| TRATADO SOBRE FUEGO CÓSMICO ALGUNOS EXTRACTOS DE LAS 1.000 PÁGINAS QUE COMPONEN EL TRATADO ALICE ANN BAILEY MAESTRO TIBETANO (DJWHAL KHUL)
Detalle del óleo titulado: Espacio Vacío de la escritora y pintora mística chilena M. Eliana Aguilera Hormazábal
POSTULADOS
DE INTRODUCCIÓN
Sus postulados son, sencillamente, una ampliación de los tres fundamentos contenidos en el Proemio del Tomo I, de La Doctrina Secreta de H. P. Blavatsky.(D.S.I, 79-81) Se recomienda estudiarlos detenidamente a fin de comprender con mayor facilidad este tratado.
I Existe un solo Principio Inmutable e Ilimitado; una sola Realidad Absoluta precediendo a todo Ser manifestado y condicionado. Está más allá del conocimiento y alcance de todo pensamiento y expresión humanos.
El Universo manifestado se halla contenido en esta Realidad Absoluta y es el símbolo que la condiciona.
La totalidad de este Universo manifestado comprende tres aspectos: 1. El Primer Logos Cósmico, impersonal e inmanifestado, el precursor de lo Manifestado.
De estos principios creadores fundamentales surgen correlativamente, en sucesivas graduaciones, innumerables universos que encierran incontables estrellas y sistemas solares en manifestación.
Cada uno de estos tres se manifiestan también en forma triple, totalizando a. las nueve Potestades o Emanaciones, b. los nueve Sephiroth, c. las nueve causas de la Iniciación.
1- El sistema solar es triple; se manifiesta a través de los tres aspectos ya mencionados. 2-Un ser humano es también triple, manifestándose como Espíritu, Alma y Cuerpo, o Mónada, Ego y Personalidad. 3-El átomo del científico es análogamente triple, compuesto de un núcleo positivo, electrones negativos y toda la manifestación externa, resultado de la relación existente entre los dos primeros.
Los tres aspectos de cada forma se interrelacionan; son susceptibles de interacción porque a. la energía se halla en movimiento y circula; b. todas las formas del sistema solar forman parte del Todo, y no son unidades aisladas, y c. ésta es la base de la fraternidad, de la comunión de los santos y de la astrología. Los tres aspectos de Dios, el Logos solar y la Energía o Fuerza central (términos sinónimos en sentido oculto) se manifiestan por medio de los siete centros de fuerza -tres centros mayores y cuatro menores.
Estos siete centros de Fuerza logoica están constituidos de tal manera que forman Entidades colectivas, conocidas como: a. Los siete Logos planetarios. b. Los siete Espíritus ante el Trono. c. Los siete Rayos. d. Los siete Hombres celestiales. Los siete Logos incorporan siete tipos de fuerza diferenciada y en este tratado se les considerará como los Señores de Rayo. Los nombres de los Rayos son:
Estos son los Rayos mayores o de Aspecto
Estos son los Rayos de Atributo
II Existe una ley básica denominada Ley de Periodicidad.
1. Esta ley rige toda la manifestación, ya sea la de un Logos solar, por intermedio de un sistema solar, o la de un ser humano por medio de una forma humana. Esta ley controla similarmente a todos los reinos de la naturaleza. 2. Existen otras leyes en el sistema que están vinculadas con ésta; algunas de ellas son las siguientes:
a. La Ley de Economía .. rige a la materia, el tercer aspecto. b. La Ley de Atracción ...rige al alma, el segundo aspecto. c. La Ley de Síntesis.......rige al espíritu, el primer aspecto.
3. Estas tres son leyes cósmicas.
Hay siete leyes que rigen la manifestación de nuestro Logos solar. a. La Ley de Vibración. b. La Ley de Cohesión. c. La Ley de Desintegración. d. La Ley del Control Magnético. e. La Ley de Fijación. f. La Ley del Amor. g. La Ley del Sacrificio y de la Muerte.
4.Cada una de estas Leyes se manifiesta particularmente en cualquiera de los siete planos del sistema solar. 5. Cada ley entra en vigencia periódicamente y cada plano tiene su período de manifestación y de oscuración. 6. Cada vida manifestada tiene tres grandes ciclos:
7. Conocer los ciclos significa tener conocimiento del número, del sonido y del color. 8. El pleno conocimiento del misterio de los ciclos lo posee únicamente el adepto perfecto.
III Todas las almas son iguales a la Super-Alma. 1.-El Logos del sistema solar es el Macrocosmos. El hombre es el microcosmos. 2.-El alma es un aspecto de todas las formas de vida desde un Logos hasta un átomo. 3.-La relación que existe entre todas las almas con la Super-Alma es la base científica de la creencia en la Fraternidad. Fraternidad es una realidad de la naturaleza, no un ideal. 4.-La Ley de Correspondencia explica los detalles de esta relación. Esta Ley de Correspondencia o de Analogía interpreta el sistema y explica al hombre la existencia de Dios. 5.-Así como Dios es el Macrocosmos para todos los reinos de la naturaleza, así también el hombre es el macrocosmos para todos los reinos subhumanos. 6.-La meta para la evolución del átomo es la autoconciencia, tal como se demuestra en el reino humano. La meta para la evolución del hombre es la conciencia grupal, así como lo manifiesta un Logos planetario. La meta para el Logos planetario es la conciencia de Dios, tal como lo expresa el Logos solar. 7.-El Logos solar es la suma total de todos los estados de conciencia dentro del sistema solar.
Estanzas de Dzyan....
PRIMERA PARTE. Consideraciones Preliminares. I. FUEGO EN EL MACROCOSMOS. II. FUEGO EN EL MICROCOSMOS. III. FUEGO EN LA MANIFESTACIÓN. SECCIÓN A. Los Fuegos Internos de las Envolturas- I. Los tres canales. II Los elementales del fuego y los devas.
Fuego por Fricción Fuego por fricción o fuego interno vitalizador. Este fuego anima y vitaliza el sistema solar objetivo. Es la suma total del kundalini logoico, cuando está totalmente activo en el sistema.
SECCIÓN B. El Rayo de la Personalidad y su relación con el Primer Fuego. I El trabajo de los tres rayos. II El rayo de la personalidad y los átomos permanentes. III El rayo de la personalidad y la ley del karma. Cada cuerpo o forma en que el Espíritu funciona, tiene, como punto focal en cada plano, un átomo compuesto de materia del subplano atómico de cada plano. Este átomo sirve de núcleo para distribuir fuerza, conservar las facultades, asimilar la experiencia y preservar la memoria.
SECCIÓN C. El Cuerpo Etérico y el Prana. I. La naturaleza del cuerpo etérico. 1. Su propósito y descripción. 2. Ocho enunciados. El cuerpo etérico es el molde del cuerpo físico. El cuerpo etérico es el arquetipo, de acuerdo al cual se construye la forma física densa; ya se trate de la forma de un sistema solar o de un cuerpo humano en cualquier encarnación. El cuerpo etérico es una trama o red de finos canales entrelazados, formados de materia de los cuatro éteres y construido en forma específica.
SECCIÓN C EL CUERPO ETÉRICO Y EL PRANA( )
II.
La naturaleza del prana. III.
La función del cuerpo etérico. IV.
Éteres macrocósmicos y microcósmicos. V.
La muerte y el cuerpo etérico.
I. LA NATURALEZA DEL CUERPO ETERICO Al estudiar los fuegos internos del sistema hallaremos cosas de gran interés para la venidera generación de pensadores, que podrían enumerarse de la manera siguiente:
1. Su Propósito y Descripción Primero. Si los científicos y médicos estudiaran el cuerpo etérico, hallarían y llegarían a comprender más plenamente las leyes de la materia y de la salud. La palabra salud se ha empleado hasta ahora en forma demasiado limitada, y su significado ha sido aplicado a la sanidad del cuerpo físico, a la acción colaboradora de los átomos del cuerpo físico del hombre y a la plena expresión de los poderes del elemental físico. En el futuro, nos daremos cuenta de que la salud del hombre depende de la salud de las otras evoluciones afines, de la acción colaboradora y de la plena expresión de la materia del planeta y del elemental planetario, el cual constituye en sí mismo, la manifestación conjunta de todos los elementales físicos de la naturaleza manifestada. Segundo. El estudio del cuerpo etérico y del prana revelará los efectos de ciertos rayos del sol, a los cuales, por falta de una expresión más adecuada, denominaremos “emanaciones pránicas solares”. Estas emanaciones son efecto del calor central del sol, cuando se acerca a otros cuerpos del sistema solar por uno de los tres canales principales de contacto, produciendo, en los cuerpos sobre los que ha hecho contacto, ciertos efectos diferentes a los producidos por otras emanaciones. Dichos efectos podrían considerarse estimulantes y constructivos y, por su cualidad esencial, producen condiciones que activan el crecimiento de la materia celular; su adaptación concierne a las condiciones ambientales y, similarmente, a la salud interna (que se manifiesta como calor en el átomo y su consiguiente actividad) y a la evolución uniforme de la forma, de la cual ese átomo particular de materia es parte constitutiva. Las emanaciones de prana ayudan poco en la construcción de formas porque eso no le corresponde, pero conservan la forma preservando la salud de sus partes componentes. Otros rayos del sol actúan de manera distinta sobre las formas y su sustancia. Algunos de esos rayos actúan como Destructores de la forma, otros realizan el trabajo de cohesión y atracción. La tarea del Destructor y del Preservador se efectúa bajo la Ley de Atracción y Repulsión. Algunos rayos del sol aceleran el movimiento, otros lo retardan. Los rayos que ahora tratamos, “las emanaciones pránicas solares”, actúan dentro de los cuatro éteres: esa materia que, aunque física, no es aún visible objetivamente para el ojo humano. Dichas emanaciones constituyen la base de toda vida en el plano físico, considerada únicamente en relación con la vida de los átomos de materia del plano físico, su calor inherente y su movimiento giratorio. Estas emanaciones son la base del “fuego por fricción” que se manifiesta en la actividad de la materia. Finalmente, por el estudio del cuerpo etérico y del prana llegaremos a comprender el método de la manifestación logoica, lo cual será de gran interés para los metafísicos y los pensadores abstractos. El cuerpo etérico del hombre oculta el secreto de su objetividad. Tiene su analogía en el plano arquetípico, denominado el plano de manifestación divina, el primer plano de nuestro sistema solar o Adi. La materia de este plano tan elevado, a menudo se la denomina “mar de fuego” y es la raíz del akasha, término aplicado a la sustancia del segundo plano de manifestación. Delinearemos esta analogía más detalladamente, pues su exacta captación traerá gran iluminación a la vez que muchas cosas que servirán para dilucidar problemas - macro y microcósmicos. Comenzaremos con el hombre y su cuerpo etérico.
Se ha descrito el cuerpo etérico como una red impregnada de fuego, o una trama animada por una luz dorada. En la Biblia se lo denominan “cuenco dorado”. Está compuesto de esa materia del plano físico que llamamos etérica y adquiere esa apariencia porque las finas hebras de esta materia se entrelazan y los Constructores menores las convierten en la forma o molde, de acuerdo al cual se moldeará el cuerpo físico denso. Bajo la Ley de Atracción la materia densa del plano físico se adhiere a esta forma vitalizada, y gradualmente se va conformando a su alrededor y dentro de sí misma, hasta que la interpenetración es tan completa que ambas constituyen una sola unidad; las emanaciones pránicas del cuerpo etérico actúan sobre el físico denso, de la misma manera que las emanaciones pránicas solares actúan sobre el cuerpo etérico. Existe un vasto sistema de transmisión y de interdependencia dentro del sistema. Todos reciben para dar y ayudar a lo inferior o poco evolucionado. Este proceso puede observarse en todos los planos. De esta manera el cuerpo etérico constituye el plano arquetípico, en relación con el cuerpo físico denso. El Pensador en su propio plano, se encuentra, con respecto al físico, en la misma relación en que el Logos se encuentra respecto a Su sistema. En forma sintética puede expresarse así: “El Pensador en el plano astral, el plano del deseo y de la necesidad, se encuentra respecto al cuerpo físico en la misma relación que el Logos del plano astral cósmico se encuentra en relación con Su sistema.” A medida que avancemos en nuestro estudio, iremos observando las analogías en el cosmos, en el sistema y en los tres mundos, pues debemos tener presente que la analogía ha de ser perfecta. 1. El Hombre, el Microcosmos, la Mónada en manifestación, el Uno. 2. El Hombre celestial, el Logos planetario, el grupo manifestado. 3. El gran Hombre de los Cielos, el Macrocosmos, el Logos solar, la manifestación de todos los grupos y evoluciones dentro de Su cuerpo, el sistema solar. Todos estos cuerpos -hombre, Logos planetario y Logos solar- son producto del deseo originado en los respectivos planos de la mente abstracta, ya sea la mente cósmica, del sistema o de los tres mundos, o deseo-mente cósmica, deseo-mente humana, y todos sus cuerpos son “Hijos de la necesidad”, como tan adecuadamente lo expresa H. P. B. ( )
2. Ocho Enunciados. Nos ocuparemos del cuerpo etérico de todas las cosas, de su vivificación por el prana (cósmico, solar, planetario y humano), de los órganos de recepción y de la fuente de las emanaciones. Para mayor claridad podrían formularse ciertos enunciados sobre el cuerpo etérico, enumerados de la manera siguiente: Primero: El cuerpo etérico es el molde del cuerpo físico. D. S. I, 100.
