Vida solar, y cada planeta está por lo tanto:

1. Vinculado con todas las demás vidas planetarias.

2. Animado por la energía que emana de uno de los siete sistemas solares, de los cuales el nuestro es uno.

3. Activado por una triple corriente de fuerza proveniente de:

a. Otros sistemas solares fuera del nuestro.
b. Nuestro sistema solar.
c. Nuestra vida planetaria.

2da. Proposición: Cada vida de rayo es receptora y custodio de las energías provenientes de:

1. Los siete sistemas solares.
2. Las doce constelaciones.

3ra. Proposición: La cualidad de la vida de rayo -manifestándose en tiempo y espacio- determina la apariencia fenoménica.

Antes de introducirnos más en el estudio de este tema quisiera recalcar dos puntos:

Primero, estamos considerando las influencias esotéricas y no la astrología en sí. Nuestro tema versa sobre los siete rayos y sus relaciones con las constelaciones zodiacales, o en otras palabras, sobre la interacción de las siete grandes Vidas que animan a nuestro sistema solar, con las doce constelaciones que componen nuestro zodíaco.

Segundo, que necesariamente tenemos que estudiar estas energías y su interacción desde el ángulo del efecto que producen sobre el planeta e incidentalmente sobre las formas de los diversos reinos de la naturaleza, particularmente en conexión con el cuarto reino, el humano. y con el hombre individual -el hombre común, el discípulo y el iniciado.

No entraremos en definiciones relacionadas con la técnica astrológica ni emplearemos los innumerables términos técnicos. Si en la presentación de este vasto tema y en el proceso de indicar la posición de la Sabiduría Eterna sobre esta nueva y venidera (aunque muy antigua) “ciencia de energías efectivas”, como se la ha denominado, puedo presentar un nuevo acercamiento o señalar relaciones insospechadas y, desde el punto de vista de la Sabiduría Eterna, corregir lo que los Instructores del aspecto interno de la vida consideran errores, con lo cual espero descubrir algunos astrólogos sensibles a lo nuevo. Creo que hay investigadores en las actividades astrológicas que tendrán una mente bastante abierta para admitir hipótesis y experimentarlas equitativamente. Repito: No escribo un tratado sobre astrología sino sobre los siete rayos, sus equivalentes y correspondientes energías, los efectos que produce la energía de rayo y la interacción de estas energías y sus efectos sobre las diversas fuerzas planetarias, particularmente las de la Tierra. Para tal fin estoy buscando astrólogos equitativos que experimenten debidamente con los factores y sugerencias que podría indicar. Teniendo esto presente, prosigamos.

He indicado que estas energías se dividen en tres grupos:

1. Las que provienen de ciertas grandes constelaciones, en activa relación con nuestro sistema solar y que, desde épocas remotas, han estado siempre vinculadas a nuestro sistema por el mito y la leyenda. Nuestra constelación está relacionada en forma peculiar con esas constelaciones.

2. Las que provienen de las doce constelaciones zodiacales. Se sabe que tienen un efecto definido sobre nuestro sistema y vida planetarios.

3. Las que provienen de los planetas que están dentro de la periferia de influencia de la esfera del Sol.

Desde cierto punto de vista se puede generalizar y decir que, en el sistema solar, éstas son las analogías de los tres grandes centros de fuerza que producen y controlan la manifestación y el progreso evolutivo en el ser humano:

1. Las grandes constelaciones externas, aunque controladoras, son análogas a ese centro de fuerza que llamamos la Mónada y a su universal voluntad de poder, característica del primer aspecto divino.

2. Las doce constelaciones podrían ser consideradas como que personifican el aspecto alma, y su efecto sobre el individuo debe ser considerado y estudiado ahora en términos de conciencia y desenvolvimiento de la vida del alma, que en esencia constituye la voluntad de ama.

3. Los doce planetas (siete sagrados y cinco no sagrados) son efectivos (empleando la palabra en un sentido técnico) en relación con la vida externa, el medio ambiente y las circunstancias del individuo. El contacto que establecen con la fuerza debe ser interpretado, en su mayor parte, en términos de la personalidad humana, el tercer aspecto divino, ejemplificando así la voluntad de saber.

Quisiera que recordaran que estoy hablando totalmente en términos de conciencia, de respuesta y reacciones del individuo a las fuerzas que hacen impacto sobre él. El efecto producido por la emanación de nuestro planeta Tierra, es la analogía del que produce ese conglomerado de átomos y moléculas que denominamos cuerpo físico denso y su respuesta al tirón y atracción de cualquiera o de todos los cuerpos sutiles.

En lo que concierne a la influencia de los siete sistemas solares, sólo mencionaré -más no puedo hacer- los que están vinculados astrológicamente con las constelaciones de la Osa Mayor, las Pléyades y Sirio, las cuales están íntimamente relacionadas con aquéllos, pero como su efecto exacto es trasmitido, no pueden observarse todavía resultados perceptibles en la humanidad y en otros reinos de la naturaleza, ni el individuo puede observar el efecto que producen las tres grandes constelaciones, hasta que él llegue a ser consciente de la vibración monádica, después de la tercera iniciación. Muchas potentes influencias actúan continuamente sobre nuestro sistema solar y el planeta, pero -en lo que concierne al hombre- sus mecanismos de respuesta y de reacción continúan siendo “ocultamente insensibles”, porque no poseen aún la cualidad que les permitirá algún reconocimiento perceptible, ya en los vehículos densos o en los sutiles, ni siquiera por el alma. Más adelante, durante el proceso evolutivo, vendrá el reconocimiento y la respuesta, pero para el propósito astrológico y los efectos reconocibles, pueden ser considerados hoy inexistentes, excepto cuando reaccionan en el cuarto reino de la naturaleza, que es un ente viviente en el cuerpo del Logos planetario. Estas fuerzas producen un efecto consciente tan ínfimo como el que se produce en los átomos y las células del dedo meñique en el momento elevado de contacto, en la meditación matutina. Puede haber una respuesta general y un estímulo a través de todo el cuerpo, pero el átomo inteligente no responde conscientemente. La vibración es excesivamente elevada.

No es útil hacer conjeturas sobre estas líneas. Un vasto sistema de energías entrelazadas está activo y circula rápidamente por todo el cuerpo etérico cósmico -del cual el cuerpo etérico de nuestro sistema es parte integrante-, pero es totalmente fútil la investigación especulativa en las líneas dadas y seguir oscuras sendas hasta no haber construido y seguido el principal camino de acercamiento. Sólo será posible dar un esbozo general del método astrológico, hasta que el hombre pueda pensar en términos más amplios y poseer una capacidad más sintética. Por lo tanto nos limitaremos, para su consideración, al vasto campo de energías que ya he delineado. Sólo trataremos las fuerzas principales que están en circulación, lo que bastará para nuestra generación y época. Nos conciernen energías que evocan y pueden evocar respuesta, y de las cuales el hombre podrá ser consciente y, en muchos casos, ya lo es.

Podría ser de utilidad comentar aquí, en forma general y extensa, y con muchas y necesarias reservas, el amplio alcance de estas respuestas:

1. La vida y circunstancias de la humanidad no desarrollada están primordialmente condicionadas por la influencia del zodíaco menor y, en consecuencia, por la posición de los planetas en las doce casas.

2. La humanidad inteligente común y los que están en el sendero de probación, y se acercan al del discipulado, responden conscientemente a:

a. Los planetas que afectan sus personalidades.

b. El signo del Sol, que indica las tendencias de la vida ya establecidas y constituye la línea de menor resistencia.

c. El ascendente en pequeña medida. Indica la meta de la vida para ese ciclo particular, o si no durante un período de siete vidas. Las dos últimas constituyen el Zodíaco mayor.