Segundo: El cuerpo etérico es el arquetipo, de acuerdo al cual se construye la forma física densa; ya se trate de la forma de un sistema solar o de un cuerpo humano en cualquier encarnación. Tercero: El cuerpo etérico es una trama o red de finos canales entrelazados, formados de materia de los cuatro éteres y construido en forma específica. Constituye el punto focal para ciertas emanaciones que irradian y vivifican, estimulan y producen la acción giratoria de la materia.
Cuarto: Estas emanaciones pránicas una vez enfocadas y recibidas reaccionan sobre la materia densa, construida sobre el armazón y la estructura etéricos.
Quinto: Esta trama etérica constituye, durante la encarnación, una barrera entre el plano físico y el astral; barrera que sólo puede trascenderse cuando la conciencia está suficientemente desarrollada como para poder evadirse. Esto se observa en el micro y en el macrocosmos.
Una vez que el hombre, por medio de la concentración y la meditación, expande su conciencia hasta cierto grado, puede abarcar los planos más sutiles e ir más allá de los límites de la trama divisoria.
SUBPLANOS FÍSICOS PLANOS DEL SISTEMA SOLAR 1. Primer éter. Plano atómico Adi. Divino. Mar de fuego. Primer éter cósmico.
Subatómico Anupadaka. Plano monádico. Akasha. Segundo éter cósmico.
Superetérico Átmico. Plano espiritual. Éter. Tercer éter cósmico.
Supergaseoso Búdico. Plano intuicional. Aire. Cuarto éter cósmico.
FÍSICO DENSO PLANOS DE LA HUMANIDAD 5. Gaseoso. Subetérico Mental. Fuego. Cósmico gaseoso.
Una vez que el Logos expande Su conciencia en los niveles cósmicos puede trascender la trama etérica logoica e ir más allá del “círculo no se pasa” de Su manifestación objetiva. Al reflexionar sobre esta analogía debemos tener muy en cuenta que los siete planos mayores de nuestro sistema solar son los siete subplanos del físico cósmico o el plano cósmico más inferior. Podemos observar aquí la exactitud de la analogía respecto a la materia e igualmente la exactitud de la analogía respecto a la irradiación. Sexto: En cada uno de los tres cuerpos: humano, planetario y del sistema o logoico, se encuentra un gran órgano dentro del organismo que actúa como receptor de prana. Dicho órgano tiene su manifestación etérica y su analogía en el físico denso. En el sistema, el órgano del prana cósmico, fuerza que vitaliza la materia, es el Sol central, receptor directo y distribuidor de la radiación cósmica. Ésta es una de las triples divisiones del Rayo Primordial de inteligencia activa. Cada uno de los Rayos cósmicos es triple en esencia, hecho que a menudo se pasa por alto, aunque lógicamente se evidencia; cada Rayo es el vehículo de un Ente cósmico y toda existencia es necesariamente triple en manifestación. El Sol central contiene dentro de su periferia un centro de recepción y una superficie irradiante.
En el planeta, también hay un órgano receptor similar en su cuerpo etérico, cuya ubicación no se puede revelar exotéricamente. Se relaciona con la ubicación de los dos polos, norte y sur; siendo el centro alrededor del cual gira el globo terráqueo y el origen de la leyenda de que existe dentro de la esfera de influencia polar una fértil tierra central. La tierra mítica de extraordinaria fertilidad, de abundante vegetación y de exuberante crecimiento vegetal, animal y humano, lógicamente se halla en el lugar donde se recibe el prana. Constituye el esotérico Jardín del Edén, la tierra de perfección física. La radiación de la superficie, una vez distribuida, se manifiesta como prana planetario.
En el hombre, el órgano de recepción es el bazo, mediante su contraparte etérica. Después de distribuirse por todo el cuerpo, por mediación de la red etérica, se irradia sobre la superficie como aura de salud.
Séptimo: De esta manera se observará claramente la semejanza en los tres cuerpos y puede comprobarse fácilmente su perfecta analogía:
PRANA DEL SISTEMA SOLAR EL SISTEMA SOLAR Entidad
manifestante El Logos solar.
Entidad
manifestante Un Logos Planetario
EL SER HUMANO Entidad
manifestante El Pensador, un Dhyan Choan
EL ATOMO DE MATERIA Entidad
manifestante Una vida elemental
Octavo: Cuando desaparece la “voluntad de vivir”, entonces los “Hijos de la necesidad” dejan de manifestarse objetivamente. Como es natural ello es inevitable, y puede observarse en todos los casos en que existe un ente objetivado. Cuando el Pensador en su propio plano aparta su atención del pequeño sistema, en los tres mundos, y repliega dentro de sí todas sus fuerzas, su existencia en el plano físico termina, y todo vuelve a la conciencia causal; esto constituye tanto una abstracción del Pensador en los tres mundos, como del Absoluto en el triple sistema solar del Logos. Ello se manifiesta en el plano físico cuando se retira por la parte superior de la cabeza el radiante cuerpo etérico, teniendo lugar la consiguiente desintegración del físico. La estructura desaparece y la forma física densa se desintegra, la vida pránica es extraída totalmente de la envoltura densa, dejando de estimular los fuegos de la materia. Permanece el fuego latente en el átomo, al que es inherente, pero la forma se construye por la acción de los dos fuegos de la materia -uno activo y latente, otro irradiante e innato-, ayudado. por el fuego del segundo Logos; cuando se separan, la forma se desintegra. Esta es una representación en miniatura de la dualidad esencial que existe en todas las cosas sobre las cuales actúa Fohat. Existe una íntima relación, en conexión con el cuerpo etérico, entre el bazo y la parte superior de la cabeza. El órgano del bazo tiene una interesante analogía con el cordón umbilical, que une al niño con la madre a fin de ser nutrido, el cual se corta al nacer.
Cuando un hombre comienza a vivir conscientemente su propia vida de deseo, y nace en ese nuevo mundo donde se vive en forma más sutil, el cordón entrelazado de materia etérica (que lo ha unido a su cuerpo físico) se corta; el “cordón plateado se desata” y el hombre rompe su vínculo con el cuerpo físico denso, retirándose por el centro superior del cuerpo en vez de hacerlo por el inferior; pasa así a vivir en un mundo superior y en otra dimensión.
Así ocurre con los cuerpos y envolturas del microcosmos, pues la analogía existe en todos los planos de la manifestación.
Cuando se alcance un conocimiento más científico se verá que el mismo procedimiento, en mayor escala, tiene lugar en la manifestación planetaria. Un planeta sólo es el cuerpo de un Logos planetario, siendo etérico este cuerpo, y el Logos se expresa a través de él y construye sobre la estructura etérica un vehículo de manifestación.
La LUNA fue en un tiempo el cuerpo de expresión de un Logos; la Tierra lo es ahora, pues los ciclos cambian constantemente.
El centro por donde se retira el cuerpo etérico se encuentra análogamente en un planeta físico, y el cordón plateado planetario se corta en el momento señalado; pero el momento y los ciclos, su comienzo y terminación se hallan ocultos en los misterios de la Iniciación y no nos conciernen. En el sistema solar ocurrirá lo mismo al término de un Mahamanvantara. El Logos se recogerá en Sí Mismo, abstrayendo Sus tres principios mayores.( ) Su cuerpo de manifestación -el Sol y los siete Planetas sagrados que existen en materia etérica- se retirarán de la objetividad y quedará oscurecido.
Desde el punto de vista físico podemos decir que la luz se apagará en el sistema.
A esto le seguirá una gradual inhalación hasta que el Logos haya recogido todo en Sí Mismo; el etérico cesará de existir y la trama habrá desaparecido.
Se logrará plena conciencia, y en el momento de la realización cesará la existencia o la manifestación de la entidad. Todo será reabsorbido en el Absoluto; entonces llegará el pralaya, ( ) o el cielo cósmico de descanso, y ya no se oirá la Voz del Silencio. La reverberación de la PALABRA se apagará y el “Silencio de las Alturas” reinará supremo.
II. LA NATURALEZA DEL PRANA Cuando nos ocupamos del cuerpo etérico y sus funciones, como asimilador y distribuidor de prana, lo hemos hecho desde el punto de vista del lugar que ocupa en el esquema de las cosas. Consideramos el tema desde el punto de vista de las analogías, indicando dónde se hallan en el sistema, en el planeta y en el hombre. Hemos visto que constituye el fundamento de la forma física y que es, en sí mismo, el vínculo más importante entre: a.
El hombre físico y el plano emocional o astral. Podemos ahora limitar el tema a la consideración del cuerpo etérico del ser humano, sin tocar las analogías del sistema o cósmicas; aunque quizás sería conveniente recordar que el estudiante inteligente obtiene la sabiduría por la línea interpretativa; quien se conoce a sí mismo (como manifestación objetiva, cualidad esencial y desarrollo comprensivo), conoce también al Señor de su Rayo y al Logos de su sistema. Por lo tanto sólo es cuestión de aplicación, expansión consciente e interpretación inteligente; además debe abstenerse sensatamente de hacer afirmaciones dogmáticas, y ha de reconocer que la analogía se encuentra en la cualidad y en el método empleado más que en ajustarse estrictamente a una acción específica en un determinado momento de la evolución. El material de estudio que es posible dar aquí, si se reflexiona detenidamente, puede inducir a llevar una vida práctica más inteligente, empleando el término “vivir” en su sentido esotérico.
Estudiando dicho material en forma científica, filosófica y religiosa puede conducir también a desarrollar los objetivos del proceso evolutivo en el ciclo menor inmediato. Por eso nuestro objetivo consiste en hacer más real el cuerpo secundario del hombre y en exponer algunas de sus funciones y la forma en que podrá ser puesto oportuna y conscientemente al alcance de la comprensión mental.
La ciencia, como bien sabemos, está llegando rápidamente a la etapa en que se verá obligada a admitir la realidad del cuerpo etérico, pues las dificultades que surgirán al negarlo serán tan insuperables como admitir su existencia.
Los científicos aceptan ya la existencia de la materia etérica; el éxito obtenido en la fotografía ha demostrado la realidad de lo que hasta ahora fue considerado irreal, porque es intangible desde el punto de vista físico.
Continuamente ocurren fenómenos considerados sobrenaturales que pueden ser explicados por medio. de la materia etérica, y los científicos, en su empeño por demostrar que los espiritistas están equivocados, han ayudado a la causa del espiritismo verdadero y superior, apoyándose en la realidad y en la existencia del cuerpo etérico, aunque lo consideren (pues se interesan en los efectos sin haber descubierto la causa) un cuerpo que emana irradiación.
La ciencia médica empieza a estudiar (aunque a ciegas) la cuestión de la vitalidad, el efecto de los rayos solares sobre el organismo físico y las leyes subyacentes en el calor inherente e irradiante.
Atribuye al bazo funciones no reconocidas anteriormente y estudia los efectos de la acción de las glándulas y su relación con la asimilación de las esencias vitales a través de la estructura corporal.
Se halla en el verdadero camino; no pasaré mucho tiempo (quizás en el curso de este siglo) sin que la REALIDAD del cuerpo etérico y sus funciones básicas sea afirmada más allá de toda controversia y el objetivo de la medicina, preventiva y curativa, pase, entonces, a un nivel superior.
Todo lo que podemos hacer aquí es dar simplemente, y en forma condensada, algunos datos que podrán acelerar el día de su reconocimiento, lo cual despertará mayor interés en el verdadero investigador. Permítaseme, por lo tanto, enunciar brevemente lo que se tratará en los tres puntos que resta considerar:
Las
funciones del cuerpo etérico. Lo indicado abarcará aquello que es de utilidad práctica en la actualidad. Luego adquiriremos más conocimiento si lo transmitido al público es aplicado cuidadosamente, y si los investigadores estudian inteligente, sensata y ampliamente tan importante tema. A medida que la naturaleza del cuerpo etérico y su función ocupen en el pensamiento del mundo el lugar que les corresponde, y la gente se dé cuenta de que el etérico es el más importante de los dos cuerpos físicos, el hombre hará contacto consciente e íntimo con otras evoluciones que existen en materia etérica, así como lo hace en el cuerpo físico denso.
Existen ciertos grandes grupos de devas denominados “devas de las sombras” o devas violeta, que están íntimamente vinculados con el desarrollo evolutivo del cuerpo etérico humano, y le transmiten irradiaciones solares y planetarias. El cuerpo etérico humano recibe prana de diferentes maneras y de diversas clases, que lo ponen en contacto con distintas entidades.
1. Prana Solar. Fluido vital y magnético que irradia del sol, y se trasmite al cuerpo etérico del hombre por mediación de ciertas entidades dévicas de orden muy elevado y de matiz dorado.
Pasa a través de los cuerpos de dichas entidades, que lo emiten en potentes irradiaciones, aplicadas directamente a ciertos plexos situados en la parte superior del cuerpo etérico, en la región de la cabeza y de los hombros, desde donde descienden a la analogía etérica del órgano físico, el bazo, y de allí se transmiten enérgicamente al mismo.