3. Los discípulos e iniciados pueden empezar a responder conscientemente a todas las influencias anteriormente mencionadas, manejándolas constructivamente, y también a esas fuerzas potentes e infinitamente sutiles que desde las tres constelaciones mayores mencionadas, afluyen a nuestro sistema solar. En las primeras etapas los cuerpos sutiles responden y el cerebro no las registra, pero después de la tercera iniciación se las reconoce en el plano físico.

Volviendo al tema de este Tratado sobre los Siete Rayos, señalaré que éstos tienen una estrecha conexión con las siete estrellas de la Osa Mayor (aquí se repiten los cuatro y los tres como diferenciación secundaria) y con las Siete Hermanas, las Pléyades. La primera constelación es para el Logos planetario el agente de fuerza positiva, y la otra le imparte el aspecto negativo. En consecuencia, existe un intercambio de energías entre las vidas de los siete Logos planetarios y las estupendas e insondables Vidas que animan a estas constelaciones mayores. Existen grandes triángulos de fuerza entrelazados entre los siete planetas y esos dos grupos de siete estrellas cada uno. Oportunamente se descubrirá que el secreto más recóndito de deducción astrológica, en sentido planetario, está vinculado con estos “triángulos sagrados”, que están a su vez representados por los triángulos (que cambian y se trasladan) que pueden ser construidos en relación con los siete centros.

En la confección del horóscopo del planeta (que algún día será posible realizar) se hallará que la línea de estas fuerzas y nuestra respuesta planetaria a ella, tiene un efecto mucho más poderoso que la influencia de las constelaciones zodiacales sobre el ente humano. Esto se debe a la inconmensurablemente avanzada etapa evolutiva de los Espíritus planetarios que han trascendido (en Sus vidas individuales) en gran parte la influencia de las doce constelaciones y están respondiendo rápidamente a las vibraciones superiores de sus grandes Prototipos, las “tres constelaciones íntimas”, como se las denomina esotéricamente. En las vidas de estas grandes Entidades esta analogía corresponde a la forma en que un individuo evolucionado puede contrarrestar la influencia de los planetas y dominar así la vida de su personalidad, de tal manera, que la predicción y la certeza en lo que respecta a la actividad y las circunstancia, ya no son posibles. El alma domina y los planetas cesan de condicionar la vida y lo mismo sucede con las constelaciones y los Logos planetarios. Pueden contrarrestar las influencias inferiores a medida que despiertan y responden a las vibraciones infinitamente superiores de las tres constelaciones mayores.

2. Las Jerarquías Creadoras.

Quizás sería oportuno intercalar un diagrama o clasificación, que sugiriera algunas de esas energías entrelazadas que actúan por medio de nuestro sistema solar, lo atraviesan, retornan, estimulan y energetizan todas las partes de nuestro sistema solar. Sólo evocan respuesta consciente cuando el vehículo de expresión y de respuesta es adecuado al impacto, afirmación que atañe tanto al Logos solar, a los Logos planetarios y a todas las formas y en todos los reinos de nuestro planeta. Lógicamente existirá una reacción inconsciente, pero será en una escala general o masiva, y gran parte de ellas afluyen a nosotros desde esas distantes constelaciones, por intermedio de la quinta Jerarquía Creadora. Esta Jerarquía, que está al borde de la liberación, se halla en el plano intelectual de la conciencia y puede, por lo tanto, ser utilizada como punto focal y transmisor de las energías superiores a nuestro sistema solar y al planeta. Si estudian cuidadosamente el diagrama de las doce Jerarquías creadoras en la página 38 observarán que dicha Jerarquía ejerce influencia sobre el séptimo Rayo de Orden Mágico y de Organización Ceremonial y recibe su influencia. La función básica de este rayo es relacionar el espíritu y la materia y producir la forma manifestada. El signo del zodíaco con el cual está más estrechamente vinculado es el de Cáncer, el Cangrejo, el signo de las masas, y una de las “puertas” que conducen a la vida manifestada.

La siguiente información sobre las Jerarquías puede ser de utilidad. Ha sido extraída de varias fuentes. Quisiera recordarles que los siete planos de nuestro sistema solar son los siete subplanos del plano físico cósmico. Las cuatro Jerarquías Creadoras que han logrado la liberación están ahora enfocadas en el plano astral cósmico. De allí su potencia, aunque se hallen fuera de manifestación. La quinta Jerarquía Creadora existe en el más elevado nivel etérico y se unirá a las otras cuatro Jerarquías cuando la sexta Jerarquía Creadora esté a la altura de la oportunidad cósmica y se vaya acercando a la liberación. Las siguientes tabulaciones muestran algunas de las relaciones astrológicas en conexión con:

a. La constelación de la Osa Mayor,
b. Las Pléyades o las Siete Hermanas,
c. Sirio.
d. Los siete sistemas solares:

1. La Jerarquía de poderes creadores está dividida en siete (4 y 3), dentro de las Doce Grandes Ordenes.

2. Tres Jerarquías son -en este ciclo mayor- de profundo significado: la cuarta, o Jerarquía creadora humana, y las dos Jerarquías dévicas, la quinta y la sexta.

3. La cuarta Jerarquía creadora es en realidad la novena, por eso se la denomina la Jerarquía de los Iniciados. Esto puede observarse si se consultan las tabulaciones.

4. Se ha dicho en el Tratado sobre Fuego Cósmico que en la novena, décima y undécima Jerarquías (contando de abajo arriba) tenemos un indicio de la naturaleza de Agni, el Señor del Fuego, suma total de la vitalidad del sistema.

5. Mucha luz puede obtener el estudiante sensato si estudia los números vinculados a estas Jerarquías:

a. Las primeras cinco son consideradas como abstracciones puras.

b. A la Primera Jerarquía le corresponde los números 6.1.7.
A la Segunda Jerarquía le corresponde los números 7.2.6.
A la Tercera Jerarquía le corresponde los números 8.3.5.
A la Cuarta Jerarquía le corresponde los números 9.4.4.
A la Quinta Jerarquía le corresponde los números 10.5.3.
A la Sexta Jerarquía le corresponde los números 11.6.2.
A la Séptima Jerarquía le corresponde los números 12.7.1.

Es necesario tener en cuenta esto, porque en la Doctrina Secreta, los números de la Jerarquía son distintos, y esto se ha hecho para ocultar, pero también confunde al estudiante.

6. Las primeras cuatro Jerarquías alcanzaron la liberación en el primer sistema solar. Su influencia llegó a la Tierra por intermedio de la quinta Jerarquía creadora.

7. Por lo tanto, están relacionadas a los cuatro rayos que actúan como rayos menores de Atributo, regidos por el Tercer gran Rayo Mayor -de Inteligencia Activa.

8. Piscis encabeza la lista de los signos zodiacales, porque rige el actual ciclo mundial astrológico de 25.000 años. Fue también uno de los signos dominantes que influyó sobre nuestro planeta en el momento de la individualización, cuando vino a la existencia el reino humano. Está básicamente relacionado con la primera o más elevada Jerarquía Creadora, que a su vez está relacionada con el tercer Rayo de Inteligencia Activa, producto del primer sistema solar. El desarrollo de la iluminación a través de una inteligencia despierta es la primera meta de la humanidad.

9. La quinta Jerarquía Creadora (a la que también le corresponde el número 8) se halla al borde de la liberación. Está conectada peculiarmente con la décima Jerarquía Creadora, con la constelación de Capricornio y con la personalidad humana, que vela y temporariamente oculta tras la forma y la mente, el principio crístico. El número ocho también es considerado, de acuerdo a ciertos sistemas numéricos, el número del Cristo.

10. Los Grandes Constructores y los Menores actúan en el segundo y tercer plano de nuestro sistema solar, y sus actividades se reflejan en el trabajo de los Señores lunares y las Vidas elementales.

11. Observarán que a la Jerarquía humana (en la tabulación 9.4.4. ) no se le asigna ningún elemento determinado, porque tiene que fusionar y sintetizar o todos. Esto es parte de las grandes pruebas iniciáticas en Escorpio.

12. Esta clasificación ha sido hecha únicamente en relación con la cuarta Jerarquía Creadora, la humana, y no con otras manifestaciones planetarias.

El gráfico fue recopilado del escaso conocimiento revelado hasta ahora sobre el tema y es exacto hasta donde lo permiten las circunstancias.

Cada una de estas siete Jerarquías de Seres, contenidas dentro de las Doce, que son los Constructores o Agentes de Atracción, constituyen (según su categoría) las intermediarias; todas encarnan uno de los tipos de fuerza que emanan de las siete constelaciones. Por lo tanto, su trabajo como intermediarias es doble, y son:

1. Los mediadores entre el Espíritu y la materia y
2. los que transmiten a las formas las fuerzas provenientes de fuentes foráneas al sistema solar, que se hallan dentro de éste.

Cada uno de estos grupos de Seres es análogamente de naturaleza septenaria, y los cuarenta y nueve fuegos de Brahma son la manifestación inferior de su naturaleza ígnea; cada grupo también puede considerárselo “caído” en sentido cósmico, porque están implicados en el proceso de construcción, u ocupan formas de distintas densidades.

1a Jerarquía.

Emana del Corazón del Sol central espiritual. Es el Hijo de Dios, el Primogénito en sentido cósmico, así como Cristo fue el “Hermano mayor de una vasta familia” y la “primera flor de la planta humana”. El símbolo de esta Jerarquía es el Loto dorado con sus doce pétalos cerrados.
La Doctrina Secreta, T. 1., págs. 235-50; T. VI, págs. 199-200.

Deben recordar que esta Jerarquía es la sexta, pues ya han desaparecido cinco, las cuales fueron producto del sistema anterior, donde el objetivo era la Inteligencia o Manas. Las cinco Jerarquías liberadas son la suma total de manas. En el orden es la quinta Jerarquía, y se dice que está en proceso de lograr la liberación final o recibir la cuarta Iniciación, y es la causa de ciertos fenómenos en nuestro planeta, por eso ha merecido ser llamada la “Estrella del Sufrimiento”. Existe un vínculo kármico entre el reino animal y la quinta Jerarquía Creadora del sistema anterior, que se expresa en el hombre como la necesidad de crucificar la naturaleza física animal, especialmente en la línea sexual. Debe recordarse que las Jerarquías actúan bajo la Ley de Atracción, Ley de los Constructores.

Esta primera (sexta) Jerarquía tiene el primer aspecto del sexto tipo de electricidad cósmica como tipo de energía, y maneja por lo tanto un poder especial, conjuntamente con el fuego inferior o “fuego por fricción”, a medida que se expresa en el sexto plano. Dichas vidas son llamadas “los ardientes Hijos del deseo” y fueron “los Hijos de la necesidad”. El Antiguo Comentario refiriéndose a ellos dice:

“Ardían por saber. Se lanzaron hacia las esferas. Son el anhelo del Padre por la Madre. Sufren por ello, arden y anhelan, por medio de la sexta esfera de sensación”.

2a Jerarquía.

Está estrechamente vinculada con la Osa Mayor. Se ha dicho que entró a través del segundo ventrículo del Sagrado Corazón y sus Miembros son los (según la Doctrina Secreta) prototipos de las Mónadas y también la fuente de la Vida monádica. pero no son las Mónadas, sino mucho más que eso.

Esta Jerarquía, literalmente la séptima, está constituida por esas vidas que afluyen a nuestro sistema, que en el primer sistema solar permanecieron en su propio plano, porque eran demasiado puras y santas para obtener una oportunidad en esa evolución tan materialista e intelectual. Aún en este sistema solar, lo único que podrán hacer es influir sobre los Jivas o Mónadas encarnantes, impartiéndoles la capacidad de comprender la naturaleza de la conciencia grupal, la cualidad de los siete Hombres Celestiales, pero no serán capaces de expresarse plenamente. Algunas claves de este misterio se obtendrán si el estudiante considera cuidadosamente que en nuestro sistema solar y en nuestros siete planos tenemos únicamente el cuerpo físico del Logos, y que ese cuerpo es una limitación para la expresión de Su triple naturaleza. La primera (sexta) Jerarquía trata de expresar la vibración mental del Logos, y la segunda su naturaleza emocional, o astral cósmica.

La segunda (séptima) Jerarquía tiene como tipo de fuerza al segundo aspecto del séptimo tipo de fuerza de los muchos que ya existen. Se obtendrá una idea del relativo grado de evolución del Logos solar, mediante el estudio de los diversos aspectos de fuerza que está expresando en esta particular encarnación. Dicha energía impulsa a las Mónadas a la encarnación física, pues se expresa en el séptimo plano. Las energías que hoy actúan son las que el Logos ha desarrollado y adquirido en previas encarnaciones. Lógicamente existen brechas y faltan ciertos tipos de fuerza, debido a que todavía tiene mucho que adquirir cósmicamente.

La energía de esta Jerarquía da por resultado la manifestación del Divino Andrógino y los siete centros de fuerza que constituyen las siete energías espirituales.

3a Jerarquía (la octava).

Es peculiarmente interesante. A sus miembros se los denomina “las Tríadas”, porque contienen en sí las potencias de la triple evolución mental, síquica y espiritual. Esta Tríada de Vidas son inherentemente las tres Personas y, desde cierto punto, la flor del sistema anterior. Vista desde otro ángulo, cuando es estudiada como la “flor de las Ocho anteriores”, constituyen los óctuples puntos que esperan la oportunidad de surgir como llamas. Son los devas preparados para servir, lo cual consiste en dar a otra Jerarquía ciertas cualidades que no tiene. Esta Jerarquía es considerada como la gran donadora de la inmortalidad, mientras tanto se “mantiene fuera de encarnación”. Sus miembros son los Señores del Sacrificio y del Amor, pero no pueden salir del cuerpo etérico logoico y entrar en el vehículo físico denso.

Esta Jerarquía maneja el tercer aspecto de la fuerza eléctrica del primer tipo de energía cósmica. Representa el ciclo consecutivo de ese primer tipo simbolizado por el número 8. Las fórmulas de estas energías eléctricas son demasiado complicadas para darse aquí, pero el estudiante debe tener presente que tales Jerarquías expresan:

1. Energía cósmica septenaria.
2. Prana cósmico.
3. Energía solar o fuego eléctrico, fuego solar y fuego por fricción.

Cada Jerarquía manifiesta una triple energía o un aspecto de cada uno de las arriba mencionados, las cuales tienen nueve diferenciaciones, porque las dos primeras son triples, y también la tercera. El rechazo de las vidas triádicas por los entes de la cuarta Jerarquía, la de las Mónadas humanas, con el tiempo precipita al hombre en la octava esfera, el cual se niega a convertirse en un Cristo, un Salvador y permanece autocentrado.

Hemos tratado ya las primeras tres Jerarquías, consideradas como que siempre “ven la Faz del Regente de la Profundidad”, o que son tan puras y santas que Sus fuerzas están en contacto con Su fuente de emanación.