Estas entidades pránicas, de matiz dorado, se encuentran en el aire sobre nosotros, y están especialmente activas en algunas partes del mundo, como California y en las regiones tropicales, donde el aire es puro y seco y los rayos del sol son considerados esencialmente benéficos.
Las relaciones que existen entre el hombre y este grupo de devas son muy íntimas, pero aún muy peligrosas para el hombre. Los devas tienen mucho poder y, en su propia línea, están más evolucionados que el hombre.
El ser humano que no sabe protegerse está a merced de éstos, y debido a ello y a la incomprensión de las leyes de resistencia magnética o de repulsión solar, está propenso a la insolación.
Cuando el cuerpo etérico y sus procesos asimilativos sean comprendidos científicamente, el hombre se inmunizará de los peligros de la irradiación solar.
Se protegerá por la aplicación de las leyes que rigen la repulsión y la atracción magnéticas y no meramente mediante el vestido y el techo. Por lo general es cuestión de polarización.
Podría sugerirse que cuando los hombres comprendan la evolución dévica más correctamente, sepan cómo trabajar en ciertas líneas relacionadas con el Sol y se den cuenta de que tal evolución representa el polo femenino, así como el hombre representa el masculino (la cuarta Jerarquía creadora es masculina) comprenderán ( ) su interrelación y regirán esa relación de acuerdo a la ley.
Estos devas solares reciben los irradiantes rayos del sol, los cuales salen desde el centro y llegan hasta la periferia por uno de los tres canales de acercamiento, los pasan por su organismo y los enfocan ahí.
Actúan casi como un vidrio de aumento que concentra los rayos solares. Luego son reflejados o transmitidos al cuerpo etérico humano, que los capta y asimila.
Cuando el cuerpo etérico es sano y funciona correctamente, absorbe bastante prana para mantener la forma organizada, este es el objetivo de la función del cuerpo etérico, cosa que nunca se hará resaltar suficientemente. El prana sobrante se emite como irradiación animal o magnetismo físico; ambos términos expresan la misma idea. Por lo tanto, el hombre repite, en escala menor, la tarea de los grandes devas solares y a su vez agrega su cuota de emanaciones, repolarizada o remagnetizada, a la suma total del aura planetaria.
2. Prana Planetario. Fluido vital que emana de cualquier planeta y constituye su coloración o cualidad fundamental, debido a que se repite dentro del planeta el mismo proceso que tiene lugar respecto al hombre y al prana solar.
El planeta (ya sea la tierra o cualquier otro) absorbe el prana solar, lo asimila en la cantidad requerida e irradia el que no necesita para su bienestar, en forma de irradiación planetaria.
El prana planetario es, por lo tanto, prana solar que ha pasado a través del planeta, ha circulado por el cuerpo etérico planetario, ha sido transmitido al cuerpo físico denso del planeta y emitido por éste como irradiación, con la misma característica esencial que la del prana solar, además de la cualidad individual y distintiva del planeta implicado.
La repetición del proceso tiene lugar en el cuerpo humano. Las irradiaciones físicas de los hombres difieren de acuerdo a la calidad de sus cuerpos físicos. Lo mismo ocurre con un planeta. El prana que emana del planeta (como en el caso del prana solar) es recibido y transmitido por medio de un grupo determinado de devas denominados “devas de las sombras”, devas etéricos de matiz ligeramente violado.
Los cuerpos de estos devas están compuestos de materia de alguno de los cuatro éteres, y enfocan y concentran las emanaciones del planeta y de todas las formas que existen en el mismo.
Debido a la esencial similitud de su sustancia corpórea con la sustancia etérica humana se hallan muy íntimamente vinculados con los seres humanos, transmitiéndole el magnetismo de la ‘Madre Tierra”. Como vemos, dos grupos de devas trabajan en conexión con el hombre: a. Los devas solares le trasmiten el fluido vital que circula por el cuerpo etérico. b. Los devas planetarios de color violeta, vinculados al cuerpo etérico del hombre, le transmiten el prana de la tierra o del planeta en el cual actúe el hombre durante una encarnación física. Aquí podrían formularse varios interrogantes y, aunque no expliquemos plenamente el misterio, hacerse algunas sugerencias. ¿Cuál es la causa de la aparente falta de vida en la Luna? ¿Existe allí vida dévica? El prana solar ¿produce algún efecto allí? ¿ En qué difiere la Luna, aparentemente muerta, de un planeta vivo tal como la Tierra?( ) Aquí nos enfrentamos con un misterio, cuya solución -para quienes investigan- quedará revelada en el hecho de que no existen seres humanos ni ciertos grupos de devas en la Luna.
El hombre no ha dejado de existir en la Luna porque esté muerta y, por consiguiente, no pueda sustentarlo, sino que la Luna está muerta porque el hombre y los devas se han retirado de su superficie y de su esfera de influencia.( )
El hombre y los devas actúan en cada planeta como intermediarios o agentes transmisores. Donde ellos no habitan resulta imposible realizar ciertas actividades, sobreviniendo la desintegración.
La razón de ese retiro se halla en la Ley cósmica de Causa y Efecto o karma cósmico, y en la historia conjunta, aunque individual, de uno de los Hombres celestiales cuyo cuerpo fue, en un momento determinado, la Luna o cualquier otro planeta. 3. Prana de las Formas. Ante todo se ha de advertir que las formas son de dos clases, cada una de las cuales ocupa un lugar diferente en el esquema: Formas resultantes del trabajo realizado por el tercero y el segundo Logos y las vidas conjuntas de Estos.
Dichas formas constituyen las unidades de los reinos vegetal, animal y mineral. Formas resultantes de la acción unida de los tres Logos, comprendiendo estrictamente la formas dévicas y humanas. Existe también una forma más simple incorporada a la sustancia con la cual están hechas todas las formas, siendo estrictamente de materia atómica y molecular, animada por la vida o energía del tercer Logos. Con respecto al primer grupo de formas se ha de observar que las emanaciones pránicas, emitidas por las unidades de los reinos animal y vegetal (después que han absorbido el prana solar y planetario), son lógicamente la combinación de ambos, siendo transmitidas por medio de irradiaciones superficiales, como el prana solar y el planetario, a ciertos grupos de devas menores de orden no muy elevado, que tienen una curiosa e intrincada relación con el alma grupal del animal o del vegetal que las irradia.
De ello no podemos ocuparnos aquí. Estos devas tienen también un matiz violado, pero tan pálido que es casi gris; están en estado de transición y se mezclan en forma confusa con grupos de entidades que se encuentran en el arco involutivo ( ) ( ) ( ) Respecto al segundo grupo, la forma humana transmite las irradiaciones emanantes a un grupo de devas de grado mucho más elevado.
Estos devas tienen un matiz más pronunciado, los cuales después de asimilar debidamente la irradiación humana, la trasmiten principalmente al reino animal, demostrándose así la íntima relación existente entre estos dos reinos.
Si la explicación que antecede sobre la complicada interacción entre el Sol y los planetas, entre éstos y las formas que evolucionan en ellos y entre dicha, formas y aquellas inferiores, sirve para demostrar aunque sólo sea la exquisita interdependencia de todo lo existente, mucho se habrá logrado. Otro hecho que debe hacerse resaltar es la íntima relación existente entre todas las evoluciones de la naturaleza, desde el Sol celestial a la violeta más humilde, por mediación de la evolución dévica, que actúa como fuerza transmisora y transmutadora en todo el sistema. Por último, todos trabajan con fuego. Fuego interno, inherente y latente, irradiante y emanante; generado, asimilado e irradiado; vivificador, estimulador y destructor; fuego transmitido, reflejado y absorbido, base de toda vida; esencia de todo lo que existe y agente que desarrolla e impulsa lo que se halla detrás de todo proceso evolutivo; fuego edificador, preservador y constructor; fuego originador, el proceso y la meta; fuego purificador y consumidor.
El Dios del Fuego y el fuego de Dios interactúan hasta que todos los fuegos se fusionen y ardan y todo lo que existe haya pasado por el fuego -desde un sistema solar hasta una hormiga-, surgiendo como triple perfección.
Entonces el fuego emergerá como esencia perfecta del “círculo no se pasa”, ya sea la del “círculo no se pasa” humano, planetario o solar. La rueda del fuego gira; todo lo que se halla dentro de ella es sometido a una triple llama, y con el tiempo todo llega a la perfección.
Continuaremos nuestro estudio respecto al cuerpo etérico a fin de analizar sus funciones y su relación con el cuerpo físico. Será conveniente considerarlos conjuntamente, porque se interrelacionan tan íntimamente, que no es posible estudiarlos por separado. Las principales funciones del cuerpo etérico son tres: 1. Receptor de prana. 2. Asimilador de prana. 3. Transmisor de prana. 1. Receptor de Prana El cuerpo etérico puede clasificarse como negativo o receptivo respecto a los rayos del sol, y como positivo o expulsor respecto al cuerpo físico denso. Su segunda función, la asimilativa, está estrictamente equilibrada y es interna. Como se explicó anteriormente, el cuerpo etérico absorbe las emanaciones pránicas del sol por medio de ciertos centros situados principalmente en la parte superior del cuerpo, desde los cuales descienden al centro denominado bazo etérico, su contraparte en materia etérica. El centro principal receptor de prana, en la actualidad, está situado entre los dos omóplatos. Hay otro centro situado un poco más arriba del plexo solar que ha quedado, debido a los abusos de la llamada civilización, parcialmente aletargado. La próxima raza raíz, y cada vez más la presente, valorará la necesidad de exponer dichos centros a los rayos del sol, lo cual aumentará la vitalidad física y la adaptabilidad. Los centros situados 1. entre los omóplatos, 2. arriba del diafragma y 3. en el bazo, forman, si pudiéramos verlo, un triángulo etérico radiante donde se origina el impulso para la ulterior circulación pránica que recorrerá todo el sistema. El cuerpo etérico está realmente formado por una red de finos canales, que forman un sutil cordón trenzado -el cual es parte del eslabón magnético que une los cuerpos físico y astral, cortándose al retirarse el cuerpo etérico del cuerpo físico denso en el momento de la muerte. Como lo expresa la Biblia ,( ) el cordón plateado se corta. Esto fundamenta la leyenda de la “hermana fatal que corta el hilo de la vida con las temidas tijeras”.
La trama etérica está compuesta por el complicado tejido de este cordón vitalizado, y separados de los siete centros de la trama (Centros sagrados, de los cuales el bazo se considera frecuentemente uno de ellos) se hallan los dos ya mencionados, que forman con el bazo, un triángulo activo. La trama etérica del sistema solar es análoga, e igualmente posee tres centros receptores de prana cósmico.
La misteriosa franja del firmamento denominada Vía Láctea ( ) está íntimamente relacionada con el prana cósmico, vitalidad cósmica o alimento que vitaliza al sistema etérico solar. 2. Asimilador de Prana El proceso de asimilación se lleva a cabo en el triángulo mencionado; el prana, al penetrar por cualquiera de esos centros, circula tres veces por todo el triángulo, antes de ser transmitido al vehículo etérico y de éste al cuerpo físico denso. El órgano principal de asimilación es el bazo -el centro etérico y el órgano físico denso. La esencia vital procedente del sol penetra en el bazo etérico; en éste es sometida a un proceso de intensificación o desvitalización, lo cual depende del estado de salud de dicho órgano. Si el hombre está sano la emanación recibida será intensificada por la vibración individual, y el grado de vibración será acelerado antes que el prana pase al bazo físico. Si el estado de salud no es bueno, el grado de vibración disminuye y se hace más lento el proceso. Estos tres centros, parecidos a platillos, tienen la misma forma que los demás y se asemejan a pequeños remolinos que atraen a su esfera de influencia las corrientes que se ponen a su alcance. Los centros pueden describirse como vórtices giratorios, unidos entre si por el triple canal compactamente entretejido, que casi forma un sistema circulatorio separado. Este sistema tiene su punto de salida en el lado del bazo, opuesto a aquel por el cual penetra el prana. El fluido vital circula tres veces por estos tres centros y entre ellos antes de pasar a la periferia de su pequeño sistema. Después de circular el prana por los finos canales entrelazados pasa por todo el cuerpo, impregnándolo totalmente con sus emanaciones si así puede expresarse. Dichas emanaciones salen finalmente del sistema etérico, irradiándose por la superficie. La esencia pránica sale de la circunferencia de su “circulo no se pasa” temporario como emanante prana humano, que es el mismo prana recibido anteriormente pero cargado, durante su transitoria circulación, con la cualidad peculiar que el individuo le transmite. La esencia sale, llevando la cualidad individual. En esto tenemos una nueva analogía de cómo se evaden todas las esencias de cualquier “círculo no se pasa”, una vez terminado su ciclo. El tema del cuerpo etérico es de gran interés práctico. Cuando el hombre se de cuenta de su importancia, prestará mayor atención a la distribución de prana en el cuerpo, y procurará que su vitalización, a través de los tres centros, no sea entorpecida. Aunque necesariamente el tema se ha de tratar en forma superficial, y sólo pueden darse esbozos y sugerencias espaciadas, se hallará sin embargo, que si se lo estudia detalladamente, impartirá un conocimiento de las verdades cuyo contenido y calidad resultará valioso y algo que hasta ahora no había sido enseñado. El lugar que ocupa la envoltura etérica, como separadora o “círculo no se pasa”, y su función como receptora y distribuidora de prana, se dilucidan aquí en forma mucho más extensa que antes; posiblemente más adelante el tema será ampliado. Del conjunto de datos tan superficialmente tratados se desprenden dos verdades fundamentales: Primero. El cuarto subplano etérico del plano físico es la preocupación inmediata de a. el hombre, el microcosmos, b. el Hombre celestial, el Logos planetario, c. el gran Hombre de los Cielos, el Logos solar. Segundo. En la cuarta cadena y cuarta ronda se comienza a estudiar el cuarto éter que -visto como trama separadora- permite la salida ocasional de las vibraciones correspondientes. 3. Transmisor de Prana. Hasta ahora muy poco nos hemos referido al tema del fuego, pues el propósito del cuerpo etérico es llevarlo y distribuirlo por todo su sistema; sólo hemos tratado los hechos que podrán despertar el interés y acentuar la utilidad del vehículo pránico. Debemos considerar y recalcar ciertos hechos, a medida que estudiamos este círculo estático y sus fuegos circulantes. Para mayor claridad vamos a recapitular brevemente lo ya expuesto: El Sistema recibe prana de fuentes cósmicas, por medio de tres centros, y lo redistribuye a todas las partes de su dilatada influencia, hasta los límites de la trama etérica solar. Este prana cósmico está coloreado por la cualidad solar y llega a los más apartados confines del sistema. Podría decirse que su misión consiste en vitalizar el vehículo, la expresión material física del Logos solar.