Consideraremos ahora muy brevemente dos Jerarquías, las cuales nos conciernen muy de cerca, los entes humanos autoconscientes. Estos dos grupos son literalmente tres, así como la quinta Jerarquía es dual, y produce cierta confusión; su significado oculto subyace detrás del fatídico número trece. Son los “Buscadores de la satisfacción” y la causa de la segunda caída a la generación; ésta es la razón por la cual el Ego adopta una naturaleza inferior. La cuarta y quinta Jerarquías son la novena y la décima, o los “Iniciados” y los “Seres Perfectos”. Los seres humanos o “Jivas Imperecederos” son los que evolucionan por medio de graduadas series de iniciaciones autoinducidas, o producidas en nuestro planeta con ayuda foránea. Progresan mediante el matrimonio con el siguiente orden, el quinto, los cuales se completan y perfeccionan, y debido a este hecho oculto, la cuarta Jerarquía es considerada masculina y la quinta femenina.

4a Jerarquía.

En el grupo de la cuarta Jerarquía creadora tiene lugar el aspecto más elevado del hombre, su “Padre en el Cielo”. Estas vidas son los puntos de fuego que deben convertirse en la llama, realizándose por intermedio de la quinta Jerarquía y de los cuatro pabilos, o las dos Jerarquías duales inferiores. De esta manera podrá observarse que en lo concerniente al hombre, la cuarta, quinta, sexta y séptima Jerarquías son, durante el ciclo de encarnación, su mismo ser. Constituyen los “Señores de Sacrificio” y los “Señores de Amor”, la flor de Atma-Budhi.

Cuando se estudian estas Jerarquías, una de las más valiosas lecciones a aprender es el lugar y la importancia que tiene el hombre en el esquema. La Jerarquía, por ejemplo, que constituye la esencia de la intangible Vida del Espíritu y del principio budhi, es la causa esotérica del matrimonio cósmico entre espíritu y materia, basado en el amor y deseo del Logos, pero cada Jerarquía se expresa también por medio de esa manifestación particular que la mente finita del hombre considera como la Jerarquía misma. Sin embargo, no es así, y debe tenerse cuidado y saber diferenciar dichas Jerarquías.

Sus miembros constituyen gérmenes latentes de centros de fuerza y se manifiestan subjetivamente: dan calor y vitalizan a grupos de formas; florecen y se expresan por medio de una forma o de otra Jerarquía. Están interrelacionados y son negativos o positivos entre sí, según el caso.

Según lo afirma La Doctrino. Secreta, T. 1., pág. 239. esta Jerarquía constituye el plantel de los Jivas encarnantes, Jerarquía que lleva en sí los gérmenes de las Vidas que alcanzaron la etapa humana en otro sistema solar, las cuales no estaban capacitadas para proseguir más allá, debido a la llegada del pralaya, que los impulsó a un estado de latencia. La condición de la Jerarquía es similar, sólo que en escala cósmica, en lo que respecta a las simientes de la vida humana retenidas en estado de oscuración durante un período intercadenario. Las otras tres Jerarquías tratadas (primera, segunda y tercera) fueron las que (en anteriores kalpas de manifestación logoica) habían pasado más allá de la etapa humana. Por lo tanto son grupos arupa o sin forma, así como los restantes son grupos rupa o con forma. La cuarta Jerarquía Creadora, la novena, ocupa en este sistema solar lo que podría considerarse el tercer lugar:

Primero, las Vidas o las tres Personas de la Trinidad.
Segundo, los Prototipos del hombre, los siete Espíritus.
Tercero, el hombre, o la manifestación inferior del aspecto Espíritu autoconsciente.

Es necesario considerar cuidadosamente esto, pues no se refiere al aspecto forma sino únicamente a la naturaleza de las Vidas que se expresan a través de otras vidas, que también son autoconscientes o plenamente inteligentes, mientras que ciertas Jerarquías no lo son.

Las cuatro Jerarquías inferiores se ocupan de la manifestación en los tres mundos, o del cuerpo físico denso del Logos solar. Son las que pueden descartar o bien atravesar el cuerpo etérico del Logos solar y tomar las formas compuestas de sustancia gaseosa, líquida o densa. Las otras no pueden hacerlo ni pertenecen a la generación física.

Los estudiantes deben tener en cuenta que, desde el punto de vista del Logos, los Ángeles solares, en el plano mental (el quinto subplano del plano físico cósmico), están en encarnación física, y lo que se llama “segunda caída” es aplicable aquí. La primera caída significa tomar una forma construida de materia etérica cósmica, tal como sucede con los Hombres Celestiales, los prototipos de los Jivas humanos. En este último caso los cuerpos utilizados se llaman amorfos desde nuestro punto de vista, y son cuerpos vitales animados por el prana cósmico. En nuestro caso y en los grupos restantes, las formas están compuestas de sustancia de los tres planos inferiores (aquello que el Logos no considera un principio) y, por lo tanto, es materia que todavía responde a la vibración del sistema anterior. Esto significa que las cuatro Jerarquías inferiores son eslabones entre la vida pasada y la futura. Constituyen el presente. Como no habían finalizado los contactos con el activo principio inteligencia en el kalpa anterior, deben continuar tales contactos en éste. Lo lograrán en el presente sistema; los cuatro se convertirán en los tres y constituirán entonces las tres Jerarquías amorfas superiores del próximo sistema.

Antes de continuar considerándolas, es necesario señalar que a algunas se las denomina “jerarquías dominantes” y a otras “jerarquías subsidiarias”. Significa que en este sistema solar algunas se están expresando más plenamente que otras, lo cual entraña, como consecuencia, que su vibración será más sentida que la de los grupos subsidiarios. Los grupos dominantes son el segundo, el cuarto y el quinto, y ello se debe a que:

a. El segundo constituye la gran expresión de la dualidad, el Hijo, a medida que vitaliza al Sol.

b. El cuarto constituye la Jerarquía de Mónadas humanas, la mediadora o sintetizadora que expresa el fruto del ler. Sistema y la meta del 2do. Sistema.

c. El quinto o décimo, está estrechamente vinculado con las cinco jerarquías liberadas, siendo la expresión de su vida sintetizada. Podría decirse entonces que la quinta Jerarquía sirve como representante de los cinco grupos liberados, y la cuarta constituye el grupo representante del actual sistema, mientras que la segunda representa (para el hombre, o ambos grupos unidos) aquello que es el aspecto Espíritu, el Padre, lo Desconocido.

5a Jerarquía.

Como sabemos por el estudio de La Doctrina Secreta, la quinta Jerarquía creadora es muy enigmática. Este misterio es incidental a la relación de la quinta Jerarquía con los cinco grupos liberados, relación, respecto a nuestro planeta, que no es sagrado, puede ser comprendida en parte si se observa la historia del Buddha y Su obra. En La Doctrina Secreta, T. VI, se insinúa esto.

La relación de la quinta Jerarquía con cierta constelación, tiene también que ver con este misterio. Se halla oculto en karma del Logos solar y concierne a Su relación con otro Logos solar y a la interacción de fuerza entre ambos en un mahakalpa mayor. Encierra el verdadero “secreto del Dragón”, y la influencia del dragón o la “energía serpentina” fue lo que causó el influjo de energía manásica o mental, en el sistema solar. Mezclado estrechamente con el karma de estas dos Entidades cósmicas, estaba el de esa Entidad cósmica menor, la Vida de nuestro planeta, el Logos planetario. Este triple karma introdujo la “religión serpentina” y las “Serpientes o Dragones de Sabiduría” en los días lemurianos. Tenía que ver con el kundalini solar y planetario, o fuego serpentino. Existe un indicio en el hecho de que la constelación del Dragón tiene la misma relación con el UNO, mayor que nuestro Logos, como el centro en la base de la columna vertebral la tiene con el ser humano. Concierne al estímulo y vitalización y la consecuente coordinación de los fuegos en manifestación.

También tenemos una clave del misterio en la relación que existe entre dicho quinto grupo y los dos polos contrayentes. Son los Quíntuples Vínculos, “los Unidores Benignos” y “los Productores de la Expiación”. Esotéricamente son “los Salvadores de la Raza” y de Ellos emana ese principio que -en conjunción con el aspecto más elevado- eleva el aspecto inferior hasta el Cielo.

Cuando estos misterios sean cuidadosamente estudiados, incluyendo el estudio de la vida de los más grandes exponentes del principio de unificación, se evidenciará cuán grande y omnimportante es el lugar que ocupa en el esquema.

Por esta razón las Entidades de la quinta Jerarquía son llamadas “los Corazones del Amor Ardiente”; salvan mediante el amor; a su vez dichas vidas están particularmente cerca del gran Corazón de Amor del Logos solar. Estos grandes Ángeles de redención, los Hijos de los Hombres en su verdadero plano, el mental, son por lo tanto descriptos siempre como que adoptan la forma del loto de doce pétalos -esta simbología los vincula con “el Hijo del divino Amor”, el sistema solar manifestado, del cual se dice que es un loto cósmico de doce pétalos, y que el loto causal logoico tiene también doce pétalos.

Tenemos entonces una afluencia directa de energía que viene a través de:

a. El logoico loto egoico de doce pétalos. El plano mental cósmico.
b. El loto solar de doce pétalos.
c. El corazón logoico planetario, también un loto de doce pétalos.
d. El humano loto egoico de doce pétalos en el plano mental.
e. El centro cardíaco de doce pétalos de un ser humano.

O expresado de otra manera, la energía fluye directamente de:

a. El Logos solar por medio de tres grandes centros cósmicos:
1. El Sol central espiritual.
2. El Corazón del Sol.
3. El Sol físico.

b. El centro cardíaco del Logos planetario, situado en el cuarto plano etérico cósmico (nuestro plano búdhico).

c. El loto egoico de un ser humano en el plano mental, que es literalmente una analogía del “corazón del Sol”. En el sistema humano el punto monádico es un reflejo del “Sol central espiritual”.

d. El centro cardíaco de un hombre en el plano etérico del plano físico, que a su vez es una analogía del Sol físico.

Así el minúsculo átomo humano se conecta con la gran Vida central del sistema solar.

Esta quinta Jerarquía constituye igualmente, de acuerdo a la ley, un distribuidor de energía para el quinto subplano de cada plano del sistema; sólo debe tenerse en cuenta que en los tres mundos es el quinto subplano, considerado desde arriba hacia abajo, mientras que en los mundos de la evolución superhumana es el quinto de abajo hacia arriba. Esta Jerarquía maneja, como sabemos, los aspectos duales de manas, uno en los tres mundos y otro que se expresa en esferas superiores.

Debe recordarse que estos grupos son (aunque se los denomine amorfos) las verdaderas formas de todo lo que perdura, pues están en el cuerpo etérico del Logos solar o del Logos planetario. Debe ponerse gran énfasis sobre este punto. Durante mucho tiempo, los estudiantes consideraron que la forma es el cuerpo físico denso, mientras que para el ocultista el cuerpo físico no constituye la forma, sino una burda ilusión o maya, y considera al cuerpo vital como la verdadera forma. Por lo tanto, estas Jerarquías son la suma total de las vidas vitales y el sustrato o la sustancia de todo lo que existe. Podemos considerar el tema de la manera siguiente:

a. Los cuatro grupos superiores son la expresión de las Jerarquías a través de los tres éteres cósmicos, el segundo, el tercero y el cuarto.

b. Los dos grupos inferiores constituyen las vidas que actúan como materia involutiva (orgánica e inorgánica) del cuerpo físico denso logoico, el líquido y el gaseoso, con la sustancia viviente de los cuatro subplanos superiores del cuerpo físico denso del sistema.

c. La quinta Jerarquía tiene una posición interesante como cuerpo mediador entre los cuatro grupos superiores y los que se encuentran en los tres subplanos inferiores. Existe una analogía vital y significativa entre los siete centros de la cabeza y los siete grupos de egos en el plano mental, y una analogía oculta entre los tres centros de la cabeza (glándula pineal, cuerpo pituitario y centro alta mayor) y la expresión de estos siete grupos de egos en los tres mundos. Este hecho es muy esotérico y los estudiantes que meditan sobre las leyes de unificación deben tener en cuenta esta analogía.

Es útil recordar el lugar que ocupan estas Jerarquías en el esquema y comprender que alrededor de la totalidad de estos cuerpos vitales se reúne gradualmente la manifestación densa, a la cual consideramos materia evolutiva. Las formas (desde la forma de cada átomo hasta el cuerpo del Ego, desde la forma de una flor hasta el inmenso loto planetario o solar) son construidas porque las Jerarquías existen como un conjunto de vidas germinales que dan impulso, proporcionan el modelo y constituyen, por su misma existencia, la razón de ser de todo lo visible en cada plano.

6a y 7a Jerarquía.

Proporcionan las formas sustanciales en los tres mundos, tienen una aplicación vital y ocupan un lugar muy interesante. Desde el punto de vista logoico no se considera que constituyen principios, pero desde el punto de vista del hombre le proporcionan a él Sus principios inferiores. Mantienen con el Logos la misma relación que el cuerpo físico denso con el hombre, y todo lo que concierne a su evolución debe ser estudiado -especialmente aquí- como que se llevan a cabo en el vehículo físico logoico. Se ocupan del despliegue de energía física, de la expresión de los propósitos divinos en el vehículo físico y de la organización física de cierta gran Vida cósmica.

Esto ocurre especialmente cuando analizamos estas dos Jerarquías. Constituyen el residuo inferior del sistema anterior, y la energía de esa materia (líquida, gaseosa y densa) que la vibración del átomo logoico permanente -en el plano de adi- atrae hacia sí al construir la forma divina. Con propósitos de clarificación y generalización, debe observarse que la séptima Jerarquía es la vida o energía que se encuentra en el corazón de cada átomo, su aspecto positivo, y la sexta Jerarquía, la vida de las formas de todos los cuerpos etéricos de cada objeto tangible. La función de esta Jerarquía está bien descripta en las palabras de El Antiguo Comentario:

“Los devas oyen la palabra emitida. Se sacrifican, y con su propia sustancia construyen la forma deseada. Extraen la vida y el material de sí mismos, entregándose ellos mismos al impulso divino”.
Tratado sobre Fuego Cósmico, págs. 934-43.


Antes de continuar con el análisis de la tabulación y de demostrar las interrelaciones que existen en este ciclo particular zodiacal, entre los doce signos del zodíaco y los doce planetas, quiero indicar ciertas cosas en conexión con estas constelaciones zodiacales. Son generalizaciones, pero de ellas podrá deducirse lo específico y lo particular.

Ante todo señalaré que los doce planetas que gobiernan las doce casas, conciernen primordialmente a la expresión del hombre en el plano físico; afectan poderosamente el aspecto personalidad; sus influencias, además de las condiciones kármicas heredadas, producen esos estados ambientales y circunstancias que ofrecen la oportunidad para desarrollar y eventualmente controlar el aspecto forma de la vida.

Segundo, las doce constelaciones se ocupan principalmente de estimular el alma dentro de la forma, produciendo actividad subjetiva, que a su vez produce cambios en la expresión externa, por medio de la fusión de la energía de la constelación con la de los planetas. El efecto producido tiene dos etapas:

1. La primera es cuando el signo del Sol domina al hombre y gradualmente lo capacita para responder al alma, desarrollándose sus posibilidades latentes para esta vida. El efecto del signo del Sol se denomina algunas veces “la potencia del Sol de la Probabilidad”.