El Planeta recibe prana del centro solar y lo redistribuye, por medio de tres centros receptores, a todas las partes de su esfera de influencia. Este prana solar está coloreado por la cualidad planetaria y es absorbido por todo lo que evoluciona dentro del “círculo no se pasa” planetario. Podría decirse que su misión consiste en vitalizar el vehículo de expresión material física de cualquiera de los siete Hombres celestiales. El Microcosmos recibe prana proveniente del Sol, después dé haber compenetrado el vehículo etérico planetario, de modo que además de ser prana solar, posee la cualidad planetaria. Cada planeta es la personificación de un aspecto de Rayo, y su cualidad se destaca predominantemente durante toda su evolución. Por lo tanto, prana es calor irradiante, su vibración y cualidad varían de acuerdo a la Entidad receptora. Al pasar el prana por el cuerpo etérico del hombre, es coloreado por su propia cualidad peculiar transmitiéndolo a esas vidas menores que componen su propio sistema. Así se produce una gran interacción; todas las partes se mezclan y fusionan, dependiendo una de otra, y todas reciben, coloran, cualifican y transmiten. Tiene lugar así una interminable circulación sin principio concebible ni posible fin, desde el punto de vista del hombre finito, porque su origen y fin se hallan ocultos en la ignota fuente cósmica. Si existieran en todas partes perfectas condiciones, esta circulación continuaría sin interrupción y sería casi interminable, pero el fin y la limitación son producidos por la imperfección, que gradualmente es reemplazada por la perfección. Cada ciclo se origina en otro ciclo aún no finalizado, cediendo su lugar a otra espiral más elevada; así se suceden periodos de aparente y relativa perfección, que conducen a periodos de mayor perfección. El objetivo de este ciclo mayor consiste, como sabemos, en fusionar los dos fuegos de la materia, latentes y activos, sumergiéndolos con los fuegos de la mente y del espíritu, hasta que desaparezcan en la llama general; los fuegos de la mente y del espíritu consumen la materia y con ello liberan la vida de los vehículos que la confinan. EI altar terreno es el lugar donde nace el espíritu, quien lo libera de la madre (materia), y es también la entrada a reinos superiores. Cuando el vehículo pránico funcione correctamente en los tres grupos humano, planetario y solar, se logrará la unión con el fuego latente. Por esta razón se recalca la necesidad de construir vehículos físicos puros y refinados. Cuanto más refinada y sutil sea la forma, será mejor receptora de prana y ofrecerá menos resistencia a la acción del kundalini en el momento asignado.
La materia tosca y los cuerpos burdos e inmaduros son una amenaza para el ocultista; ningún verdadero vidente tendrá un cuerpo burdo. El peligro de ser desintegrado es muy grande y la amenaza de ser destruido por el fuego es terrible. Ya una vez en la historia (en la época lemuriana)( ) la raza y los continentes fueron destruidos por medio del fuego. Los Guías de la raza, en esa época, aprovecharon tal acontecimiento para eliminar la forma inadecuada.
El fuego latente en la materia (por ejemplo, en las erupciones volcánicas) y el fuego irradiante del sistema se combinaron.
El kundalini planetario y la emanación solar entraron en conjunción y tuvo lugar el trabajo de destrucción. Lo mismo podría volver a ocurrir, pero sólo en la materia del segundo éter, y sus efectos no serían tan graves debido a la sutilidad de dicho éter y al refinamiento comparativamente mayor de los vehículos. Observaremos aquí un hecho interesante, aunque sea un misterio insoluble para la mayoría; las destrucciones producidas por el fuego son parte de las pruebas de fuego de una iniciación de ese Hombre celestial cuyo karma está ligado al de nuestra tierra. La destrucción de una parte de la trama hace más fácil la salida; en realidad (visto desde los planos superiores) es un paso adelante y una expansión. Su repetición se efectúa en el sistema, en ciclos determinados.
4. Desórdenes del Cuerpo Etérico. Estudiaremos ahora el cuerpo etérico, sus dolencias y también su condición “post-mortem”. Me ocuparé de ello muy brevemente. Todo lo que puedo hacer es indicar, en líneas generales, las dolencias fundamentales a las cuales el cuerpo etérico puede estar sujeto, y la orientación que la medicina podrá seguir más adelante, cuando se comprendan mejor las leyes ocultas. Haré resaltar un hecho significativo que ha sido poco comprendido y ni siquiera captado: las dolencias que padece el vehículo etérico del microcosmos las padece también el del Macrocosmos. Lo antedicho encierra la explicación de los aparentes sufrimientos de la naturaleza. Algunos de los grandes males del mundo tienen su origen en las dolencias etéricas; extendiendo la idea, lo mismo puede decirse respecto a las condiciones planetarias e incluso las solares. Al tratar las causas de las dolencias etéricas en el hombre, quizás percibamos las analogías y reacciones de orden planetario y solar. Se deberá tener muy en cuenta, al estudiar esto, que las enfermedades del cuerpo etérico derivan de su triple propósito y podrían ser: a. funcionales, afectando por consiguiente la absorción de prana; b. orgánicas, afectando de esta manera la distribución del prana; c. estáticas, afectando la trama considerada estrictamente como el “círculo no se pasa” físico, y como elemento separador entre el físico y el astral. Las tres funciones o propósitos antedichos son de primordial interés, producen resultados totalmente diferentes y reaccionan externa e internamente de distintas maneras. Consideradas desde el punto de vista planetario sé podrán percibir las mismas condiciones, y el cuerpo etérico planetario (que es fundamentalmente el cuerpo de los planetas sagrados, de los cuales la Tierra no es uno de ellos) también tendrá sus desórdenes funcionales que afectarán la absorción de prana, y sufrirá trastornos orgánicos que alterarán su distribución produciendo dificultades en la trama etérica, el “círculo no se pasa” del Espíritu planetario involucrado. Quisiera advertirles que en los Espíritus planetarios que se hallan en el arco evolutivo divino, los Hombres celestiales, cuyos cuerpos son planetas, la trama etérica no constituye una barrera, sino que (al igual que los Señores kármicos, pero en un plano superior) pueden actuar libremente fuera de los limites de la trama planetaria, dentro de la circunferencia del circulo no se pasa solar. ( ) Desde el punto de vista del sistema, puede observarse que los mismos efectos están vinculados funcionalmente con el centro cósmico orgánicamente, con la totalidad de los sistemas planetarios y estáticamente, con el “círculo no se pasa” solar o logoico. Podemos ahora, para mayor claridad, considerar estos tres grupos en forma separada, e indicar brevemente (lo único que puedo hacer) los métodos curativos y rectificadores. a. Desordenes funcionales en el microcosmos. En el hombre, se relacionan con la absorción de los fluidos pránicos por medio de sus correspondientes centros. Debemos tener siempre en cuenta y saber distinguir con claridad que las emanaciones de prana tienen relación con el fuego latente en la materia; cuando son recibidas y actúan correctamente a través del cuerpo etérico, colaboran con el calor natural latente del cuerpo y al mezclarse lo vitalizan, imponiendo a su materia cierto grado de acción vibratoria, que lleva al vehículo físico a la necesaria actividad y al correcto funcionamiento de sus órganos. Por lo tanto, es evidente que el a b c de la salud física se halla sujeto a la correcta recepción del prana, y que uno de los cambios fundamentales en la vida del animal humano (el aspecto que estamos considerando) deberá efectuarse en las condiciones comunes del vivir diario. Se ha de procurar que los tres centros principales, utilizados para la recepción de prana, funcionen con más libertad y menos restricción. Debido al actual sistema erróneo de vida seguido durante siglos y a los errores fundamentales originados en la época lemuriana, los tres centros pránicos del hombre no funcionan correctamente en la actualidad. El centro entre los omóplatos es el que está en mejores condiciones receptivas, aunque, debido a una deficiente condición de la columna vertebral (que en muchas personas está desviada), su ubicación en la espalda quizá no es exacta. El centro del bazo, situado cerca del diafragma, es de tamaño menor que lo normal y su vibración no es correcta. En el caso de los aborígenes de las islas del Pacífico sur, sus condiciones etéricas son mejores y su vida es más normal (desde el punto de vista animal) que en cualquier otra parte del mundo. La raza en general carece de ciertas capacidades, situación que puede ser descrita de la manera siguiente: Primero. Incapacidad para extraer de las corrientes pránicas, debido a la vida malsana que lleva la mayoría. Esto interrumpe el aprovisionamiento proveniente de la fuente de origen y causa la consiguiente atrofia y reducción de los centros receptores. Ello se observa, con exageración, en los niños de las zonas muy pobladas de las grandes ciudades y en los moradores anémicos y viciosos de los bajos fondos. La cura es evidente: mejores condiciones de vida, uso de ropas más adecuadas y adopción de métodos de vida más independientes y saludables. Una vez que los rayos pránicos tengan libre acceso a los hombros y al diafragma, la condición subnormal del bazo se ajustará automáticamente. Segundo. Excesiva capacidad de extracción de las corrientes pránicas. El primer tipo de desorden funcional mencionado es común y muy difundido. Su opuesto se encuentra donde las condiciones de vida son de tal naturaleza que los centros (por estar expuestos y sometidos directa y prolongadamente a las emanaciones solares) se desarrollan excesivamente, vibran muy rápidamente y reciben demasiado prana. Esto es poco frecuente, pero sucede en algunos países tropicales, siendo en gran parte la causa de la molesta debilidad que ataca a sus moradores. El cuerpo etérico recibe el prana o los rayos solares con demasiada rapidez y permite que entre y salga del sistema con excesiva fuerza, dejando a la víctima presa de la inercia y la desvitalización. En otras palabras, el cuerpo etérico se hace perezoso; es como una tela inconsistente (empleando un ejemplo muy familiar), semejante al tejido de una raqueta de tenis que se ha aflojado y ha perdido elasticidad. El triángulo interno transmite las emanaciones de prana con demasiada rapidez, no permitiendo la subsidiaria absorción, y lógicamente sufre todo el sistema; más adelante se descubrirá que la mayoría de las dolencias sufridas por los europeos en la India tienen su origen en esto, y algunas de las dificultades se eliminarán cuidando el bazo y regulando inteligentemente las condiciones de vida. Al analizar las condiciones similares que imperan en el planeta, se perciben las mismas dificultades. Nada más puedo decir, pero al estudiar inteligentemente la acción de la radiación solar sobre la superficie del planeta, en relación con su movimiento giratorio, se comprenderán y aplicarán algunas reglas grupales sanitarias. El espíritu del planeta (o entidad planetaria) tiene análogamente sus ciclos: el secreto de la fertilidad y de la vegetación se halla en la adecuada absorción y distribución del prana planetario. Gran parte de esto se oculta en la fabulosa leyenda que se refiere a la lucha entre el fuego y el agua, basada en la reacción del fuego latente en la materia, oponiéndose al fuego que viene de lo externo de sí misma y actúa sobre ella. En el intervalo que transcurre mientras ambas están en proceso de fusionarse, se suceden esos períodos, durante los cuales, debido a la herencia kármica, la absorción es irregular y la distribución desigual. Cuando se haya alcanzado el punto de equilibrio racial, se logrará también el equilibrio planetario y con ello se obtendrá un equilibrio recíproco entre los planetas solares. Una vez que hayan obtenido mutuo equilibrio e interacción, entonces el sistema se estabilizará y se llegará a la perfección. La distribución equitativa de prana irá paralela al equilibrio obtenido por el hombre, la raza, el planeta y el sistema. Ésta es otra manera de decir, que se logrará una vibración uniforme. b. Desórdenes orgánicos microcósmicos. Éstos, fundamentalmente son dos: Malestares producidos por congestión. Destrucción de los tejidos, a causa de la excesiva absorción de prana o su fusión demasiado rápida con el fuego físico latente. Un ejemplo de ambos lo tenemos en la insolación y en la sofocación o acaloramiento. Aunque los médicos creen conocerlos, sin embargo constituyen desórdenes etéricos. Cuando se comprenda mejor la naturaleza del cuerpo etérico y se lo cuide inteligentemente, se podrán prevenir ambas clases de dolencias. Son ocasionadas por la emanación solar pránica. En ciertos casos su efecto es la muerte o una enfermedad grave, a causa de la congestión de un canal etérico; mientras que en otros, el mismo efecto se produce por la destrucción de la materia etérica. El ejemplo dado tiene un propósito definido; pero debe observarse que la congestión etérica puede traer otras dolencias además de incapacidad mental.
La congestión etérica hace que la trama adquiera un espesor anormal que puede impedir, por ejemplo, establecer contacto con el Yo superior o principios, y traer como resultado la idiotez y el desequilibrio mental. También podría ocasionar un crecimiento carnoso anormal y engrosamiento de algún órgano interno, produciendo la consiguiente y excesiva presión; la parte congestionada del cuerpo etérico puede alterar totalmente la condición física y dar lugar a diversas dolencias. La destrucción de los tejidos puede ocasionar varios tipos de demencia, especialmente las incurables. Por otra parte, al quemarse la trama permitirá la entrada de corrientes astrales extrañas, contra las cuales el hombre no tiene defensa; los tejidos cerebrales podrían destruirse a causa de esta presión y surgir serias dificultades debido a la destrucción de alguna parte del “círculo no se pasa” etérico. Algo por el estilo puede ocurrir respecto al planeta. Más adelante se dará información que hasta ahora no ha sido suministrada y pondrá de manifiesto en qué forma han sido influenciadas razas enteras y perturbados ciertos reinos de la naturaleza, por la congestión etérica planetaria o la destrucción de tejidos etéricos planetarios. Hemos tratado las dolencias funcionales y orgánicas del etérico, dando ciertas indicaciones para luego extender el concepto a otras esferas, además de la estrictamente humana. En el reino humano se halla la llave que abrirá la puerta a una más amplia interpretación, puesto que permite la entrada a los misterios de la naturaleza. Aunque la llave debe hacerse girar siete veces, sin embargo, una sola vuelta revela inconcebibles avenidas de eventual Comprensión. ( ) ( ) Hemos considerado la recepción y distribución de las emanaciones pránicas en el hombre, en el planeta y en el sistema y observado las causas que producen desórdenes momentáneos y la desvitalización o la vitalización excesiva de la forma orgánica. Ahora estudiaremos el tema desde un tercer ángulo: c. Desórdenes estáticos microcósmicos, o el cuerpo etérico considerado en su función de proveer un “circulo no se pasa” entre lo estrictamente físico y lo astral. Según ya se ha dicho aquí y en los libros de H. P. B, el “círculo no se pasa”( ) es la barrera que actúa corno separadora o línea divisoria entre un sistema y lo que se halla fuera del mismo.
Como se comprenderá tiene interesantes correlaciones, si consideramos el tema (como corresponde) desde el punto de vista del ser humano, de un planeta y de un sistema, recordando siempre que al estudiar el cuerpo etérico tratamos con materia física, lo cual no debe olvidarse nunca.
Por lo tanto, en todo grupo y conglomerado se hallará un factor dominante, debido al hecho de que el “círculo no se pasa” actúa como un obstáculo para aquello que es de poca importancia en la evolución, pero no constituye una barrera para lo que es de importancia en la misma. Todo depende de dos cosas: del karma, ya sea el del hombre, del Logos planetario o del Logos solar, y del dominio que ejerce la entidad espiritual interna sobre su vehículo.
SECCIÓN C EL CUERPO ETÉRICO Y EL PRANA( )
II.
La naturaleza del prana. III.
La función del cuerpo etérico. IV.
Éteres macrocósmicos y microcósmicos. V.
La muerte y el cuerpo etérico.
I. LA NATURALEZA DEL CUERPO ETERICO Al estudiar los fuegos internos del sistema hallaremos cosas de gran interés para la venidera generación de pensadores, que podrían enumerarse de la manera siguiente:
1. Su Propósito y Descripción Primero. Si los científicos y médicos estudiaran el cuerpo etérico, hallarían y llegarían a comprender más plenamente las leyes de la materia y de la salud. La palabra salud se ha empleado hasta ahora en forma demasiado limitada, y su significado ha sido aplicado a la sanidad del cuerpo físico, a la acción colaboradora de los átomos del cuerpo físico del hombre y a la plena expresión de los poderes del elemental físico. En el futuro, nos daremos cuenta de que la salud del hombre depende de la salud de las otras evoluciones afines, de la acción colaboradora y de la plena expresión de la materia del planeta y del elemental planetario, el cual constituye en sí mismo, la manifestación conjunta de todos los elementales físicos de la naturaleza manifestada. Segundo. El estudio del cuerpo etérico y del prana revelará los efectos de ciertos rayos del sol, a los cuales, por falta de una expresión más adecuada, denominaremos “emanaciones pránicas solares”. Estas emanaciones son efecto del calor central del sol, cuando se acerca a otros cuerpos del sistema solar por uno de los tres canales principales de contacto, produciendo, en los cuerpos sobre los que ha hecho contacto, ciertos efectos diferentes a los producidos por otras emanaciones. Dichos efectos podrían considerarse estimulantes y constructivos y, por su cualidad esencial, producen condiciones que activan el crecimiento de la materia celular; su adaptación concierne a las condiciones ambientales y, similarmente, a la salud interna (que se manifiesta como calor en el átomo y su consiguiente actividad) y a la evolución uniforme de la forma, de la cual ese átomo particular de materia es parte constitutiva. Las emanaciones de prana ayudan poco en la construcción de formas porque eso no le corresponde, pero conservan la forma preservando la salud de sus partes componentes. Otros rayos del sol actúan de manera distinta sobre las formas y su sustancia. Algunos de esos rayos actúan como Destructores de la forma, otros realizan el trabajo de cohesión y atracción. La tarea del Destructor y del Preservador se efectúa bajo la Ley de Atracción y Repulsión. Algunos rayos del sol aceleran el movimiento, otros lo retardan. Los rayos que ahora tratamos, “las emanaciones pránicas solares”, actúan dentro de los cuatro éteres: esa materia que, aunque física, no es aún visible objetivamente para el ojo humano. Dichas emanaciones constituyen la base de toda vida en el plano físico, considerada únicamente en relación con la vida de los átomos de materia del plano físico, su calor inherente y su movimiento giratorio. Estas emanaciones son la base del “fuego por fricción” que se manifiesta en la actividad de la materia. Finalmente, por el estudio del cuerpo etérico y del prana llegaremos a comprender el método de la manifestación logoica, lo cual será de gran interés para los metafísicos y los pensadores abstractos. El cuerpo etérico del hombre oculta el secreto de su objetividad. Tiene su analogía en el plano arquetípico, denominado el plano de manifestación divina, el primer plano de nuestro sistema solar o Adi. La materia de este plano tan elevado, a menudo se la denomina “mar de fuego” y es la raíz del akasha, término aplicado a la sustancia del segundo plano de manifestación. Delinearemos esta analogía más detalladamente, pues su exacta captación traerá gran iluminación a la vez que muchas cosas que servirán para dilucidar problemas - macro y microcósmicos. Comenzaremos con el hombre y su cuerpo etérico. Se ha descrito el cuerpo etérico como una red impregnada de fuego, o una trama animada por una luz dorada. En la Biblia se lo denominan “cuenco dorado”. Está compuesto de esa materia del plano físico que llamamos etérica y adquiere esa apariencia porque las finas hebras de esta materia se entrelazan y los Constructores menores las convierten en la forma o molde, de acuerdo al cual se moldeará el cuerpo físico denso. Bajo la Ley de Atracción la materia densa del plano físico se adhiere a esta forma vitalizada, y gradualmente se va conformando a su alrededor y dentro de sí misma, hasta que la interpenetración es tan completa que ambas constituyen una sola unidad; las emanaciones pránicas del cuerpo etérico actúan sobre el físico denso, de la misma manera que las emanaciones pránicas solares actúan sobre el cuerpo etérico. Existe un vasto sistema de transmisión y de interdependencia dentro del sistema. Todos reciben para dar y ayudar a lo inferior o poco evolucionado. Este proceso puede observarse en todos los planos. De esta manera el cuerpo etérico constituye el plano arquetípico, en relación con el cuerpo físico denso. El Pensador en su propio plano, se encuentra, con respecto al físico, en la misma relación en que el Logos se encuentra respecto a Su sistema. En forma sintética puede expresarse así: “El Pensador en el plano astral, el plano del deseo y de la necesidad, se encuentra respecto al cuerpo físico en la misma relación que el Logos del plano astral cósmico se encuentra en relación con Su sistema.” A medida que avancemos en nuestro estudio, iremos observando las analogías en el cosmos, en el sistema y en los tres mundos, pues debemos tener presente que la analogía ha de ser perfecta. 1. El Hombre, el Microcosmos, la Mónada en manifestación, el Uno. 2. El Hombre celestial, el Logos planetario, el grupo manifestado. 3. El gran Hombre de los Cielos, el Macrocosmos, el Logos solar, la manifestación de todos los grupos y evoluciones dentro de Su cuerpo, el sistema solar. Todos estos cuerpos -hombre, Logos planetario y Logos solar- son producto del deseo originado en los respectivos planos de la mente abstracta, ya sea la mente cósmica, del sistema o de los tres mundos, o deseo-mente cósmica, deseo-mente humana, y todos sus cuerpos son “Hijos de la necesidad”, como tan adecuadamente lo expresa H. P. B. ( )
2. Ocho Enunciados. Nos ocuparemos del cuerpo etérico de todas las cosas, de su vivificación por el prana (cósmico, solar, planetario y humano), de los órganos de recepción y de la fuente de las emanaciones. Para mayor claridad podrían formularse ciertos enunciados sobre el cuerpo etérico, enumerados de la manera siguiente: Primero: El cuerpo etérico es el molde del cuerpo físico. D. S. I, 100.
Segundo: El cuerpo etérico es el arquetipo, de acuerdo al cual se construye la forma física densa; ya se trate de la forma de un sistema solar o de un cuerpo humano en cualquier encarnación. Tercero: El cuerpo etérico es una trama o red de finos canales entrelazados, formados de materia de los cuatro éteres y construido en forma específica. Constituye el punto focal para ciertas emanaciones que irradian y vivifican, estimulan y producen la acción giratoria de la materia.
Cuarto: Estas emanaciones pránicas una vez enfocadas y recibidas reaccionan sobre la materia densa, construida sobre el armazón y la estructura etéricos.
Quinto: Esta trama etérica constituye, durante la encarnación, una barrera entre el plano físico y el astral; barrera que sólo puede trascenderse cuando la conciencia está suficientemente desarrollada como para poder evadirse. Esto se observa en el micro y en el macrocosmos. Una vez que el hombre, por medio de la concentración y la meditación, expande su conciencia hasta cierto grado, puede abarcar los planos más sutiles e ir más allá de los límites de la trama divisoria.
SUBPLANOS FÍSICOS PLANOS DEL SISTEMA SOLAR 1. Primer éter. Plano atómico Adi. Divino. Mar de fuego. Primer éter cósmico.
Subatómico Anupadaka. Plano monádico. Akasha. Segundo éter cósmico.
Superetérico Átmico. Plano espiritual. Éter. Tercer éter cósmico.
Supergaseoso Búdico. Plano intuicional. Aire. Cuarto éter cósmico.
FÍSICO DENSO PLANOS DE LA HUMANIDAD 5.
Gaseoso. Subetérico Mental. Fuego. Cósmico gaseoso. Una vez que el Logos expande Su conciencia en los niveles cósmicos puede trascender la trama etérica logoica e ir más allá del “círculo no se pasa” de Su manifestación objetiva. Al reflexionar sobre esta analogía debemos tener muy en cuenta que los siete planos mayores de nuestro sistema solar son los siete subplanos del físico cósmico o el plano cósmico más inferior. Podemos observar aquí la exactitud de la analogía respecto a la materia e igualmente la exactitud de la analogía respecto a la irradiación. Sexto: En cada uno de los tres cuerpos: humano, planetario y del sistema o logoico, se encuentra un gran órgano dentro del organismo que actúa como receptor de prana. Dicho órgano tiene su manifestación etérica y su analogía en el físico denso. En el sistema, el órgano del prana cósmico, fuerza que vitaliza la materia, es el Sol central, receptor directo y distribuidor de la radiación cósmica. Ésta es una de las triples divisiones del Rayo Primordial de inteligencia activa. Cada uno de los Rayos cósmicos es triple en esencia, hecho que a menudo se pasa por alto, aunque lógicamente se evidencia; cada Rayo es el vehículo de un Ente cósmico y toda existencia es necesariamente triple en manifestación. El Sol central contiene dentro de su periferia un centro de recepción y una superficie irradiante. En el planeta, también hay un órgano receptor similar en su cuerpo etérico, cuya ubicación no se puede revelar exotéricamente. Se relaciona con la ubicación de los dos polos, norte y sur; siendo el centro alrededor del cual gira el globo terráqueo y el origen de la leyenda de que existe dentro de la esfera de influencia polar una fértil tierra central. La tierra mítica de extraordinaria fertilidad, de abundante vegetación y de exuberante crecimiento vegetal, animal y humano, lógicamente se halla en el lugar donde se recibe el prana. Constituye el esotérico Jardín del Edén, la tierra de perfección física. La radiación de la superficie, una vez distribuida, se manifiesta como prana planetario. En el hombre, el órgano de recepción es el bazo, mediante su contraparte etérica. Después de distribuirse por todo el cuerpo, por mediación de la red etérica, se irradia sobre la superficie como aura de salud. Séptimo: De esta manera se observará claramente la semejanza en los tres cuerpos y puede comprobarse fácilmente su perfecta analogía:
PRANA DEL SISTEMA SOLAR EL SISTEMA SOLAR Entidad
manifestante El Logos solar.