2. La segunda es cuando existe una acrecentada respuesta a las energías ocultas por el signo ascendente. Evocan lo inesperado y producen un aceleramiento del progreso evolutivo y el desarrollo de la vida interna. El signo ascendente se denomina en lenguaje esotérico “el Sol de la Posibilidad”.

Por el efecto que produce la energía que afluye de los signos zodiacales, el hombre se prepara para la “crisis de orientación”, en la cual, lenta y gradualmente, invierte su modo de progresar en la rueda de la vida y conscientemente comienza el viaje de retorno a su fuente de origen. Entonces va de Aries a Piscis vía Tauro, Escorpio y Capricornio, en vez de pasar de Aries a Tauro vía Sagitario, Leo y Cáncer. La triplicidad de las constelaciones mencionadas en estas dos grandes rutas alrededor del zodíaco, tiene un efecto definido y trascendente y se la denomina “los signos trascendentales de influencia.”. Durante este proceso se desarrolla el principio mental, la mente discriminadora, y en esta específica conexión (no en forma general), el énfasis se pone sobre la influencia que ejercen Aries, Géminis y Libra. Bajo esta influencia, el hombre aprende a vencer el deseo, comprobando y experimentando todo tipo de deseo e impulso egoísta. Así, gradualmente y con infinito dolor, el alma humana aprende a actuar primeramente como miembro de la familia humana y después como entidad espiritual, el alma divina.

Por lo dicho observarán que ciertas actitudes adoptadas por los astrólogos esotéricos, invierten la posición de la astrología ortodoxa actual. La razón de ello es que cuando descienden las ideas del plano de las ideas, “se invierten” en el plano astral y, por tal motivo, están sujetas a la gran ilusión. La astrología debe oportunamente liberarse de esta inversión.

Una comprensión exacta del efecto que producen las distintas energías y fuerzas, pondría en evidencia que cuando las condicionantes fuerzas planetarias, las energías en expansión del signo del Sol y la tendencia de la energía impulsora del signo ascendente, son controladas y dirigidas por el hombre espiritual iluminado, tenemos un alma al borde de la liberación.

Las energías de las doce constelaciones -en una etapa final de experiencia y desenvolvimiento- y de las tres grandes constelaciones que condicionan al Logos solar, se mezclan con las energías innatas de los siete rayos, o de los siete Logos planetarios. Esto marca un punto de perfección. Estas foráneas energías (me refiero a las de las constelaciones mayores) son llevadas a la Tierra por intermedio de los siete planetas sagrados y los cinco no sagrados, y cuando hay una total fusión de las energías relacionadas y, por lo tanto, una plena expresión, llega a su fin un gran período mundial. Por largo tiempo durante este ciclo de reencarnaciones y períodos de manifestación, el ser humano está condicionado casi totalmente por la actividad de los planetas no sagrados que, como bien saben, son cinco:

El Sol (ocultando un planeta)
La Luna (ocultando un planeta)
La Tierra
Marte
Plutón

El hombre -hablando simbólicamente- es “la estrella de cinco puntas, y de las ígneas puntas afluyen externamente las fuerzas del hombre, y en cada una de esas puntas aparece un centro de recepción”. Ésta es una expresión gráfica, cuyo significado es claro. Sin embargo, cuando el hombre se acerca al Sendero del Discipulado, la influencia de los planetas sagrados se hace acrecentadamente efectiva, hasta que después de la quinta y final iniciación ya no producen efecto los planetas no sagrados, aunque el iniciado maneja potentemente las energías de los mismos, a medida que afluyen a través de sus vehículos de recepción, de respuesta y de expresión, pues deben tenerse en cuenta las tres actividades y propósitos.

Las energías de las doce constelaciones se mezclan con las de los doce planetas, pero su poder para evocar respuesta y recibir conscientemente, reconocer y emplear las energías, depende completamente del tipo de mecanismo de respuesta de la Vida planetaria y del hombre individual. Se ha dicho acertadamente, que la conciencia depende de los vehículos de la misma y del grado de desarrollo y capacidad del individuo para identificarse con las energías e impulsos que le llegan, no dependiendo únicamente de lo que ya ha reconocido como parte o aspecto de sí mismo. Podría decirse que la respuesta a las realidades superiores y cualidades reveladas y hechas posibles por el impacto de las energías de los signos zodiacales, depende parcialmente de la menguante influencia de los planetas para mantener sujeto el aspecto conciencia del hombre. Reflexionen sobre esto, porque encierra una verdad profundamente esotérica.

Así, dos corrientes potentes de energía -cósmica y del sistema- llegan al hombre por intermedio de los condicionantes centros planetarios de fuerza (los siete esquemas planetarios del sistema solar y sus siete correspondientes centros en el planeta en que vivimos), afluyendo por intermedio de las simbólicas doce casas. Por esta razón se dice que nuestro sistema solar tiene una “dualidad intrínseca” (Amor-Sabiduría), y que la principal tarea del hombre es “regular los pares de opuestos”.

Por lo tanto, el tema de la dualidad aparece en toda la historia de la evolución del hombre. En los tres planos del desenvolvimiento humano la reconciliación avanza.

1. En el plano físico tenemos la fusión de las fuerzas densas y etéricas. Esto es consumado en el Sendero de Purificación.

2. En el plano astral debe efectuarse la resolución de los pares de opuestos. Esto es consumado en el Sendero del Discipulado.

3. En el plano mental, el Ángel de la Presencia y el Morador en el Umbral están frente a frente. Su síntesis se produce en el Sendero de Iniciación.

A este respecto lo que es verdad en el hombre lo es también para toda la humanidad, para el Logos planetario de la Tierra y para todos los Logos planetarios y el Logos solar. La analogía entre la fusión de los pares de opuestos en el plano físico, por ejemplo, puede ser vista en la fusión consciente y dirigida de las fuerzas planetarias, con la energía de cualquier planeta específico o grupo de planetas. La analogía, que implica la discriminación para regular y contrarrestar las fuerzas de los pares de opuestos en el plano astral, puede observarse cuando las energías del signo del sol y de los planetas están perfectamente dirigidas y ajustadas. La analogía también puede extenderse al plano mental, y cuando las energías de los signos del Sol y el ascendente están coherentemente mezcladas y expresadas (tanto en el caso del individuo como en el de la vida planetaria) sobreviene un punto de crisis, en el cual se enfrentan alma y personalidad. El Ángel de la Presencia, distribuyendo fuego solar y manteniendo enfocado el fuego eléctrico, y el Morador en el Umbral, expresando y utilizando fuego por fricción, llegan a “conocerse íntima y ocultamente”. Entonces se abre ampliamente la puerta a través de la cual la vida y la luz de las tres constelaciones mayores pueden -después de la tercera iniciación- estar esotéricamente disponibles para que el iniciado sea un ser humano liberado o un Logos planetario.

Cuando los astrólogos comprendan la verdadera significación de la constelación de Géminis -los Gemelos- y las fuerzas duales que afluyen a través de este signo (las “fuerzas en conflicto”, como a veces se las denomina, o “los hermanos pendencieros”) y hacen impacto sobre nuestra vida planetaria, entonces se conocerá el verdadero método para resolver las dualidades.

Resulta interesante observar que siete de los símbolos expresados en los doce signos del zodíaco son de naturaleza dual, y de ellos puede inferirse la dualidad:

1. Los dos cuernos del Carnero en Aries.
2. Los dos cuernos del Toro en Tauro.
3. Las dos figuras de los Gemelos en Géminis (dos líneas).
4. Las dos pinzas del Cangrejo en Cáncer.
5. Los dos platillos de la Balanza en Libra.
6. Las dos líneas paralelas de fuerza en Acuario.
7. Los dos Peces en Piscis.