Entidad
manifestante Un Logos Planetario
EL SER HUMANO Entidad
manifestante El Pensador, un Dhyan Choan
EL ATOMO DE MATERIA Entidad
manifestante Una vida elemental
Octavo: Cuando desaparece la “voluntad de vivir”, entonces los “Hijos de la necesidad” dejan de manifestarse objetivamente. Como es natural ello es inevitable, y puede observarse en todos los casos en que existe un ente objetivado. Cuando el Pensador en su propio plano aparta su atención del pequeño sistema, en los tres mundos, y repliega dentro de sí todas sus fuerzas, su existencia en el plano físico termina, y todo vuelve a la conciencia causal; esto constituye tanto una abstracción del Pensador en los tres mundos, como del Absoluto en el triple sistema solar del Logos. Ello se manifiesta en el plano físico cuando se retira por la parte superior de la cabeza el radiante cuerpo etérico, teniendo lugar la consiguiente desintegración del físico. La estructura desaparece y la forma física densa se desintegra, la vida pránica es extraída totalmente de la envoltura densa, dejando de estimular los fuegos de la materia. Permanece el fuego latente en el átomo, al que es inherente, pero la forma se construye por la acción de los dos fuegos de la materia -uno activo y latente, otro irradiante e innato-, ayudado. por el fuego del segundo Logos; cuando se separan, la forma se desintegra. Esta es una representación en miniatura de la dualidad esencial que existe en todas las cosas sobre las cuales actúa Fohat. Existe una íntima relación, en conexión con el cuerpo etérico, entre el bazo y la parte superior de la cabeza. El órgano del bazo tiene una interesante analogía con el cordón umbilical, que une al niño con la madre a fin de ser nutrido, el cual se corta al nacer.
Cuando un hombre comienza a vivir conscientemente su propia vida de deseo, y nace en ese nuevo mundo donde se vive en forma más sutil, el cordón entrelazado de materia etérica (que lo ha unido a su cuerpo físico) se corta; el “cordón plateado se desata” y el hombre rompe su vínculo con el cuerpo físico denso, retirándose por el centro superior del cuerpo en vez de hacerlo por el inferior; pasa así a vivir en un mundo superior y en otra dimensión.
Así ocurre con los cuerpos y envolturas del microcosmos, pues la analogía existe en todos los planos de la manifestación.
Cuando se alcance un conocimiento más científico se verá que el mismo procedimiento, en mayor escala, tiene lugar en la manifestación planetaria. Un planeta sólo es el cuerpo de un Logos planetario, siendo etérico este cuerpo, y el Logos se expresa a través de él y construye sobre la estructura etérica un vehículo de manifestación.
La LUNA fue en un tiempo el cuerpo de expresión de un Logos; la Tierra lo es ahora, pues los ciclos cambian constantemente.
El centro por donde se retira el cuerpo etérico se encuentra análogamente en un planeta físico, y el cordón plateado planetario se corta en el momento señalado; pero el momento y los ciclos, su comienzo y terminación se hallan ocultos en los misterios de la Iniciación y no nos conciernen. En el sistema solar ocurrirá lo mismo al término de un Mahamanvantara. El Logos se recogerá en Sí Mismo, abstrayendo Sus tres principios mayores.( ) Su cuerpo de manifestación -el Sol y los siete Planetas sagrados que existen en materia etérica- se retirarán de la objetividad y quedará oscurecido.
Desde el punto de vista físico podemos decir que la luz se apagará en el sistema.
A esto le seguirá una gradual inhalación hasta que el Logos haya recogido todo en Sí Mismo; el etérico cesará de existir y la trama habrá desaparecido.
Se logrará plena conciencia, y en el momento de la realización cesará la existencia o la manifestación de la entidad. Todo será reabsorbido en el Absoluto; entonces llegará el pralaya, ( ) o el cielo cósmico de descanso, y ya no se oirá la Voz del Silencio. La reverberación de la PALABRA se apagará y el “Silencio de las Alturas” reinará supremo.
II. LA NATURALEZA DEL PRANA Cuando nos ocupamos del cuerpo etérico y sus funciones, como asimilador y distribuidor de prana, lo hemos hecho desde el punto de vista del lugar que ocupa en el esquema de las cosas. Consideramos el tema desde el punto de vista de las analogías, indicando dónde se hallan en el sistema, en el planeta y en el hombre. Hemos visto que constituye el fundamento de la forma física y que es, en sí mismo, el vínculo más importante entre: a.
El hombre físico y el plano emocional o astral. Podemos ahora limitar el tema a la consideración del cuerpo etérico del ser humano, sin tocar las analogías del sistema o cósmicas; aunque quizás sería conveniente recordar que el estudiante inteligente obtiene la sabiduría por la línea interpretativa; quien se conoce a sí mismo (como manifestación objetiva, cualidad esencial y desarrollo comprensivo), conoce también al Señor de su Rayo y al Logos de su sistema. Por lo tanto sólo es cuestión de aplicación, expansión consciente e interpretación inteligente; además debe abstenerse sensatamente de hacer afirmaciones dogmáticas, y ha de reconocer que la analogía se encuentra en la cualidad y en el método empleado más que en ajustarse estrictamente a una acción específica en un determinado momento de la evolución. El material de estudio que es posible dar aquí, si se reflexiona detenidamente, puede inducir a llevar una vida práctica más inteligente, empleando el término “vivir” en su sentido esotérico.
Estudiando dicho material en forma científica, filosófica y religiosa puede conducir también a desarrollar los objetivos del proceso evolutivo en el ciclo menor inmediato. Por eso nuestro objetivo consiste en hacer más real el cuerpo secundario del hombre y en exponer algunas de sus funciones y la forma en que podrá ser puesto oportuna y conscientemente al alcance de la comprensión mental.
La ciencia, como bien sabemos, está llegando rápidamente a la etapa en que se verá obligada a admitir la realidad del cuerpo etérico, pues las dificultades que surgirán al negarlo serán tan insuperables como admitir su existencia.
Los científicos aceptan ya la existencia de la materia etérica; el éxito obtenido en la fotografía ha demostrado la realidad de lo que hasta ahora fue considerado irreal, porque es intangible desde el punto de vista físico.
Continuamente ocurren fenómenos considerados sobrenaturales que pueden ser explicados por medio. de la materia etérica, y los científicos, en su empeño por demostrar que los espiritistas están equivocados, han ayudado a la causa del espiritismo verdadero y superior, apoyándose en la realidad y en la existencia del cuerpo etérico, aunque lo consideren (pues se interesan en los efectos sin haber descubierto la causa) un cuerpo que emana irradiación.
La ciencia médica empieza a estudiar (aunque a ciegas) la cuestión de la vitalidad, el efecto de los rayos solares sobre el organismo físico y las leyes subyacentes en el calor inherente e irradiante.
Atribuye al bazo funciones no reconocidas anteriormente y estudia los efectos de la acción de las glándulas y su relación con la asimilación de las esencias vitales a través de la estructura corporal.
Se halla en el verdadero camino; no pasaré mucho tiempo (quizás en el curso de este siglo) sin que la REALIDAD del cuerpo etérico y sus funciones básicas sea afirmada más allá de toda controversia y el objetivo de la medicina, preventiva y curativa, pase, entonces, a un nivel superior.
Todo lo que podemos hacer aquí es dar simplemente, y en forma condensada, algunos datos que podrán acelerar el día de su reconocimiento, lo cual despertará mayor interés en el verdadero investigador. Permítaseme, por lo tanto, enunciar brevemente lo que se tratará en los tres puntos que resta considerar:
Las
funciones del cuerpo etérico. Lo indicado abarcará aquello que es de utilidad práctica en la actualidad. Luego adquiriremos más conocimiento si lo transmitido al público es aplicado cuidadosamente, y si los investigadores estudian inteligente, sensata y ampliamente tan importante tema. A medida que la naturaleza del cuerpo etérico y su función ocupen en el pensamiento del mundo el lugar que les corresponde, y la gente se dé cuenta de que el etérico es el más importante de los dos cuerpos físicos, el hombre hará contacto consciente e íntimo con otras evoluciones que existen en materia etérica, así como lo hace en el cuerpo físico denso.
Existen ciertos grandes grupos de devas denominados “devas de las sombras” o devas violeta, que están íntimamente vinculados con el desarrollo evolutivo del cuerpo etérico humano, y le transmiten irradiaciones solares y planetarias. El cuerpo etérico humano recibe prana de diferentes maneras y de diversas clases, que lo ponen en contacto con distintas entidades.
1. Prana Solar. Fluido vital y magnético que irradia del sol, y se trasmite al cuerpo etérico del hombre por mediación de ciertas entidades dévicas de orden muy elevado y de matiz dorado.
Pasa a través de los cuerpos de dichas entidades, que lo emiten en potentes irradiaciones, aplicadas directamente a ciertos plexos situados en la parte superior del cuerpo etérico, en la región de la cabeza y de los hombros, desde donde descienden a la analogía etérica del órgano físico, el bazo, y de allí se transmiten enérgicamente al mismo.
Estas entidades pránicas, de matiz dorado, se encuentran en el aire sobre nosotros, y están especialmente activas en algunas partes del mundo, como California y en las regiones tropicales, donde el aire es puro y seco y los rayos del sol son considerados esencialmente benéficos.
Las relaciones que existen entre el hombre y este grupo de devas son muy íntimas, pero aún muy peligrosas para el hombre. Los devas tienen mucho poder y, en su propia línea, están más evolucionados que el hombre.
El ser humano que no sabe protegerse está a merced de éstos, y debido a ello y a la incomprensión de las leyes de resistencia magnética o de repulsión solar, está propenso a la insolación.
Cuando el cuerpo etérico y sus procesos asimilativos sean comprendidos científicamente, el hombre se inmunizará de los peligros de la irradiación solar.
Se protegerá por la aplicación de las leyes que rigen la repulsión y la atracción magnéticas y no meramente mediante el vestido y el techo. Por lo general es cuestión de polarización.
Podría sugerirse que cuando los hombres comprendan la evolución dévica más correctamente, sepan cómo trabajar en ciertas líneas relacionadas con el Sol y se den cuenta de que tal evolución representa el polo femenino, así como el hombre representa el masculino (la cuarta Jerarquía creadora es masculina) comprenderán ( ) su interrelación y regirán esa relación de acuerdo a la ley.
Estos devas solares reciben los irradiantes rayos del sol, los cuales salen desde el centro y llegan hasta la periferia por uno de los tres canales de acercamiento, los pasan por su organismo y los enfocan ahí.
Actúan casi como un vidrio de aumento que concentra los rayos solares. Luego son reflejados o transmitidos al cuerpo etérico humano, que los capta y asimila.
Cuando el cuerpo etérico es sano y funciona correctamente, absorbe bastante prana para mantener la forma organizada, este es el objetivo de la función del cuerpo etérico, cosa que nunca se hará resaltar suficientemente. El prana sobrante se emite como irradiación animal o magnetismo físico; ambos términos expresan la misma idea. Por lo tanto, el hombre repite, en escala menor, la tarea de los grandes devas solares y a su vez agrega su cuota de emanaciones, repolarizada o remagnetizada, a la suma total del aura planetaria.
2. Prana Planetario. Fluido vital que emana de cualquier planeta y constituye su coloración o cualidad fundamental, debido a que se repite dentro del planeta el mismo proceso que tiene lugar respecto al hombre y al prana solar.
El planeta (ya sea la tierra o cualquier otro) absorbe el prana solar, lo asimila en la cantidad requerida e irradia el que no necesita para su bienestar, en forma de irradiación planetaria.
El prana planetario es, por lo tanto, prana solar que ha pasado a través del planeta, ha circulado por el cuerpo etérico planetario, ha sido transmitido al cuerpo físico denso del planeta y emitido por éste como irradiación, con la misma característica esencial que la del prana solar, además de la cualidad individual y distintiva del planeta implicado.
La repetición del proceso tiene lugar en el cuerpo humano. Las irradiaciones físicas de los hombres difieren de acuerdo a la calidad de sus cuerpos físicos. Lo mismo ocurre con un planeta. El prana que emana del planeta (como en el caso del prana solar) es recibido y transmitido por medio de un grupo determinado de devas denominados “devas de las sombras”, devas etéricos de matiz ligeramente violado.
Los cuerpos de estos devas están compuestos de materia de alguno de los cuatro éteres, y enfocan y concentran las emanaciones del planeta y de todas las formas que existen en el mismo.
Debido a la esencial similitud de su sustancia corpórea con la sustancia etérica humana se hallan muy íntimamente vinculados con los seres humanos, transmitiéndole el magnetismo de la ‘Madre Tierra”. Como vemos, dos grupos de devas trabajan en conexión con el hombre: a. Los devas solares le trasmiten el fluido vital que circula por el cuerpo etérico. b. Los devas planetarios de color violeta, vinculados al cuerpo etérico del hombre, le transmiten el prana de la tierra o del planeta en el cual actúe el hombre durante una encarnación física. Aquí podrían formularse varios interrogantes y, aunque no expliquemos plenamente el misterio, hacerse algunas sugerencias. ¿Cuál es la causa de la aparente falta de vida en la Luna? ¿Existe allí vida dévica? El prana solar ¿produce algún efecto allí? ¿ En qué difiere la Luna, aparentemente muerta, de un planeta vivo tal como la Tierra?( ) Aquí nos enfrentamos con un misterio, cuya solución -para quienes investigan- quedará revelada en el hecho de que no existen seres humanos ni ciertos grupos de devas en la Luna.
El hombre no ha dejado de existir en la Luna porque esté muerta y, por consiguiente, no pueda sustentarlo, sino que la Luna está muerta porque el hombre y los devas se han retirado de su superficie y de su esfera de influencia.( )
El hombre y los devas actúan en cada planeta como intermediarios o agentes transmisores. Donde ellos no habitan resulta imposible realizar ciertas actividades, sobreviniendo la desintegración.
La razón de ese retiro se halla en la Ley cósmica de Causa y Efecto o karma cósmico, y en la historia conjunta, aunque individual, de uno de los Hombres celestiales cuyo cuerpo fue, en un momento determinado, la Luna o cualquier otro planeta. 3. Prana de las Formas. Ante todo se ha de advertir que las formas son de dos clases, cada una de las cuales ocupa un lugar diferente en el esquema: Formas resultantes del trabajo realizado por el tercero y el segundo Logos y las vidas conjuntas de Estos.
Dichas formas constituyen las unidades de los reinos vegetal, animal y mineral. Formas resultantes de la acción unida de los tres Logos, comprendiendo estrictamente la formas dévicas y humanas. Existe también una forma más simple incorporada a la sustancia con la cual están hechas todas las formas, siendo estrictamente de materia atómica y molecular, animada por la vida o energía del tercer Logos. Con respecto al primer grupo de formas se ha de observar que las emanaciones pránicas, emitidas por las unidades de los reinos animal y vegetal (después que han absorbido el prana solar y planetario), son lógicamente la combinación de ambos, siendo transmitidas por medio de irradiaciones superficiales, como el prana solar y el planetario, a ciertos grupos de devas menores de orden no muy elevado, que tienen una curiosa e intrincada relación con el alma grupal del animal o del vegetal que las irradia.
De ello no podemos ocuparnos aquí. Estos devas tienen también un matiz violado, pero tan pálido que es casi gris; están en estado de transición y se mezclan en forma confusa con grupos de entidades que se encuentran en el arco involutivo ( ) ( ) ( ) Respecto al segundo grupo, la forma humana transmite las irradiaciones emanantes a un grupo de devas de grado mucho más elevado.
Estos devas tienen un matiz más pronunciado, los cuales después de asimilar debidamente la irradiación humana, la trasmiten principalmente al reino animal, demostrándose así la íntima relación existente entre estos dos reinos.
Si la explicación que antecede sobre la complicada interacción entre el Sol y los planetas, entre éstos y las formas que evolucionan en ellos y entre dicha, formas y aquellas inferiores, sirve para demostrar aunque sólo sea la exquisita interdependencia de todo lo existente, mucho se habrá logrado. Otro hecho que debe hacerse resaltar es la íntima relación existente entre todas las evoluciones de la naturaleza, desde el Sol celestial a la violeta más humilde, por mediación de la evolución dévica, que actúa como fuerza transmisora y transmutadora en todo el sistema. Por último, todos trabajan con fuego. Fuego interno, inherente y latente, irradiante y emanante; generado, asimilado e irradiado; vivificador, estimulador y destructor; fuego transmitido, reflejado y absorbido, base de toda vida; esencia de todo lo que existe y agente que desarrolla e impulsa lo que se halla detrás de todo proceso evolutivo; fuego edificador, preservador y constructor; fuego originador, el proceso y la meta; fuego purificador y consumidor.
El Dios del Fuego y el fuego de Dios interactúan hasta que todos los fuegos se fusionen y ardan y todo lo que existe haya pasado por el fuego -desde un sistema solar hasta una hormiga-, surgiendo como triple perfección.
Entonces el fuego emergerá como esencia perfecta del “círculo no se pasa”, ya sea la del “círculo no se pasa” humano, planetario o solar. La rueda del fuego gira; todo lo que se halla dentro de ella es sometido a una triple llama, y con el tiempo todo llega a la perfección.
Continuaremos nuestro estudio respecto al cuerpo etérico a fin de analizar sus funciones y su relación con el cuerpo físico. Será conveniente considerarlos conjuntamente, porque se interrelacionan tan íntimamente, que no es posible estudiarlos por separado. Las principales funciones del cuerpo etérico son tres: 1. Receptor de prana. 2. Asimilador de prana. 3. Transmisor de prana. 1. Receptor de Prana El cuerpo etérico puede clasificarse como negativo o receptivo respecto a los rayos del sol, y como positivo o expulsor respecto al cuerpo físico denso. Su segunda función, la asimilativa, está estrictamente equilibrada y es interna. Como se explicó anteriormente, el cuerpo etérico absorbe las emanaciones pránicas del sol por medio de ciertos centros situados principalmente en la parte superior del cuerpo, desde los cuales descienden al centro denominado bazo etérico, su contraparte en materia etérica. El centro principal receptor de prana, en la actualidad, está situado entre los dos omóplatos. Hay otro centro situado un poco más arriba del plexo solar que ha quedado, debido a los abusos de la llamada civilización, parcialmente aletargado. La próxima raza raíz, y cada vez más la presente, valorará la necesidad de exponer dichos centros a los rayos del sol, lo cual aumentará la vitalidad física y la adaptabilidad. Los centros situados 1. entre los omóplatos, 2. arriba del diafragma y 3. en el bazo, forman, si pudiéramos verlo, un triángulo etérico radiante donde se origina el impulso para la ulterior circulación pránica que recorrerá todo el sistema. El cuerpo etérico está realmente formado por una red de finos canales, que forman un sutil cordón trenzado -el cual es parte del eslabón magnético que une los cuerpos físico y astral, cortándose al retirarse el cuerpo etérico del cuerpo físico denso en el momento de la muerte. Como lo expresa la Biblia ,( ) el cordón plateado se corta. Esto fundamenta la leyenda de la “hermana fatal que corta el hilo de la vida con las temidas tijeras”.
La trama etérica está compuesta por el complicado tejido de este cordón vitalizado, y separados de los siete centros de la trama (Centros sagrados, de los cuales el bazo se considera frecuentemente uno de ellos) se hallan los dos ya mencionados, que forman con el bazo, un triángulo activo. La trama etérica del sistema solar es análoga, e igualmente posee tres centros receptores de prana cósmico.
La misteriosa franja del firmamento denominada Vía Láctea ( ) está íntimamente relacionada con el prana cósmico, vitalidad cósmica o alimento que vitaliza al sistema etérico solar. 2. Asimilador de Prana El proceso de asimilación se lleva a cabo en el triángulo mencionado; el prana, al penetrar por cualquiera de esos centros, circula tres veces por todo el triángulo, antes de ser transmitido al vehículo etérico y de éste al cuerpo físico denso. El órgano principal de asimilación es el bazo -el centro etérico y el órgano físico denso. La esencia vital procedente del sol penetra en el bazo etérico; en éste es sometida a un proceso de intensificación o desvitalización, lo cual depende del estado de salud de dicho órgano. Si el hombre está sano la emanación recibida será intensificada por la vibración individual, y el grado de vibración será acelerado antes que el prana pase al bazo físico. Si el estado de salud no es bueno, el grado de vibración disminuye y se hace más lento el proceso. Estos tres centros, parecidos a platillos, tienen la misma forma que los demás y se asemejan a pequeños remolinos que atraen a su esfera de influencia las corrientes que se ponen a su alcance. Los centros pueden describirse como vórtices giratorios, unidos entre si por el triple canal compactamente entretejido, que casi forma un sistema circulatorio separado. Este sistema tiene su punto de salida en el lado del bazo, opuesto a aquel por el cual penetra el prana. El fluido vital circula tres veces por estos tres centros y entre ellos antes de pasar a la periferia de su pequeño sistema. Después de circular el prana por los finos canales entrelazados pasa por todo el cuerpo, impregnándolo totalmente con sus emanaciones si así puede expresarse. Dichas emanaciones salen finalmente del sistema etérico, irradiándose por la superficie. La esencia pránica sale de la circunferencia de su “circulo no se pasa” temporario como emanante prana humano, que es el mismo prana recibido anteriormente pero cargado, durante su transitoria circulación, con la cualidad peculiar que el individuo le transmite. La esencia sale, llevando la cualidad individual. En esto tenemos una nueva analogía de cómo se evaden todas las esencias de cualquier “círculo no se pasa”, una vez terminado su ciclo. El tema del cuerpo etérico es de gran interés práctico. Cuando el hombre se de cuenta de su importancia, prestará mayor atención a la distribución de prana en el cuerpo, y procurará que su vitalización, a través de los tres centros, no sea entorpecida. Aunque necesariamente el tema se ha de tratar en forma superficial, y sólo pueden darse esbozos y sugerencias espaciadas, se hallará sin embargo, que si se lo estudia detalladamente, impartirá un conocimiento de las verdades cuyo contenido y calidad resultará valioso y algo que hasta ahora no había sido enseñado. El lugar que ocupa la envoltura etérica, como separadora o “círculo no se pasa”, y su función como receptora y distribuidora de prana, se dilucidan aquí en forma mucho más extensa que antes; posiblemente más adelante el tema será ampliado. Del conjunto de datos tan superficialmente tratados se desprenden dos verdades fundamentales: Primero. El cuarto subplano etérico del plano físico es la preocupación inmediata de a. el hombre, el microcosmos, b. el Hombre celestial, el Logos planetario, c. el gran Hombre de los Cielos, el Logos solar. Segundo. En la cuarta cadena y cuarta ronda se comienza a estudiar el cuarto éter que -visto como trama separadora- permite la salida ocasional de las vibraciones correspondientes. 3. Transmisor de Prana. Hasta ahora muy poco nos hemos referido al tema del fuego, pues el propósito del cuerpo etérico es llevarlo y distribuirlo por todo su sistema; sólo hemos tratado los hechos que podrán despertar el interés y acentuar la utilidad del vehículo pránico. Debemos considerar y recalcar ciertos hechos, a medida que estudiamos este círculo estático y sus fuegos circulantes. Para mayor claridad vamos a recapitular brevemente lo ya expuesto: El Sistema recibe prana de fuentes cósmicas, por medio de tres centros, y lo redistribuye a todas las partes de su dilatada influencia, hasta los límites de la trama etérica solar. Este prana cósmico está coloreado por la cualidad solar y llega a los más apartados confines del sistema. Podría decirse que su misión consiste en vitalizar el vehículo, la expresión material física del Logos solar.