Estas siete constelaciones están relacionadas íntimamente con seis de los siete planetas sagrados y con uno de los no sagrados. Dos. signos son simples figuras y no tienen ningún significado dual, y son:

8. El símbolo de Leo, que es simplemente la cola del León. La flecha, en el símbolo que representa a Sagitario.
9. Contienen la idea de separación aislada y del deseo centralizado. Dos signos son de construcción definidamente triple y esto tiene un significado claro para el esotérico.
10. Virgo es un signo triple.
11. Escorpio es también un signo triple, muy parecido a Virgo. Ambos son cruciales en la experiencia del ser humano, pues indican la función de la triple forma y la liberación del hombre aprisionado en ella, por medio de las pruebas que ha de pasar en Escorpio, donde comprueba para él y para el mundo la realidad de lo que Virgo ha velado u ocultado.
12. El símbolo del signo Capricornio es muy misterioso. Oculta el misterio de los Cocodrilos o Makaras. Está construido en forma inexacta y decididamente engañosa, y debería ser considerado un misterio y, por lo tanto, no debe ser definido.

Estos signos y sus relaciones con los planetas sagrados y no sagrados serán considerados más adelante.

En resumen: El hombre deberá ser estudiado como una entidad triple, un compuesto individual (expresándose en los tres mundos):

a. El alma espiritual reflejando a la Mónada.
b. El alma humana reflejando el alma divina.
c. La naturaleza forma que debería ser la reveladora de las dos superiores.

Tres Jerarquías creadoras condicionan al hombre encarnado, la 4ta. (o 9na.) la 5ta. (o 10ma.) y la 6ta. Éstas, en colaboración, crean al hombre y al mismo tiempo constituyen el campo de su expresión. Por lo tanto, el hombre es una mezcla de fuego eléctrico, porque es una Llama divina y, oportunamente, responde a las tres influencias controladoras mayores. Es también fuego solar, pues es un Ángel solar en manifestación. Entonces llega a responder acrecentadamente a las influencias de las doce constelaciones. Además es fuego por fricción, y queda bajo la influencia de los planetas. La clasificación siguiente podrá aclarar en parte esto:

I Fuego Eléctrico Sendero de Iniciación 4ta. Jerarquía plena expresión del alma vida monádica.
Meta: Identificación con la Mónada. Produce responsividad en las tres constelaciones.
II Fuego Solar Sendero del Discipulado 5ta. Jerarquía plena experiencia de la vida del alma.
Meta: Identificación con el Alma. Produce responsividad en las doce constelaciones zodiacales.
III Fuego por Fricción Sendero de Evolución 6ta. Jerarquía vida experimentada vida humana.
Meta: Identificación con la Personalidad. Produce responsividad en las influencias planetarias.

3. La Gran Rueda y el Desenvolvimiento Espiritual.

Antes de darles lo que falta del gráfico de las constelaciones como conductoras de las energías cósmicas o transmisoras de sus propias energías, quisiera decirles que mucho de lo que explicaré estará basado sobre:

1. La rueda de la vida y el sendero del hombre, el ser humano, al pasar a través de los signos de acuerdo al método conocido por la astrología ortodoxa. Al igual que los planetas, éste retrograda aparentemente a través de los signos y parece que atravesara las constelaciones de Aries a Tauro. Pero todo es parte de la Gran Ilusión.

2. La rueda de la vida y el sendero del hombre, el alma espiritual o divina, al pasar a través de los signos del zodíaco, de acuerdo al método estudiado por el astrólogo esotérico. Éste es el Sendero de la Realidad, así como el otro es el Sendero de la Ilusión. Lleva al discípulo a recorrer el sendero, desde su comienzo en Aries hasta su culminación en Piscis.

El método actual se basa en la verdad transitoria de que el hombre común está sujeto a la naturaleza ilusoria de la manifestación, “así como el hombre piensa así es él”. Sin embargo cuando se convierte en Hércules, el Dios Sol (o Ángel solar), comienza a invertir el proceso (también aparentemente) y tiene lugar una definida reorientación. Los Instructores del aspecto interno, estudian los horóscopos únicamente en relación con las tres entidades siguientes:

1. El horóscopo del planeta, como expresión de la vida del Logos planetario, que implica el estudio del horóscopo del espíritu del planeta, como también de la vida que lo anima y su relación e interacción mutuas. El espíritu de la Tierra es para su Logos planetario lo que la personalidad, por ejemplo (o la naturaleza forma), es para el alma del hombre. Los dos horóscopos están superpuestos, surgiendo entonces “el canon planetario”:

2. El horóscopo de la familia humana, o del cuarto reino de la naturaleza, considerado como la entidad que esencialmente es, constituye en realidad el estudio de dos horóscopos como en el caso anterior; el del reino de las almas, de los divinos hijos de Dios en el plano mental, y el estudio de la entidad, la vida coherente del aspecto forma del cuarto reino de la naturaleza. Esto se hace también superponiendo ambos horóscopos, confeccionados en gran escala y en un material trasparente, desconocido por la humanidad. En ellos se observa el diseño que surge cuando “el alma y la personalidad se unen” y aparecen con toda claridad las condiciones, los posibles desarrollos y relaciones y el futuro objetivo inmediato.

3. Los horóscopos de los discípulos. Los Maestros no estudian el horóscopo del hombre común y no evolucionado, pues no es de valor. Esto supone también el estudio de los dos horóscopos del discípulo en observación -uno, el del alma, el otro, el de la personalidad, aplicándose nuevamente el proceso de superimposición. En uno de los horóscopos se estudiará y se observará la nueva orientación y la reorganizada vida embrionaria interna; en el otro se pondrá atención sobre la vida externa, en concordancia o no, con las condiciones internas. Así emergerá el canon de la vida, indicará las posibilidades, desaparecerán los problemas y estará claramente expuesto el próximo paso a dar.

Aquí también es evidente hasta qué punto el “principio de dualidad” existe en todas las cosas. Consiste en un dualismo cambiante, de acuerdo a donde se pone el énfasis, porque el dualismo está presente hasta en la última y final iniciación -presente en las etapas posteriores del proceso evolutivo, en el reajuste de las relaciones de la forma, pero no está presente en la conciencia del discípulo de grado avanzado. Este punto tan importante debe ser captado.

Aquí tiene cabida un tercer punto, a continuación de los dos anteriormente acentuados. Gran parte de nuestro estudio estará dedicado a establecer la relación de las seis constelaciones que se hallan en la mitad superior de la rueda zodiacal, con las seis que están en la mitad inferior; consideraremos la energía que es un ser humano -observen esta frase-, cuando recorre el camino en forma contraria a las manecillas del reloj, de Aries a Tauro, y luego -invirtiendo el proceso- lo hace de Aries a Piscis. Consideraremos las dualidades proporcionadas por una de estas constelaciones y su opuesto; por lo tanto estudiaremos las grandes cualidades que otorga una constelación y su signo opuesto. Tales puntos los trataremos de la manera siguiente:

1. Desde el punto de vista del comienzo en Aries, hasta que el hombre -después de muchas vueltas en la rueda de la vida- llega al punto de retroceso y reorientación. Progresa desde el punto en que, en Cáncer, forma parte de la masa, posee conciencia de masa incipiente y descentralizada, y no reconoce objetivo alguno (excepto la satisfacción del deseo instintivo), hasta que en Escorpio se convierte en el discípulo triunfante, que se encontró a sí mismo en Leo. Entonces se produce la Crisis de Reorientación, la cual puede extenderse largo tiempo y constituir un intervalo de innumerables vidas de esfuerzo.

2. Desde el punto de vista del hombre que se halla en el sendero de probación, buscando la luz y luchando a través de los signos (según lo expresa El Antiguo Comentario al considerar este punto)

“Gira de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha. Gira en forma errátil sobre un eje de deseos. No sabe adónde ir ni qué hacer. El cielo se oscurece”.

Aquí el signo Géminis comienza poderosamente a desempeñar su parte en la vida de los discípulos; Sagitario gradualmente “perfora el corazón con sus flechas, entonces en la trayectoria de la flecha el hombre llega a Capricornio”. Luego viene la Crisis de Renunciación.

3. Desde el punto de vista del discípulo juramentado o del iniciado que recorre nuevamente el Sendero del Sol y se da cuenta que lo que descubrió que él era en Leo, tiene su culminación en Acuario. La conciencia separativa individual se trasforma en conciencia grupal en Acuario, y comienza a comprender el significado de la fundamental combinación de los signos, ese “triángulo en la conciencia” de la humanidad:

Cáncer Leo Acuario
Percepción de la masa Percepción individual Percepción grupal
Conciencia instintiva Conciencia inteligente Conciencia intuitiva

Entonces, desde el punto de vista de la realización en Capricornio, el hombre actúa durante varias vidas alrededor del sendero zodiacal y desciende al mar de la conciencia de la masa para llegar a ser lo que los libros antiguos llaman “el cangrejo que limpia el Océano de la materia que circula alrededor del alma del hombre”, para oportunamente convertirse, en Piscis, en un activo salvador mundial. Desciende al mundo de los hombres para salvar al género humano y desarrollar el plan. Entonces llega a ser “el pez que nada libre en el océano de la materia”.

El iniciado debe expresar siempre, en cada signo del zodíaco, la culminación y el fruto espiritual de la experiencia obtenida en vidas anteriores, el experimento mundial y la realización del alma. El egoísmo debe convertirse en un servicio vital activo, y el deseo debe demostrar que ha sido transmutado como aspiración espiritual pura para identificarse con la voluntad de Dios. Uno o dos puntos más deben ser tratados para que puedan dedicarse al estudio, teniendo en sus mentes ciertas ideas definidas y claramente formuladas. Las mencioné en otros libros, pero será útil volver a exponerlas y ampliarlas. Quisiera que las tuvieran presentes cuando lean y estudien.

He dicho frecuentemente que la ciencia de la astrología está basada en una condición inexistente. No se basa en nada material, sin embargo, está eternamente basada en la Verdad. El zodíaco es, como bien saben, el derrotero imaginario del Sol en los cielos. Pero, desde el punto de vista exotérico es mayormente una ilusión. Pero al mismo tiempo las constelaciones existen y las corrientes de energía que pasan y repasan, se entremezclan y entrelazan por todo el espacio, las cuales no son de manera alguna ilusorias, sino que expresan definitivamente las eternas relaciones. El abuso de las distintas energías ha creado esta ilusión. Este sendero ilusorio es una realidad para la humanidad, como lo son las ilusiones personales de cualquier individuo, las cuales se deben a la polarización del individuo en el plano astral.

También es interesante observar a este respecto que, debido a la precesión de los equinoccios, un cuarto tipo de fuerza ejerce presión sobre el planeta y al hombre raras veces se lo reconoce y se le da el lugar que le corresponde en el horóscopo. El mes y el signo, o el lugar que ocupa el Sol en los cielos, en realidad no coinciden. Cuando decimos, por ejemplo, que el Sol está en Aries impartimos una verdad esotérica, pero no un hecho exotérico. El Sol estaba en Aries al principio de este gran ciclo; pero no ocupa exactamente hoy la misma posición cuando está en ese signo.

Debe recordarse que es necesario conocer el momento y el lugar del nacimiento al confeccionar el horóscopo del individuo, a fin de obtener una comprensión correcta y deducciones exactas, referentes a las constelaciones, los planetas y la Tierra, pues debe haber una hora fija sobre la cual basar los cálculos. La hora fija aún es desconocida en la astrología exotérica, aunque la Jerarquía posee la información necesaria y no la divulgará hasta que llegue el momento oportuno. El conocimiento de dicha información interna constituye la base de las afirmaciones que he hecho o haré, que al investigador ortodoxo le parecerán revolucionarias. Deben rectificarse constantemente las primitivas conclusiones a que llegó la humanidad, y el ejemplo más destacado es la afirmación bíblica de que la fecha original de la creación fue en el año 4.004 a.C. La ciencia moderna considera esto un error, pero todavía muchos lo creen.

Anteriormente insinué cuál fue el cómputo astrológico definido que serviría de base para citar la época de ese “Gran Acercamiento” de la Jerarquía a nuestra manifestación planetaria, cuando tuvo lugar la individualización y apareció el cuarto reino de la naturaleza. Dije que ese estupendo acontecimiento ocurrió hace 21.688.345 años. En ese tiempo el Sol estaba en Leo. El proceso que entonces se inició en el plano físico y produjo acontecimientos físicos externos, tardó aproximadamente 5.000 años para madurar; el Sol estaba en Géminis cuando tuvo lugar la crisis final de la individualización y se cerró la puerta al reino animal.

Se dice que Sagitario rige la evolución humana, pues el Sol estaba en ese signo cuando la Jerarquía inició su Acercamiento, a fin de estimular las formas de vida sobre nuestro planeta. Por lo tanto Sagitario gobernó el periodo de acercamiento subjetivo.

El Sol estaba en Leo cuando tuvo lugar la individualización en el plano físico, como resultado del estímulo aplicado.

El Sol estaba en Géminis cuando este Acercamiento fue consumado y se fundó la Jerarquía en la Tierra. Éste es uno. de los grandes secretos que tipifica el Ritual Masónico, pues el símbolo del signo Géminis originó el concepto de los pilares, tan familiar a los masones. Simbólicamente hablando, podría establecerse que:
1. Leo rige el grado E .. A..

2. Géminis rige el grado F .. C..

3. Sagitario rige el grado del M .. M .. hasta el episodio del surgimiento del Maestro, y Capricornio rige la parte final de la ceremonia y la H.. R.. A..


Para el neófito que no tenga una intuición desarrollada y disciplinada resulta confuso conciliar las discrepancias y contradicciones aparentes que se hallan en las enseñanzas de la Sabiduría Eterna. Esta misma dificultad surgirá en la ciencia de la astrología, por eso sería conveniente dar algunas referencias sobre este tema. Les recordaré que la verdad ocultista establece que la interpretación y la comprensión correctas se fundan en el grado de desarrollo del individuo. H.P.B. señala en La Doctrina Secreta que para algunas personas el principio más elevado del que puedan ser conscientes, es el más inferior para otras. Las constelaciones y los planetas que rigen a las personas pueden tener y tienen, un efecto sobre la masa y otro sobre el hombre común, y un tercer efecto sobre el discípulo o el iniciado. Como las diversas energías y fuerzas circulan por todo el cuerpo etérico de nuestro sistema solar, su recepción y efecto dependerá del estado de los centros planetarios y del punto de desarrollo de los centros del individuo. Por eso difieren ampliamente los horóscopos y las tablas, y aparecen diferentes planetas rigiendo las constelaciones. Parece que no hay una regla fija, lo cual confunde al estudiante. La astrología ortodoxa impone una serie de reglas planetarias, siendo correctas en lo que concierne a la masa humana. Pero el discípulo, que vive centrado arriba del diafragma, responde a otras combinaciones, de las cuales me ocuparé especialmente. De allí que los tres diagramas no coincidan. Fueron transcritos a fin de explicar la situación en lo que respecta a los tres grupos:

1. La mayoría de la gente comprendida en las conclusiones astrológicas ortodoxas reconocidas.

2. Los discípulos e individuos evolucionados, comprendidos en las conclusiones de la astrología esotérica.

3. Las Jerarquías Creadoras que proporcionan la posición intermedia en este ciclo mundial.

 

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