El Planeta recibe prana del centro solar y lo redistribuye, por medio de tres centros receptores, a todas las partes de su esfera de influencia. Este prana solar está coloreado por la cualidad planetaria y es absorbido por todo lo que evoluciona dentro del “círculo no se pasa” planetario. Podría decirse que su misión consiste en vitalizar el vehículo de expresión material física de cualquiera de los siete Hombres celestiales. El Microcosmos recibe prana proveniente del Sol, después dé haber compenetrado el vehículo etérico planetario, de modo que además de ser prana solar, posee la cualidad planetaria. Cada planeta es la personificación de un aspecto de Rayo, y su cualidad se destaca predominantemente durante toda su evolución. Por lo tanto, prana es calor irradiante, su vibración y cualidad varían de acuerdo a la Entidad receptora. Al pasar el prana por el cuerpo etérico del hombre, es coloreado por su propia cualidad peculiar transmitiéndolo a esas vidas menores que componen su propio sistema. Así se produce una gran interacción; todas las partes se mezclan y fusionan, dependiendo una de otra, y todas reciben, coloran, cualifican y transmiten. Tiene lugar así una interminable circulación sin principio concebible ni posible fin, desde el punto de vista del hombre finito, porque su origen y fin se hallan ocultos en la ignota fuente cósmica. Si existieran en todas partes perfectas condiciones, esta circulación continuaría sin interrupción y sería casi interminable, pero el fin y la limitación son producidos por la imperfección, que gradualmente es reemplazada por la perfección. Cada ciclo se origina en otro ciclo aún no finalizado, cediendo su lugar a otra espiral más elevada; así se suceden periodos de aparente y relativa perfección, que conducen a periodos de mayor perfección. El objetivo de este ciclo mayor consiste, como sabemos, en fusionar los dos fuegos de la materia, latentes y activos, sumergiéndolos con los fuegos de la mente y del espíritu, hasta que desaparezcan en la llama general; los fuegos de la mente y del espíritu consumen la materia y con ello liberan la vida de los vehículos que la confinan. EI altar terreno es el lugar donde nace el espíritu, quien lo libera de la madre (materia), y es también la entrada a reinos superiores. Cuando el vehículo pránico funcione correctamente en los tres grupos humano, planetario y solar, se logrará la unión con el fuego latente. Por esta razón se recalca la necesidad de construir vehículos físicos puros y refinados. Cuanto más refinada y sutil sea la forma, será mejor receptora de prana y ofrecerá menos resistencia a la acción del kundalini en el momento asignado. La materia tosca y los cuerpos burdos e inmaduros son una amenaza para el ocultista; ningún verdadero vidente tendrá un cuerpo burdo. El peligro de ser desintegrado es muy grande y la amenaza de ser destruido por el fuego es terrible. Ya una vez en la historia (en la época lemuriana)( ) la raza y los continentes fueron destruidos por medio del fuego. Los Guías de la raza, en esa época, aprovecharon tal acontecimiento para eliminar la forma inadecuada. El fuego latente en la materia (por ejemplo, en las erupciones volcánicas) y el fuego irradiante del sistema se combinaron. El kundalini planetario y la emanación solar entraron en conjunción y tuvo lugar el trabajo de destrucción. Lo mismo podría volver a ocurrir, pero sólo en la materia del segundo éter, y sus efectos no serían tan graves debido a la sutilidad de dicho éter y al refinamiento comparativamente mayor de los vehículos. Observaremos aquí un hecho interesante, aunque sea un misterio insoluble para la mayoría; las destrucciones producidas por el fuego son parte de las pruebas de fuego de una iniciación de ese Hombre celestial cuyo karma está ligado al de nuestra tierra. La destrucción de una parte de la trama hace más fácil la salida; en realidad (visto desde los planos superiores) es un paso adelante y una expansión. Su repetición se efectúa en el sistema, en ciclos determinados. 4. Desórdenes del Cuerpo Etérico. Estudiaremos ahora el cuerpo etérico, sus dolencias y también su condición “post-mortem”. Me ocuparé de ello muy brevemente. Todo lo que puedo hacer es indicar, en líneas generales, las dolencias fundamentales a las cuales el cuerpo etérico puede estar sujeto, y la orientación que la medicina podrá seguir más adelante, cuando se comprendan mejor las leyes ocultas. Haré resaltar un hecho significativo que ha sido poco comprendido y ni siquiera captado: las dolencias que padece el vehículo etérico del microcosmos las padece también el del Macrocosmos. Lo antedicho encierra la explicación de los aparentes sufrimientos de la naturaleza. Algunos de los grandes males del mundo tienen su origen en las dolencias etéricas; extendiendo la idea, lo mismo puede decirse respecto a las condiciones planetarias e incluso las solares. Al tratar las causas de las dolencias etéricas en el hombre, quizás percibamos las analogías y reacciones de orden planetario y solar. Se deberá tener muy en cuenta, al estudiar esto, que las enfermedades del cuerpo etérico derivan de su triple propósito y podrían ser: a. funcionales, afectando por consiguiente la absorción de prana; b. orgánicas, afectando de esta manera la distribución del prana; c. estáticas, afectando la trama considerada estrictamente como el “círculo no se pasa” físico, y como elemento separador entre el físico y el astral. Las tres funciones o propósitos antedichos son de primordial interés, producen resultados totalmente diferentes y reaccionan externa e internamente de distintas maneras. Consideradas desde el punto de vista planetario sé podrán percibir las mismas condiciones, y el cuerpo etérico planetario (que es fundamentalmente el cuerpo de los planetas sagrados, de los cuales la Tierra no es uno de ellos) también tendrá sus desórdenes funcionales que afectarán la absorción de prana, y sufrirá trastornos orgánicos que alterarán su distribución produciendo dificultades en la trama etérica, el “círculo no se pasa” del Espíritu planetario involucrado. Quisiera advertirles que en los Espíritus planetarios que se hallan en el arco evolutivo divino, los Hombres celestiales, cuyos cuerpos son planetas, la trama etérica no constituye una barrera, sino que (al igual que los Señores kármicos, pero en un plano superior) pueden actuar libremente fuera de los limites de la trama planetaria, dentro de la circunferencia del circulo no se pasa solar. ( ) Desde el punto de vista del sistema, puede observarse que los mismos efectos están vinculados funcionalmente con el centro cósmico orgánicamente, con la totalidad de los sistemas planetarios y estáticamente, con el “círculo no se pasa” solar o logoico. Podemos ahora, para mayor claridad, considerar estos tres grupos en forma separada, e indicar brevemente (lo único que puedo hacer) los métodos curativos y rectificadores. a. Desordenes funcionales en el microcosmos. En el hombre, se relacionan con la absorción de los fluidos pránicos por medio de sus correspondientes centros. Debemos tener siempre en cuenta y saber distinguir con claridad que las emanaciones de prana tienen relación con el fuego latente en la materia; cuando son recibidas y actúan correctamente a través del cuerpo etérico, colaboran con el calor natural latente del cuerpo y al mezclarse lo vitalizan, imponiendo a su materia cierto grado de acción vibratoria, que lleva al vehículo físico a la necesaria actividad y al correcto funcionamiento de sus órganos. Por lo tanto, es evidente que el a b c de la salud física se halla sujeto a la correcta recepción del prana, y que uno de los cambios fundamentales en la vida del animal humano (el aspecto que estamos considerando) deberá efectuarse en las condiciones comunes del vivir diario. Se ha de procurar que los tres centros principales, utilizados para la recepción de prana, funcionen con más libertad y menos restricción. Debido al actual sistema erróneo de vida seguido durante siglos y a los errores fundamentales originados en la época lemuriana, los tres centros pránicos del hombre no funcionan correctamente en la actualidad. El centro entre los omóplatos es el que está en mejores condiciones receptivas, aunque, debido a una deficiente condición de la columna vertebral (que en muchas personas está desviada), su ubicación en la espalda quizá no es exacta. El centro del bazo, situado cerca del diafragma, es de tamaño menor que lo normal y su vibración no es correcta. En el caso de los aborígenes de las islas del Pacífico sur, sus condiciones etéricas son mejores y su vida es más normal (desde el punto de vista animal) que en cualquier otra parte del mundo. La raza en general carece de ciertas capacidades, situación que puede ser descrita de la manera siguiente: Primero. Incapacidad para extraer de las corrientes pránicas, debido a la vida malsana que lleva la mayoría. Esto interrumpe el aprovisionamiento proveniente de la fuente de origen y causa la consiguiente atrofia y reducción de los centros receptores. Ello se observa, con exageración, en los niños de las zonas muy pobladas de las grandes ciudades y en los moradores anémicos y viciosos de los bajos fondos. La cura es evidente: mejores condiciones de vida, uso de ropas más adecuadas y adopción de métodos de vida más independientes y saludables. Una vez que los rayos pránicos tengan libre acceso a los hombros y al diafragma, la condición subnormal del bazo se ajustará automáticamente. Segundo. Excesiva capacidad de extracción de las corrientes pránicas. El primer tipo de desorden funcional mencionado es común y muy difundido. Su opuesto se encuentra donde las condiciones de vida son de tal naturaleza que los centros (por estar expuestos y sometidos directa y prolongadamente a las emanaciones solares) se desarrollan excesivamente, vibran muy rápidamente y reciben demasiado prana. Esto es poco frecuente, pero sucede en algunos países tropicales, siendo en gran parte la causa de la molesta debilidad que ataca a sus moradores. El cuerpo etérico recibe el prana o los rayos solares con demasiada rapidez y permite que entre y salga del sistema con excesiva fuerza, dejando a la víctima presa de la inercia y la desvitalización. En otras palabras, el cuerpo etérico se hace perezoso; es como una tela inconsistente (empleando un ejemplo muy familiar), semejante al tejido de una raqueta de tenis que se ha aflojado y ha perdido elasticidad. El triángulo interno transmite las emanaciones de prana con demasiada rapidez, no permitiendo la subsidiaria absorción, y lógicamente sufre todo el sistema; más adelante se descubrirá que la mayoría de las dolencias sufridas por los europeos en la India tienen su origen en esto, y algunas de las dificultades se eliminarán cuidando el bazo y regulando inteligentemente las condiciones de vida. Al analizar las condiciones similares que imperan en el planeta, se perciben las mismas dificultades. Nada más puedo decir, pero al estudiar inteligentemente la acción de la radiación solar sobre la superficie del planeta, en relación con su movimiento giratorio, se comprenderán y aplicarán algunas reglas grupales sanitarias. El espíritu del planeta (o entidad planetaria) tiene análogamente sus ciclos: el secreto de la fertilidad y de la vegetación se halla en la adecuada absorción y distribución del prana planetario. Gran parte de esto se oculta en la fabulosa leyenda que se refiere a la lucha entre el fuego y el agua, basada en la reacción del fuego latente en la materia, oponiéndose al fuego que viene de lo externo de sí misma y actúa sobre ella. En el intervalo que transcurre mientras ambas están en proceso de fusionarse, se suceden esos períodos, durante los cuales, debido a la herencia kármica, la absorción es irregular y la distribución desigual. Cuando se haya alcanzado el punto de equilibrio racial, se logrará también el equilibrio planetario y con ello se obtendrá un equilibrio recíproco entre los planetas solares. Una vez que hayan obtenido mutuo equilibrio e interacción, entonces el sistema se estabilizará y se llegará a la perfección. La distribución equitativa de prana irá paralela al equilibrio obtenido por el hombre, la raza, el planeta y el sistema. Ésta es otra manera de decir, que se logrará una vibración uniforme. b. Desórdenes orgánicos microcósmicos. Éstos, fundamentalmente son dos: Malestares producidos por congestión. Destrucción de los tejidos, a causa de la excesiva absorción de prana o su fusión demasiado rápida con el fuego físico latente. Un ejemplo de ambos lo tenemos en la insolación y en la sofocación o acaloramiento. Aunque los médicos creen conocerlos, sin embargo constituyen desórdenes etéricos. Cuando se comprenda mejor la naturaleza del cuerpo etérico y se lo cuide inteligentemente, se podrán prevenir ambas clases de dolencias. Son ocasionadas por la emanación solar pránica. En ciertos casos su efecto es la muerte o una enfermedad grave, a causa de la congestión de un canal etérico; mientras que en otros, el mismo efecto se produce por la destrucción de la materia etérica. El ejemplo dado tiene un propósito definido; pero debe observarse que la congestión etérica puede traer otras dolencias además de incapacidad mental. La congestión etérica hace que la trama adquiera un espesor anormal que puede impedir, por ejemplo, establecer contacto con el Yo superior o principios, y traer como resultado la idiotez y el desequilibrio mental. También podría ocasionar un crecimiento carnoso anormal y engrosamiento de algún órgano interno, produciendo la consiguiente y excesiva presión; la parte congestionada del cuerpo etérico puede alterar totalmente la condición física y dar lugar a diversas dolencias. La destrucción de los tejidos puede ocasionar varios tipos de demencia, especialmente las incurables. Por otra parte, al quemarse la trama permitirá la entrada de corrientes astrales extrañas, contra las cuales el hombre no tiene defensa; los tejidos cerebrales podrían destruirse a causa de esta presión y surgir serias dificultades debido a la destrucción de alguna parte del “círculo no se pasa” etérico. Algo por el estilo puede ocurrir respecto al planeta. Más adelante se dará información que hasta ahora no ha sido suministrada y pondrá de manifiesto en qué forma han sido influenciadas razas enteras y perturbados ciertos reinos de la naturaleza, por la congestión etérica planetaria o la destrucción de tejidos etéricos planetarios. Hemos tratado las dolencias funcionales y orgánicas del etérico, dando ciertas indicaciones para luego extender el concepto a otras esferas, además de la estrictamente humana. En el reino humano se halla la llave que abrirá la puerta a una más amplia interpretación, puesto que permite la entrada a los misterios de la naturaleza. Aunque la llave debe hacerse girar siete veces, sin embargo, una sola vuelta revela inconcebibles avenidas de eventual Comprensión. ( ) ( ) Hemos considerado la recepción y distribución de las emanaciones pránicas en el hombre, en el planeta y en el sistema y observado las causas que producen desórdenes momentáneos y la desvitalización o la vitalización excesiva de la forma orgánica. Ahora estudiaremos el tema desde un tercer ángulo: c. Desórdenes estáticos microcósmicos, o el cuerpo etérico considerado en su función de proveer un “circulo no se pasa” entre lo estrictamente físico y lo astral. Según ya se ha dicho aquí y en los libros de H. P. B, el “círculo no se pasa”( ) es la barrera que actúa corno separadora o línea divisoria entre un sistema y lo que se halla fuera del mismo.
Como se comprenderá tiene interesantes correlaciones, si consideramos el tema (como corresponde) desde el punto de vista del ser humano, de un planeta y de un sistema, recordando siempre que al estudiar el cuerpo etérico tratamos con materia física, lo cual no debe olvidarse nunca.
Por lo tanto, en todo grupo y conglomerado se hallará un factor dominante, debido al hecho de que el “círculo no se pasa” actúa como un obstáculo para aquello que es de poca importancia en la evolución, pero no constituye una barrera para lo que es de importancia en la misma. Todo depende de dos cosas: del karma, ya sea el del hombre, del Logos planetario o del Logos solar, y del dominio que ejerce la entidad espiritual interna sobre su vehículo.
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MAESTRO TIBETANO
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